Hoy me desperté muy temprano.
Lo primero que vi al abrir los ojos fueron las bonitas cortinas rojo escarlata que rodeaban mi cama en el dormitorio de las chicas de Gryffindor.
Me levanté y me puse la túnica.
Después bajé al Gran Comedor.
Estaba casi vacío, pero aún así la comida ya estaba en la mesa.
Desayuné deprisa, apenas sin fijarme lo que cogía.
Tenía más prisa que de costumbre.
Cuando me llené lo suficiente para aguantar hasta la hora de comer salí del comedor a todo correr y me dirigí hacía la lechucería allí estaba Espacio, mi pequeña lechuza.
Le até a la pata una carta que llevaba en la mochila y di media vuelta justo después.
Tenía que ver a alguien antes de empezar las clases.
Bajé corriendo las escaleras que llevaban hasta la sala común de mi casa.
Allí, sin saludar a nadie para no detenerme, cogí mi tintero y mi pluma y volví a salir a todo correr por el retrato de la Señora Gorda.
Ojalá hubiera podido aparecerme, todo hubiera ido más rápido.
Cuando llegué al campo de quidditch me sentí aliviada, había llegado a tiempo.
Allí estaba Alba, una estudiante de Slytherin de mi mismo curso de la que me había hecho muy amiga en el expreso de Hogwarts y con la que solía quedar en diversos sitios antes y después de las clases.
Esta vez, habíamos quedado allí para ir juntas hasta el bosque prohibido.
Al vernos ambas salimos corriendo, las dos sabíamos a donde íbamos.
Cuando nos adentramos lo suficiente, cada una sacó un pequeño frasco de su mochila, era poción Multijugos.
La llevábamos preparando algo más de una semana.
Las dos éramos muy buenas en pociones, pero esta era una especialmente difícil.
Cada una se sacó un pelo y lo puso en el bote de la otra.
Nos la bebimos inmediatamente después.
Estaba especialmente mala, pero aquel asqueroso sabor iba a merecer la pena.
Pasados unos minutos, yo era Alba y Alba era yo.
Sí, aquel día comenzó no siendo muy diferente a los demás, pero no terminó igual.
Lo que teníamos pensado era pasar un par de horas siendo la otra persona.
Nos conocíamos lo suficientemente bien como para no cometer ningún error, las dos éramos las mejores estudiantes de nuestras casas y nos conocíamos los nombres y el aspecto de los amigos de la otra, así que, aquel cambio no nos pareció muy difícil de llevar.
Nos cambiamos las mochilas y las túnicas y nos dispusimos a ir hacia las clases de la otra.
La primera clase de Alba era pociones, por lo que me dirigía a las mazmorras.
En esa clase me sorprendí con lo amable y educado que estaba siendo Snape.
Ni siquiera se enfadó cuando respondí correctamente a todo, como hubiera hecho si no hubiera sido Alba, y me sorprendió aún más cuando me sumo cinco puntos en vez de quitármelos.
La segunda y última clase que tuve siendo un Slytherin fue transformaciones. En esta también me sorprendí, pero no como esperaba.
La profesora McGonagall pareció sentirse muy ofendida cuando yo le pregunté cosas algo superiores sobre la transformación de los animagos, al contrario que hubiera hecho si yo, Irene, una Gryffindor se lo hubiera preguntado.
Cuando acabó esta clase bajé a las mazmorras.
Alba acababa de terminar pociones y Snape no era lo que se dice puntual con los Gryffindor.
Allí estaba Alba, solo nos quedaban unos cuantos minutos antes de que se acabara el efecto de la poción y decidimos dar un paseo por los pasillos, pasamos por delante de la sala común de Gryffindor y después delante del despacho del director.
Justo en este momento Dumbledore estaba bajando por la escalera de caracol.
Cuando llegó abajo nos paró y nos preguntó qué tal el día, las dos respondimos a la vez, pensamos que de esta forma no podría sospechar nada.
Salimos corriendo de allí y disfrutamos de los escasos diez minutos que nos quedaban siendo la otra.
Al final del recreo, fuimos rápidamente al bosque y, después de transformarnos, nos cambiamos las túnicas y las mochilas otra vez y fuimos a clase.
El resto de la mañana teníamos las clases juntas.
A la hora de comer fuimos al gran comedor y, aunque eso no estaba permitido, nos sentamos juntas.
Dumbledore dio un discurso inesperado y al final de este dijo que nos quería ver en su despacho, a Alba y a mí.
Nos miró y nos guiñó un ojo.
Al acabar la comida, nos levantamos y fuimos al despacho del director. Allí él nos recibió con su calurosa sonrisa y, sin previo aviso, dijo:
-Bueno, chicas. ¿Qué tal vuestro día siendo la otra?
Las dos nos sobresaltamos e intentamos buscar una buena excusa, pero ninguna resultaba lo bastante creíble.
Ya estábamos pensando en recoger nuestras cosas imaginando cómo le íbamos a explicar a nuestros padres que nos habían expulsado, pero él dijo:
-Así que supongo que os tendremos que subir de curso en pociones. Ningún estudiante de primero ha conseguido hacer una poción Multijugos y, mucho menos que solo les pille el director.
Lo último lo añadió entre risas.
Alba y yo echamos a reír también, estábamos muy contentas porque hubiéramos avanzado en pociones, pero, de pronto me di cuenta, ¡ESO SIGNIFICABA UN AÑO MENOS EN POCIONES!
Dumbledore vio la depresión en mi cara y dijo:
-Que subas de nivel en pociones no quiere decir que sea un año menos.
Yo sonreí, y Alba y yo salimos de allí para pasar el resto de la tarde juntas.
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𝙷𝚊𝚛𝚛𝚢 𝙿𝚘𝚝𝚝𝚎𝚛 𝚢 𝙴𝚕 𝙴𝚜𝚌𝚞𝚊𝚍𝚛ó𝚗 𝙷𝚘𝚐𝚠𝚊𝚛𝚝𝚜 1
FantasyEsta es la historia de dos amigas, una Griffindor y una Slytherin. Sus casas son enemigas, ¿y ellas mejores amigas? #10 en alumnas