Las llaves: Los candados

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Y nos pasamos la tarde con Amelie, o Amelia como la llamaba yo. Nos despedimos y nos fuimos para nuestras clases de vuelta con Draco que estaba sentada en el sofá.

-Draco, gracias por presentarnos a Amelia y la verdad no me esperaba eso de ti...-Dije yo cansada acostándome en el otro sofá.

-Bueno, sí, una cosa... ¿Tú eres animada cierto?-Dijo el sacando una libreta.

-Si... ¿Por...?-Dije yo mirándolo-

-Tengo deberes y quieras o no me vas ayudar.

Nos pasamos hasta la entrada la noche haciendo los deberes de Draco que consistían en unas preguntas sobre animados, me preguntó si me había registrado y le dije que sí. Yo ya era capaz de transformarme desde pequeña y a los siete años ya estaba inscrita. Me pidió que me transformara y yo con mucho orgullo y lo hice, le expliqué el proceso y otras cosas, al final nos fuimos tarde a dormir y Draco me lo agradeció.

por la mañana Draco vino a mi dormitorio ya vestida y arreglada yo en cambio seguía durmiendo y en pijama, me dio mucha vergüenza, me echo una pequeña bronca por estar durmiendo con un dragón, que será algo peligroso, que si era una bestia y otros pero se calma me dijo que me vistiera rápido y salimos. Todo el colegio estaba rodeando la puerta y en el centro pude ver al director hablando con Hagrid nervioso. Nos encontramos con Irene, Amelia y el trío de oro. Entre todos logramos acercarnos a donde se encontraba Hagrid y preguntarle qué pasaba.

-Se me han escapado dos unicornios, pero son pequeños y indefensos y además los necesito para dar una lección hoy muy importante, si no los encuentro se va a liar buena...- Dijo Hagrid susurrándonos para evitar armar más escándalo.

Al final todos se fueron para sus respectivas clases y nosotros nos quedamos hablando con Hagrid y una vez terminadas las clases fuimos a comer.

-Tengo que encontrar a esos unicornios... Y de paso, podría aprovechar para...

-Alba sé que irías de todas formas pero intenta no ponerte en peligro más de lo necesario.-Dijo Draco terminando su comida. Se fue con los de Slytherin y Amelia vino corriendo.

-¡Alba, Alba! ¡Mira, es un regalo! Irene me dijo que estabais haciendo un cuaderno de criaturas mágicas, ¡quiero ayudaros, sé mucho del tema! ¡Te traje esto ya que Irene siempre me habla de ti y me contó que querías uno!- me puso las manos juntas y me puso en ellas algo que se movía, abrí los ojos y vi un lindo periquito que... ¿Con cabeza de tigre? Y entonces que ahí era una especie de Australia que le había contado a Irene que si iba buscaría o no, en ese momento quería darle las gracias a Irene por acordarse... Lo estuvimos cuidando y era muy divertido, al final decidimos que lo cuidara Hagrid (a este paso Hagrid tendría que mudarse, últimamente le dejo muchas especies nuevas para que las cuide porque no me dejan tenerlas en el castillo). Y como teníamos la tarde libre fuimos con Hagrid como siempre a excepción que hoy venía Amelia y me hacía mucha ilusión, estuvimos cuidando de muchas criaturas que tenías Hagrid y entonces vino corriendo nos explicó y pidió ayuda ya que no lograba encontrar a los unicornios y le ayudamos.

-¡A quien está! ¡Inspeccione el terreno de Clara, estaba la manada pero no hay rastro de los pequeños ni de su madre!-Grito familia corriendo hacia nosotras. Hace una hora nos habíamos separado para buscarlos pero sin éxito.

-Vale, solo nos queda una zona del bosque, la laguna. Pero es difícil llegar a ella por tierra, Amelia y yo iremos en escoba, ambas hicieron un hechizo y las escobas dinero volando para eso delante de ellas.-Alba tú si quieres ver como tú sabes.

Dicho y hecho, transforme en mi forma animaga, como lobo era más fácil y divertido andar por el bosque y lo hacía con frecuencia por lo que ya sabía por dónde ir.

-Irene... Me lo habías dicho pero ¡es alucinante!-Dijo Amelia elevándose un poco para Irene Irene... me lo habías dicho pero ¡Es alucinante!-Dijo Amelia elevándose poco a poco mirándome.

Yo le agregue y eché a correr y igualmente las chicas se pusieron manos a la obra. Tras un corto periodo de tiempo llegamos a la entrada de la laguna donde a los lejos vimos a la madre con un pequeño, menos mal. Pero nos hemos cuenta tres guiar a los unicornios por medio de unas cuerdas que faltaba uno... Irene y Amelia me dejaron a cargo del pequeño mientras estás conduciendo y unicornios de vuelta a los establos. Yo seguí buscando, faltaban treinta minutos para la clase de Hagrid debía darme prisa.

Al final lo logré, el potrillo, en verdad no era tan pequeño como el otro se llama tumbado a las puertas de un arco que conducía una plaza con la fuente de un unicornio de la que salía agua cristalina, las flores colgaban de la entrada y a lo lejos se veía un edificio medianamente en ruinas. Con mucho cuidado le pedía al unicornio que me compañera y logramos llegar a tiempo, una vez me reencontré con las chicas nos abrazamos, segundo día de Amelia y ya volvíamos a vivir emocionantes aventuras.

Les conté a las chicas de aquel lugar, nos encaminamos juntas felices a ver resuelto el problema a las tres.

Cuando acabamos todas las clases de la tarde. Salimos en busca de la pequeña plaza de la que Alba nos había hablado y en la que ella había encontrado al pequeño unicornio. Tuvimos que atravesar toda la plaza que, para no haber la visto nunca, era muy grande y espaciosa. Atravesamos un pequeño arco y llegamos hasta la fuente de la cual Salía agua del pequeño unicornio. La rodeamos y nos dirigimos hacia la antigua casa en ruinas que se veía en el horizonte.

Una vez allí, buscamos una entrada. Había muchas ventanas, pero todas eran demasiado pequeñas para que Alba, Amelie o yo entráramos por ellas. Tras dar unas cuantas vueltas a la casa encontramos tras la maleza una puerta. La intentamos abrir, pero nos dimos cuenta de que no podíamos porque había cuatro candados. El primero era uno en forma de serpiente y de un color verde esmeralda, el segundo tenía forma de león y era más rojo que un rubí, el tercero tenía forma de águila con una salas que resaltaban sobre todo lo demás y de color azul, el cuarto y último candado tenía un pequeño tejón de color amarillo y que relucía como el sol. Echamos un Alohomora las tres a la vez, pero no funcionó. Nos miramos sorprendidas e intentamos volver a abrir la puerta con diversos encantamientos. Al ver que era imposible. Que la magia no funcionaba con estos. Decidimos ir a la biblioteca para informarnos sobre cómo encontrar una llave para candados u otro tipo de forma de abrir candados sin utilizar la magia.

En la biblioteca, nos llevamos una gran sorpresa cuando, mientras Amélie, Alba y yo buscábamos libros por separado, nos sucedió algo totalmente inesperado y que, gracias a eso, todos nuestros problemas habían desaparecido.

𝙷𝚊𝚛𝚛𝚢 𝙿𝚘𝚝𝚝𝚎𝚛 𝚢 𝙴𝚕 𝙴𝚜𝚌𝚞𝚊𝚍𝚛ó𝚗 𝙷𝚘𝚐𝚠𝚊𝚛𝚝𝚜 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora