Parte 9

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Como mínimo solo había pasado una hora desde que recogió a su pequeña de su casa o mejor dicho, ser cómplice de su pequeña travesura de escaparse de casa en la noche. Pero era realmente difícil negarle algo a ella, cuando siempre será la culpable de que su corazón se alborote en su interior cuando la tiene tan cerca.

Sus oscuros y neutros ojos observaban a su ángel tirada en el césped contando las innumerables estrellas que había en el cielo, mientras la observaba acostado a su lado solo mirandola a ella, era tan hermosa que a veces tenía impulsos de besarla, pero se detenía ya que no sabría cuál sería la reacción de ella y no quería causar incomodidad entre los dos y provocar que ella se aleje. Tenía miedo de perder lo único que le daba un empujón para seguir viviendo su vida miserable.

Habían ido a muchos lugares, obviamente cerca de su casa, era demaciado tarde para que su hermosa Lucia anduviera a altas horas de la noche afuera.

— ¿ En que piensas Nicolás ? no paras de mirarme — hablo repentinamente Lucía girando su cabeza para ver al chico a su lado

— emmm yo...nada

— eres raro — decía sonriendo

— ¿ Aha si ? — enarca una ceja

— a mí me gusta lo raro, deberás gracias por esta salida nocturna, es muy relajante

— la verdad es que si, nunca había hecho esto con nadie

— ¿ y como sigue tu espalda ? ¿ Te sigue doliendo ?

— emmm no, era solo una bobada — mintió, aún le ardía su espalda por las heridas, pero ya no sangraban, eso lo agradecía — oye, creo que debemos irnos, es muy tarde para ti estar afuera

— que lastima, quería estar un tiempo más, pero está bien, regresemos

Nicolás se levanta y la ayuda a levantarla del suelo para comenzar a caminar destino a la casa de ella. No había ni un alma en la calle y eso le causaba escalofríos, jamás había estado fuera de casa a estas horas.

— Bueno, supongo que es un adiós y hasta mañana — sonríe — me divertí mucho Nico Nico, eres el mejor — planta un beso en su mejilla — cuídate, nos vemos mañana

— igualmente, adiós — intenta sonreir al menos un poco, pero desiste ya que solo conseguía hacer muecas

Después de ver qué ella ya había entrado a su casa, dió media vuelta y camino a hasta la suya con el corazón acelerado. Sus labios se sentía tan suaves, verdaderamente ella era una droga muy fuerte. Llegó a su casa e intento abrir la puerta la cual estaba cerrada y se había dejado las llaves adentro. Intentó entrar por alguna ventana pero todas estaban cerradas, incluso las de su cuarto las cuales el había dejado abiertas. Al parecer su padre había descubierto que se había escapado y de seguro cerró todo para que Nicolás no pudiera entrar.

Ya sin ganas de seguir intentando y de borrar la idea tan estúpida de tocar la puerta para despertarlo y dejar que el entre, cosa que obviamente no iba a suceder, pensó en un lugar en el que dormiría bien, dónde estaba una persona que amaba mucho. Su madre. Su idea era dormir sobre la tumba de ella, estaba seguro de que iba a sentir su calorcito, aunque sea solo en un sueño, pero al menos estaría cerca de aquella mujer que tanto extrañaba.

(…)

— mamá — dijo ya acostado sobre la tumba de ella — ¿ me puedes contar una historia ? — no pudo evitar soltar una lágrima del dolor que sentía en su pecho — te quiero

Y quedó completamente dormido en la soledad de aquel cementerio.

Las horas pasaron y el sol ya había salido. Aún dormido Nicolás sentía unos gritos los cuales provocaron que el despertara y mirara al causante de la interrupción de su sueño.

— ¡ Niño ! ¿ Que crees que haces ahí ? — un hombre que parecía trabajar en el lugar le llamaba la atención — ¡¡¡ Váyase ahora mismo o llamo a la policía !!!

Sin más remedio se levantó y corrió como pudo fuera del cementerio, debía ir a su casa para saber si ya podía entrar, aunque, una paliza de seguro le esperaba.

(…)

— pero miren quien llegó — decía su padre sentado en el sofá — pensé que habías muerto de frío ahí fuera, ¿ dónde estabas ?

— dormí en el cementerio — habló con la cabeza baja

— jajaja, ¿ te estás familiarizando con el lugar donde pronto estarás ? — dice en tono de burla — eso es bueno, vete a tu cuarto antes de que me levanté y te de una golpiza por escaparte en la noche maldito niño prostituto

Nicolás asintió y se fue rápido a su habitación mientras la mirada fulminante de su asqueroso padre lo observaba.

El tiempo no perdonaba aquellas personas tan crueles, el tiempo era poderoso, el karma era su arma para darle lecciones de vida a todas aquellas personas como el padre de Nicolás.

El chico pelinegro sabía que algún momento de su vida, no importaba cuanto se demoraría, no importaba si pasaban muchos años, el iba a ser paciente, sentía que podía devolverle todas las putadas que le hace.

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