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—¿¡Por que no nos mencionaste que ya estabas saliendo con alguien!? -Gojo escuchó los gritos de su hermano al entrar por la puerta de la casa.

—Buenos días -saludó Gojo caminando por la sala para después dirigirse a la cocina. Sorprendiendo a los otros dos que se encontraban discutiendo a mitad de la sala.

—¡No terminaste mi tarea! -se quejó Miwa mientras agarraba sus cuadernos de la mesa y los volvía a guardar en su mochila.

—Que Yuuji te ayude cuando venga -se cruzó de brazos el mayor para caminar hacia la cocina.

—¡Perdiste una apuesta y ahora te retractas! ¡Gojo! -los dos entraron a la cocina comenzando a colmar la paciencia del contrario que buscaba rebanadas de pan y las untaba con mermelada de fresa.

—Geto no me ayudó como debería -hizo un puchero la menor mientras jalaba a su hermano del brazo.

Gojo se llevó el pan a la boca, tomó la mano de su hermana para alejarla de él y caminó para salir de la cocina dejándolos sin saber que decir.

—Gojooo -escuchó la queja de su hermana detrás de él. Rió para sus adentros, no estaba en ánimos para seguir escuchando las constantes discusiones de esos dos que se comportaban como Tom y Jerry.

El peliblanco simplemente alzó la mano en forma de despedida para salir por la puerta de entrada. Se quedó allí fuera de esta después de cerrarla a sus espaldas solo para escuchar la discusión que comenzaban a tener justo cuando él salió. Música para sus oídos.

Abrió la reja de la entrada y sintió alguien caer justo sobre sus zapatos. Agachó su mirada y se encontró con la persona menos esperada allí tirado en el suelo de espaldas mirándolo con nerviosismo desde abajo. Gojo ladeó la cabeza con confusión mientras terminaba de masticar lo que sobraba de su sándwich con mermelada de fresa.

—¿Itadori-kun? -el menor se levantó de golpe del suelo mientras el mayor veía como se comenzaba a sacudir la ropa. Le sonrió con nerviosismo y una pizca de ternura que derritió el corazón del mayor. —¿Que haces aquí tan temprano? -preguntó con confusión. —¿Acaso hoy tienes tutorías junto a mi hermana?

El menor negó rápidamente mientras presionaba más su mochila contra su propio pecho y miraba al suelo. —Creo que mi padre vio el video -sorbió su nariz mientras sentía como sus ojos volvían a llenarse de lágrimas por enésima vez en el día.

El mayor lo tomó de la mano para jalarlo junto a él y entrar al automóvil. Comenzó a conducir hasta uno de sus restaurantes favoritos.

—Tranquilo, el debe comprenderte -trató de calmarlo mientras esperaban a lo que habían ordenado llegara.

—Es que aún no estaba listo para que el lo supiera -suspiró el menor.

—Pequeño -el mayor llamó la atención del menor que se encontraba viendo hacia fuera por la ventana. Lo volteó a ver al instante. —Si el te ama no cambiará la forma en que te trata solo por saber cómo es que te sientes en realidad -trató de decir las palabras correctas para que este comprendiera.

—¿Crees que él me ame? -en su tono de voz se escuchaba como si quisiera escuchar un "si" de parte del mayor.

Gojo sonrió levemente y pasó sus manos por encima de la mesa para tomar las del menor que se encontraban reposadas allí sin más. Las tomó con sus dos manos, las acarició y después las apretó con suavidad mientras lo miraba con una sonrisa en su expresión. Al menor le gustó sentir el tacto del mayor en sus manos, ya que lo hacía sentirse seguro.

—Se que tratará de entenderte lo mejor posible.

El menor lo veía ladeando la cabeza. Gojo simplemente amaba cualquier expresión del menor, para él simplemente era perfecto en todos los aspectos, todo él le fascinaba. También le emocionó ver cómo este no se tensaba o comenzaba a preocuparse por las miradas que las personas de allí podrían darles por el hecho de estar tomados de la mano. Seguridad era lo que buscaba en una persona, el menor lo tenía muy definido y eso aceleraba con emoción las palpitaciones del corazón de Gojo.

—Y estoy completamente seguro que él debe de amarte -finalizó acariciando con suavidad la mejilla del menor.

Se alejó cuando la mesera llegó dejando sus pedidos frente a cada uno, le dio gracia ver la cara de decepción de la mujer al notar que los dos chicos atractivos que estaban comiendo allí se encontraban dándose afecto. Pero agradeció mentalmente que no los haya tratado de una mala forma solo por verlos, simplemente siguió con la misma atención desde el principio.

Comieron con tranquilidad mientras disfrutaban cada segundo de ese momento por el solo hecho de estar juntos.

Al terminar su comida salieron de allí, Gojo faltaría al trabajo para estar todo el día junto al menor. Y así fue, estuvieron juntos todo el día de parque en parque, vieron películas juntos en el cine e hicieron muchas más cosas divertidas, momentos inolvidables que se quedarían en la memoria de los dos.

Cuando notaron el cielo oscurecerse para dar paso a la luz de la luna alumbrándolos desde el punto más alto supieron que sería hora de irse. El mayor condujo en silencio hasta la casa del menor, mientras que el menor tarareaba una canción que muy apenas era audible en la radio del automóvil. Gojo lo veía de reojo de vez en cuando que tenía tiempo de hacerlo, su mirada terminaba fijándose en los tiernos y carnosos labios después de haber estado contemplándolo por completo, era simplemente precioso.

Al llegar frente a la casa del menor estacionó el auto, apago el motor mientras el menor desabrochaba su cinturón de seguridad y se bajaba del auto. El mayor hizo lo mismo rodeando el auto para pararse junto al menor y acompañarlo a la entrada de su hogar.

Se quedaron quietos por un momento allí bajo la tenue luz de una farola lejana por la calle. El mayor escuchó sollozos provenientes del menor, agachó un poco su mirada para verlo y notó que se encontraba cubriendo su rostro con sus manos mientras lloraba en voz baja.

—¿Que ocurre? -preguntó Gojo tomándolo por las manos para alejarlas de su rostro. Su pecho dolía demasiado cuando lo veía llorar. Limpio las lágrimas de las mejillas del menor con el dorso de su mano con suavidad mientras este trataba de tranquilizar su respiración.

—No se que haré si mi papá llegase a odiarme -admitió el menor.

El mayor lo sostenía con suavidad por las mejillas mientras las acariciaba. Se encontraban demasiado cerca, pero ese espacio personal que habían perdido los mantenía en un sueño, en su propio mundo. —Puedes venir a mi cada vez que quieras, estaré esperando por ti -le sonrió dulcemente el mayor. El menor se dejaba acariciar por las enormes manos suaves del mayor, se sentía genial. Esas simples palabras habían logrado que su corazón palpitara mucho más rápido de lo normal.

El mayor se quedó con los ojos abiertos de par en par justo cuando sintió los labios suaves del menor unirse con los suyos, en un beso suave y tierno, nada más que eso un beso único que espero por mucho tiempo. Lo apegó más a él tomándolo por la cintura, cerró sus ojos y se continuaron besando con suavidad y ternura.

Un hombre que venía caminando por la oscura calle se quedó estupefacto al presenciar esa escena que hasta dejó caer las bolsas de plástico que llevaba en sus manos. Se escondió detrás de un automóvil por mientras tratando de procesar lo que sus ojos habían visto, no pensó que algo así podría hacerlo tener sentimientos encontrados, que sintió como sus ojos se llenaban con lágrimas. No supo ni cuánto tiempo estuvo allí escondido, que salió de su trance cuando escuchó el motor de un automóvil encenderse y después lo vio yéndose por las oscuras calles. Mientras vio al menor entrar a la casa sin más.

Love with flaws; GoYuu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora