7. Ex

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Hey, gentilla.
Cap largo: +2K palabras
¿Vieron el pelito de Taehyung? Rizado y precioso, es ricitos de oro. Cerrao.

 Cerrao

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Pd. Sé que soy fraude, pero avanzar a paso tortuga es mi pasión. En otras, hay errores y pienso corregirlos, no se preocupen.
                    ____*____

— Mierda.

El delicado cuerpo se dejó caer sobre el sofá, bufando incrédulo mientras se acariciaba frustrado los cabellos grises. Millones de preguntas inundando su cabecita de repente. La más importante: ¿Por qué mierda estás tan feliz, Taehyung?

Y es que el hermoso moreno se había estado sintiendo miserable estos últimos dos meses. Sus días eran un completo desafío por los malestares diarios: vómitos mañaneros, mareos consecutivos, cambios de humor y atracones nocturnos de comida. No recordaba haber mezclado comidas tan pesadas, mucho menos consumir productos caducados, pero deducía que los malestares no se trataban de algo más que una infección estomacal.

Sí, claro.

Lunes por la mañana y el nuevo integrante de su grupo de marketing se acercaba a renunciar a su cargo sin haber participado más de un mes en la empresa. Una discusión surgió y cuando menos se lo esperó, Seokjin levantó la voz para decir: "No me pagan lo suficiente como para tratar con omegas preñados y malhumorados."
El peliplata iracundo por las pésimas bromas de su trabajador no dudó en despedirlo, chillar frente a su demás empleados y dirigirse a la farmacia para negar con evidencias que no se encontraba embarazado. Sin embargo, ahí estaba.

En su sillón.

Avergonzado.

Hambriento.

Sorprendido.

Y...feliz.

Una sonrisa se asomó por las comisuras de sus labios mientras su manito que sostenía la prueba de embarazo se dirigía a su pecho, recién asimilando la maravillosa noticia. Él se encontraba en la dulce espera de un pequeño cachorrito. Su lobito aulló feliz en su interior a la par de sus risas alegres, ambos eufóricos de poseer una pequeña semillita creciendo en su pancita y cumplir uno de sus mayores anhelos. Es decir, yacía tiempo en que el omega soñaba con formar una manada, ver a pequeños cachorritos gorditos de dos o tres años correteando por aquí y por allá, llamándolo mamá y llenándolo de besitos dulces; todos los escenarios causándole corrientes de amor por el pecho.
Posó su mano sobre su blandito abdomen antes de hablar aún con la sonrisa tatuada sobre su rostro.

— Ya te quiero aquí, cachorrito...

No obstante, tan rápido como le invadió la felicidad, le invadió la nostalgia.

—...y estoy seguro que tu papi también. — susurró

Pensar en decírselo a su alfa era una historia diferente, una completamente triste. No se reunía con su exesposa desde hace casi dos meses, la última vez fue en el patético reencuentro de promoción universitaria donde el platinado fue follado hasta la inconsciencia. Recuerda a la perfección sus vanos intentos por apartarle la mirada aún estando en mesas diferentes, el porte dominante y el aroma fuerte que emanaba le hacía querer gemir como cuando aún era su esposo. Así que, casi consumidos por el deseo, escaparon como dos adolescentes enamorados sin ser vistos por sus amigos. El omega casi podía contar todas las veces que le abrió las piernas gustoso a su ex alfa esa noche: en la capota del carro, en el asiento trasero del mismo, la puerta del alojamiento de la alfa, el piso alfombrado, la cama suavecita, la ducha elegante, el ventanal abierto, la mesita de noche, entre otros lugares que volvería a probar si tuviera la oportunidad.

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