3. Distante.

66 7 0
                                    

-Muchas gracias.

Justo después de aquellas palabras la morena se bajó del escenario, dejando la guitarra y el micrófono colocados, y dirigiéndose rápidamente hacia Mikel quien la esperaba con una gran sonrisa.

-Hola, guapa. –Dijo el pamplonico.

Natalia se lanzó a besarle de manera suave y pausada, como si no fuese consciente de que el resto de sus amigos les estaban mirando atentamente.

-¿Qué haces aquí? -Dijo la morena con una gran sonrisa en la cara.

-Me adelantaron el vuelo y Miki me dijo que vendríais aquí y no me podía perder tu actuación.

-Eres increíble, ¿el trabajo ha ido bien?

-Sí, cielo, pero mañana te cuento tranquilamente, ¿vale? Que estás aquí con tus amigos. –Le dijo con una sonrisa amable mientras le cogía la mano a la morena.

-Pero te tomas algo con nosotros, ¿no?

-Por supuesto, sabes que tus amigos me caen genial.

-Vale, pues siéntate, yo me voy a pedir otra copa, ¿tú quieres algo?

-Una cerveza, por favor.

-Vale.

Se dieron otro beso, este mucho más rápido que el anterior y Mikel se fue a la mesa, a saludar a los amigos de su novia y Natalia se apoyó en la barra esperando a que alguien la atendiera.

Mikel y Natalia se habían conocido años atrás en la ciudad natal de ambos, Pamplona. Aunque por aquellos tiempos ninguno de los dos se llevaban tanto como ahora. No fue pasados los años que se reencontraron en una discoteca de Madrid mientras estaban de fiesta, esa fiesta les hizo volver a hablar y con el tiempo acabaron siendo novios. Tenían una relación envidiable según muchos, pues ambos habían basado su relación en el respeto, la confianza y la libertad. Además los amigos de Natalia apreciaban muchísimo a Mikel, ya que todos sabían que el pamplonico había sido como un flotador para Natalia desde el momento en el que se conocieron y la había ayudado muchísimo a perdonarse a ella misma y a superar su pasado, haciendo de Natalia una persona con mucha más gestión emocional y autoestima.

-Dime, ¿Qué te pongo?

-Una copa de ron con naranja y un tercio, por favor.

-Vale, te lo pone ahora mismo mi compañera.

-Vale, muchas gracias. –Le dijo a la camarera rubia que la había atendido. Le había llamado bastante la atención los tatuajes de la chica, eran tatuajes bastante únicos y que llamaban mucho la atención a cualquiera que los mirase, ya que Natalia era una apasionada de los tatuajes.

-Un ron naranja y un tercio, ¿verdad?

No podía ser, esa voz de nuevo. Natalia alzó la mirada y efectivamente se encontró con los ojos marrones de Alba.

-Sí, gracias.

Alba, al escucharla también alzó la mirada para ver si la voz que había escuchado correspondía a la morena.

-Quién lo diría, hace años que no nos vemos y ahora nos encontramos todos los días. –Dijo la morena intentando quitarle algo de hierro al asunto.

-Ya ves, qué curiosa la vida. -Le respondió Alba sin apenas mirarla.

-Bueno, gracias, me vuelvo a la mesa.

Alba simplemente la asintió y siguió con su trabajo, se sentía muy avergonzada por lo que había pasado años atrás con la pamplonica, pero era esa misma vergüenza la que no la dejaba actuar y comportarse de manera más amable con la más alta.

Por otra parte Natalia, en el momento que se giró hacia la mesa en la que se encontraban sus amigos y su novio se detuvo a pensar por unos segundos en la actitud de la camarera y en la coincidencia de que Alba trabajase en ese bar y justo se hubieran vuelto a encontrar.

Agitó su cabeza suavemente intentando echar a sus pensamientos y se dirigió a la mesa sentándose al lado de Mikel.

-Muchas gracias por el tercio.

-De nada guapo. –Dijo tomando un sorbo de su copa.

-¿Estás bien? Te noto distante. –Le susurró Mikel al oído.

-Sí, estoy un poco cansada, solo eso.

Natalia se sentía mal por mentir a Mikel de alguna manera, pero sabía que la conversación que debía tener con él tendría que ser para otro momento en el que estuvieran los dos solos y pudiesen hablar con más tranquilidad.

Mientras el tiempo iba pasando el grupo cada vez iba estando más afectado por el alcohol que habían ingerido. Natalia y Mikel eran sin duda los que menos perjudicados estaban de todos. Durante la noche Marta se animó también y salió al escenario a cantar Beat It de Michael Jackson, Miki también se animó a cantar Promesas que no valen nada de Los Piratas.

La noche acabó rápida y entre risas y bromas al final cada uno se fue a su casa. Mikel, aprovechó para acompañar a Marta y a Natalia a su casa y que no se fueran solas a esas horas de la noche, aunque es cierto que tan solo eran las tres de la mañana, pero a Mikel siempre le gustaba acompañarlas porque así se quedaba más tranquilo.

-¿Seguro que no te quieres quedar? –Le insistió la pamplonica a Mikel cuando se encontraban ya en el portal del piso de las amigas.

-De verdad Nat, no te preocupes, así descansamos los dos mejor, pero mañana te recojo y vamos a desayunar, ¿Vale?

-Bueno vale, mañana me avisas cuando salgas de casa, y luego cuando llegues me avisas.

-Vale cariño, descansad.

Se dieron un beso lento y suave y cuando se separaron Mikel se despidió de Marta con dos besos.

Las amigas subieron a su piso y mientras Natalia se estaba lavando los dientes apareció Marta por la puerta del baño.

-¿Pasa algo? –Preguntó la más alta escupiendo los restos de pasta de dientes y enjuagándose la boca.

-¿Te pasa algo?

Natalia suspiró, ella sabía de sobre que las personas que más la conocían eran Marta, Miki y Mikel, y muchas veces la daba rabia no saber ocultar sus pensamientos a sus amigos y a su novio, porque la agobiaba y Natalia era una persona que necesitaba mucho tiempo para soltarse.

-Sabes que si no quieres hablar no pasa nada, es solo que me preocupo por ti. –Se adelantó la malagueña, leyendo los pensamientos de Natalia.

-No es eso... -Dijo girándose para mirar a su amiga. –Estoy un poco agobiada, no sé. Una de las camareras del bar era Alba y joder no me la he encontrado en todos estos años y ahora de repente parece que me la voy a encontrar todos los días.

-Joder con la Reche. A ver, es normal que te sientas rara o incómoda, incluso nostálgica.

-¿Podemos hablar en otro momento?

-Sabes que cuando quieras, buenas noches. Yo me voy ya a la cama. –Le dijo dándole un beso en la frente a su amiga.

Nataliase lavó la cara y se metió en la cama una noche más pensando en Alba Reche.

Aura - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora