CAPITULO 0. ANTES DE TODO

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CAPITULO 0

Esa noche del 6 de abril, en una pequeña casita de Nalbari cruzando el río Brahmaputra en India, una mujer mayor preparaba pedazos de tela limpia, agua caliente y hierbas para el nacimiento del primer hijo del matrimonio Farash.

La luna acompañaba a los familiares de Sohan esposo de Eiinar quien estaba en una de las habitaciones tratando de no desmayarse del dolor.

Eran las once de la noche y las nubes parecían haberse ido para dejar a las estrellas iluminar el cielo, la familia de Eiinar se encontraba sentada en el patio de aquella casita donde las gallinas y borregos se negaban a meterse a su corral.

—Si es niño tendremos que festejar su nacimiento —dijo uno de los tíos mayores de Sohan mientras se acomodaba en el suelo junto a la demás familia.

—El nacimiento de un hijo es la bendición más grande que una familia puede tener — agregó otro hombre a lado del futuro padre.

— ¿Qué nombre le van a poner? —preguntó curioso el tío.

—Iham o Kumar —respondió Sohan— no lo sé todavía.

Las horas avanzaban y la oscuridad del cielo parecía volverse más densa, el viento se tornaba cada vez más frío, en la habitación donde Eiinar era atendida por tres mujeres el ir y venir de cada una solo llenaba de tensión a la joven que aguantaba el dolor, Eiinar volteó a ver a su madre que le limpiaba la frente y tomaba su mano.

Los hombres afuera animaban a Sohan que seguía nervioso y preocupado mientras uno de ellos le hablaba sobre el festejo que harían para recibir a su primer hijo, de pronto un llanto los interrumpió dejándolos atentos, de la puerta de la casita salió una de las mujeres para llamar a Sohan, el nuevo padre se levantó contento y curioso acercándose a la mujer.

—Es niña, está divina —comentó aquella señora fingiendo una sonrisa.

Los hombres presentes se miraron entre ellos tratando de ocultar la decepción, se levantaron y le dieron un par de palmadas en el hombro al padre de la niña y se fueron. Sohan entró a donde su esposa yacía acostada, estaba agotada y adolorida, tenía a su lado a la niña, él se acercó junto a ella.

—Perdón, es una niña —Dijo Eiinar acomodando la cobija de la bebé.

—Está bien, querida —respondió el esposo tomando a la niña.

— ¿Qué van a decir de nosotros? Que tu esposa ni siquiera te pudo dar un varón —mencionó triste.

—Es la primera, talvez después tendremos un niño —respondió mirando a su hija.

—Mi padre quería un nieto, ahora no permitirá que sigamos en la casa —comentó la joven.

Afuera de la habitación, la mujer mayor preparaba un té con unas hojas amargas.

— ¿Ya habló con su hija señora? —Preguntó aquella extraña moviendo la infusión caliente.

—Eiinar sabe lo que pensamos al respecto, ella no tiene que decir nada —sostuvo Saniya.

En la habitación, Eiinar y Sohan se acomodaron junto a su hija y se dispusieron a descansar.

Las estrellas en el cielo iban desapareciendo al mismo tiempo que la luz del sol se apoderaba del mismo.

—Buenos días, hija —entró la madre de Eiinar trayendo consigo un poco de comida.

— ¿Dónde está Sohan? —Le preguntó tratando de levantarse.

—Cálmate salió temprano, dijo que no tardaría, no te muevas —indicó Saniya.

—Mira mamá está muy chiquita, es bonita —agregó la joven madre.

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