1.2. Zorrito

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Las mejillas sonrojadas, los ojitos acuosos, la boquita jadeante con los labios hinchados, las orejitas pegadas a la cabeza por el placer, la colita enroscada a su pierna libre y el olor intenso de melocotón con toques de fresa hacían perder la cabeza a la alfa. Le hacían querer enterrarse en el delicioso agujerito chorreante y no salir hasta que su omega se lo pidiera a gritos. Por ello, dejándose llevar por su lado animal, tomó las caderas con fuerza haciendo que él omega cayera de una sola embestida sobre su pene.
El grito del omega le hizo sonreír burlonamente.

— ¿Todo bien por ahí? — murmuró irónica.

La alfa no se iba a mover. Era evidente que su omega sentía un molesto dolor en su deliciosa zona sur; los pálpitos y la opresión del dulce agujerito se lo mostraban.
Cuando vio gotitas salir de los ojos mieles, sonrió cariñosamente. Una de sus grandes manos tomó el lindo falito rosa de su bebé comenzando a acariciar lentamente; mientras que la otra se dirigía a acariciar los pezones rojizos. Se inclinó hacia adelante para besar los labios con hambre.

— Perdón, bebé. ¿Te dolió mucho? — dijo entre besos.

Los pequeños lloriqueos lastimeros de cachorrito recién nacido eran adorables de oír.

— A-alfa mala — regañó con un pucherito

Havva rió antes de atacar con besitos castos los cachetes colorados de su pareja, aún acariciando el pene sensible.

— ¿Acaso no fue lo que querías, amor? Sin preparación.

— Deja de burlarte... ¡ah!... Lo quería despacito.

La alfa sonreía mientras bajaba los besos al cuello canela y sentía las manos delgadas aferrarse al cuero de su cabello. Gruñó de pura satisfacción cuando pudo ver la marca de pertenencia en la curva del cuello y el hombro moreno, regaló besos jugosos en la zona ganándose jadeos de satisfacción de la boquita contraria. Su loba aruñaba su pecho y estómago con tal de poder reclamar como suyo, una vez más, al dulce zorrito plomo.

Está desapareciendo.

Lo reclamamos anteayer, animal.

Oh.

Havva no pudo seguir el hilo de conversación con su loba, pues el vaivén suave de adelante hacia atrás hechas por las caderas contrarias creaban una fricción fascinante. Soltó un gemido ronco cuando las caderas se levantaron y se dejaron caer lentamente, haciéndole perder la razón y dejar cualquier tipo de trabajo manual para apoyarse completamente en el respaldar del sofá.
Taehyung ocultó la sonrisa pícara mordiendo su labio inferior mientras volvía a repetir su acción. La alfa cerró los ojos sintiendo cómo su falo era tomado de manera deliciosa en el interior caliente; podía jurar que veía luces. No abrió los ojos aunque sintiera las manos delicadas apoyarse en sus hombros y los ligeros besitos en su cuello. Un ronroneo le hizo sonreír aún en su pozo de placer.

— Que precioso eres, mi amor — dijo acariciando la espalda — Pero, justo ahora, quiero que me tomes como el zorrito que eres. ¿Entiendes?

La fuerte embestida que dio con sus caderas hizo que su omega entreabriera la boquita soltando un gemido ronco. La mano de la alfa se dirigió hacia los cabellos plomizos haciendo que el omega pegara su pecho contra el suyo; los pechos de la alfa impedían que los cuerpos se pegaran completamente, dejando un roce entre las bocas jadeantes.

— Respóndeme, zorrito.

Otro gemido fue soltado cuando la alfa tiró de los cabellos y soltó una nalgada, con la mano libre, en uno de los gordos glúteos morenos.

— S-sí, alfa.

La respuesta que dio fue suficiente para que la alfa comenzara con rudas embestidas. Los gemidos del moreno se mezclaban con los jadeos ruidosos de la alfa.

Ladeó su cabeza a la izquierda y luego, a la derecha para hacer tronar sus articulaciones adormecidas

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Ladeó su cabeza a la izquierda y luego, a la derecha para hacer tronar sus articulaciones adormecidas. Eran pasadas las siete de la mañana y no había dormido en toda la noche; luego de hacer el amor con Taehyung hasta altas horas de la madrugada se había acordado, como si fuera algo insignificante, de su informe del curso de ingería de procesos. Por suerte, sus madrugadas invertidas para aprobar sus parciales le hicieron el trabajo más fácil, pues estaba a unas pocas citas de acabar. Una media hora más tarde, disfrutaba de la palabra "enviado" en la plataforma de su universidad.

En 4 horas y media. Nada mal, Yoon.

Vamos a dormir con Tete

Entendido, jefa.

Cerró su laptop y guardó sus materiales utilizados dejando la mesa limpia y como lo había encontrado antes de entrar en desesperación por su procrastinación. Claro que no se quejaba de aquella procrastinación, no cuando esta significaba una marca de pertenencia y un lazo renovado.

Paró al instante, en medio de la sala de estar, cuando la visual le quitó el aliento. Los rayos del sol iluminaban el pequeño cuerpo recostado en el sofá, haciéndolo ver tan etéreo y puro a sus ojos. Su precioso omega estaba dormitando abrazado a su campera azul, que suponía tenía su olor a mar, en solo un bóxer rojo y un polo blanco. Las dulces protuberancias que eran su colita esponjosa y las orejitas peludas estaban en estado de alerta, indicando que su bebé se encontraba en sueño ligero. Sonrió recordando los pequeños cabeceos que dio estando sentado cuando se propuso quedarse con ella toda la madrugada hasta acabar su trabajo; se quedó despierto hasta las seis de la mañana para finalmente caer dormido. 
Caminó a paso sigiloso hasta el omega para tomarlo en brazos.

— Mmm... ¿alfa? — gruñó restregándose los ojitos.

— Shhh, bebé — susurró dejando un besito en la frente cubierta por los rizos plomizos — Vayamos a dormir.

La alfa sintió el asentimiento de cabeza en su hombro y el acurruco de su pareja.
Una vez en la cama, se llenaron de besos y promesas de amor hasta caer dormidos.

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