Capítulo 14. Familia

140 17 8
                                    

Annie Leonhardt

Estoy tomándome todo el tiempo del mundo mientras me dirijo hacia mi casillero, los pasillos de la escuela están cubiertos de distintos sonidos, pero lo único que yo puedo escuchar es el retumbar de mi corazón filtrándose hasta mis tímpanos.

Abro mi casillero y guardo ahí varios de los libros que me acompañaron en el transcurso del día, a excepción de los que necesitare para hacer la tarea, los guardo en mi mochila cuidadosamente y luego recargo mi cuerpo entero en la pared de metal que resguarda las pertenencias de todos los estudiantes de esta escuela.

Respiro profundamente varias veces, intentando armarme de valor para finalmente salir del edificio, no sé por qué me cuesta tanto hacerlo o por qué los nervios han invadido cada fibra de mi ser, pero es probable que toda mi osadía se haya ido en el momento en el que le pedí a Armin asistir a su casa.

No entiendo por qué lo hice, ni siquiera lo conozco lo suficiente.

¿Y si piensa que soy una desesperada?

¿Y si cree que me estoy insinuando?

Dios mío, ¿En qué estaba pensando cuando le dije eso? Que acto tan más temerario y absurdo.

Tranquila, Annie.

Me digo a mi misma en un vano intento de relajarme, comienzo a pensar y llego a la conclusión de que tal vez si me demoro lo suficiente, él y sus dos guardaespaldas se retiren de la escuela para de esa manera poder irme a casa como es habitual.

Pero, ¿A quién quiero engañar? Yo no quiero ir a mi casa, quiero ver a Armin, quiero pasar tiempo con él, aunque sean unos miseros minutos y aun cuando eso signifique que lo echaré de menos después.

Quiero estar con él justo ahora.

Ese último pensamiento es lo que le brinda a mis pies la audacia suficiente para salir del instituto, mi corazón vuelve a latir desbocadamente, su ritmo se hace más ensordecedor en el momento en el que mis ojos logran reconocer la figura de Armin a varios metros de mí, él se encuentra de pie bajo ese árbol que tanto suele frecuentar, sus dos fieles acompañantes están ahí también, los tres se encuentran de espaldas a mí charlando animadamente, cada paso que disminuye mi distancia de ellos me hace sentir menos valerosa, estoy a nada de darme la vuelta y huir, pero entonces él se gira hacia mí, como si sintiera mi presencia y cuando me sonríe todo pensamiento en mi interior se pausa y mi cuerpo se mueve por inercia hacia él.

— Te estábamos esperando —. Pronuncia con ese tono de voz amable que tanto lo caracteriza, su sonrisa sigue ahí, lo que hace difícil que logre conectar mis neuronas de nuevo, pero después de lo que parecen unos agobiantes segundos soy capaz de reaccionar y tomar control de mi voz y cuerpo otra vez.

— Lamento la demora.

No doy explicaciones, porque realmente no tengo ninguna excusa salvo el terrible nerviosismo que me provoca el estar cerca de él.

— No te preocupes, Annie —. Emiten Armin y Eren al unísono.

— Deberías respetar más el tiempo de las personas —. Menciona Mikasa y aunque su voz se mezcla con la de los dos chicos, soy capaz de escucharla a la perfección.

Correspondo su mirada desdeñosa, pero como desgraciadamente tiene razón, le respondo:

— Lo tendré en cuenta.

Eren carraspea.

— Bueno... vámonos que aquí espantan.

Armin ríe y es la primera vez que escucho su risa con tanta claridad, el sonido es infantil, pero algo me dice que se reproducirá en mi cabeza una y otra vez esta noche hasta quedarme dormida.

Lejos de reconocerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora