Capítulo 1. Amable

598 59 14
                                    

Armin Arlert

Un pesado suspiro sale de mis labios cuando veo a Franz y Hannah cruzar la línea con una expresión de victoria, a pesar de que corrieron todas y cada una de las vueltas tomados de la mano y derritiéndose en elogios el uno al otro, soy yo quien llegará último, como siempre.

Observo a mi alrededor, dándome cuenta de que todos se han ido probablemente a almorzar, a excepción de Eren y Mikasa que se encuentran en una de las orillas de la pista, esperándome.

—¡Ánimo, Armin, ya casi terminas, solo una vuelta más! — Grita Eren una vez que paso a su lado, Mikasa, por su parte, se encuentra de pie a su lado, mirandome con su habitual serenidad y sin emitir sonido alguno.

No respondo, porque ni siquiera tengo el suficiente aliento para poder hacerlo, abro la boca para dar una enorme bocanada de aire, pero parece no ser suficiente para abastecer mis pulmones, siento mis piernas temblar y dar cada paso de manera tan débil que estoy seguro que en cualquier instante voy a colapsar.

Solo media vuelta, Armin, ya casi. No puedes rendirte ahora, tus amigos están esperándote, no puedes retrasarlos más.

Me digo a mi mismo, pero un doblez en mi tobillo me hace caer al suelo, de la misma manera en la que caen todos mis sueños, esperanzas y todo tipo de felicidad.

— ¡Arlert! — Escucho gritar al profesor Shadis a mis espaldas. — ¿Así qué tienes mucho tiempo para estar holgazaneando? — Pregunta con su acostumbrada ferocidad, estoy por responder pero me veo interrumpido por un estrepitoso grito que me hace estremecer. — ¡Cinco vueltas más!

Mis ojos se abren desmesuradamente, porque mi cuerpo es incapaz de soportar un par de pasos más, por lo que cinco vueltas es prácticamente una misión imposible para mi, abro mi boca para intentar negociar con él, pero cuando mis ojos se encuentran con Eren y Mikasa haciéndome señas para indicarme de que esa es una pésima idea, vuelvo a cerrarla.

Me levanto del suelo como puedo, sacudo mi uniforme blanco de deportes y continúo con un esfuerzo sobrehumano corriendo, sin queja ni réplica alguna ante el profesor.

— ¡Vamos, Arlert! Pareces una tortuga, tu inutilidad está retrasandonos.

El grito del profesor hace eco en mi mente y sinceramente no logro comprender cómo alguien tan impaciente y gruñón como él decidió que la profesión de su vida era dar clase a unos adolescentes que evidentemente no son de su agrado.

— Y ustedes —. Agrega refiriendose a mis amigos. — Larguense de aquí antes de que los ponga a acompañar a su amigo y le agregué otras diez vueltas a él.

Me giro ante sus espantosas palabras y veo a Eren a punto de objetar, pero al notar la mano de Mikasa en su muñeca y mi mirada suplicante, su semblante se relaja y con una mirada de disculpa y evidente pesar de parte de ambos, veo a mis dos mejores amigos dar media vuelta y retirarse, dejándome solo con el demonio que tenemos como profesor de deportes.

En parte me siento agradecido, porque suficientemente mal me siento físicamente ahora por este ejercicio, como para agregarle la culpabilidad de que mis mejores amigos se pierdan el descanso. Después de todo, ellos terminaron sus vueltas hace bastante tiempo, Mikasa fue la primera en completarlas y Eren no tardó demasiado en unirse a ella; siempre que se retrasan es a causa mía.

Debería considerar saltarme esta clase.

Continúo con mis pasos a pesar de que mis músculos queman, provocando un dolor en todo mi muslo, sigo corriendo aunque mis pulmones parecen estar a punto de explotar, pero al terminar mi tercera vuelta siento mis piernas doblarse, negándose a seguir y estampando mi cuerpo contra el suelo.

Lejos de reconocerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora