Capítulo 13. Amigo.

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Armin Arlert

Paso el borrador sobre el papel por milésima vez, frustrado por no ser capaz de acercarme a la belleza que deseo plasmar, no importa cuantos bocetos haga, no puedo hacer justicia al motivo de mi inspiración.

—¿Qué estás haciendo?

Mi cuerpo se sobresalta ante la voz a mis espaldas lo que provoca que con un movimiento torpe lance mi cuaderno a varios metros de mi.

— Eren, me asustaste —. Recrimino nervioso.

— Así tendrás la conciencia —. Responde él en un tono burlón mientras revuelve mi cabello con una de sus manos.

Mikasa se encuentra a un costado de él, limitándose a mirarnos fijamente con su habitual inexpresividad.

— No esperaba que llegaran tan temprano.

— ¿Por qué no?

— Siempre se les hace tarde los lunes porque te quedas dormido —. Explico levantándome del césped para ir a recoger mi libreta, pero la sangre se me baja hasta los pies cuando veo a Bertholdt acercarse directamente a ella.

—Carajo—. Susurro.

Él está a punto de tomarla, pero Mikasa aparece frente a él empujándolo con más fuerza de la requerida y tomando con sus propias manos la posesión más preciada para mi.

—¿Qué demonios, Mikasa?— Pregunta el chico alto con molestia y evidente desconcierto.

Ella no responde, simplemente se dirige hacia nosotros nuevamente, obteniendo una mirada cargada de agradecimiento de mi parte y una de total confusión por parte de Eren.

Bertholdt nos mira un par de segundos, seguramente intentando comprender lo sucedido los últimos instantes, pero al no obtener una posible respuesta, se encoge de hombros y se retira para continuar su camino hacia el edificio principal.

— Gracias Mikasa —. Agradezco mientras obtengo mi libreta de vuelta, con los latidos de mi corazón volviendo a la normalidad.

— ¿De qué me perdí? — Cuestiona Eren paseando su mirada de Mikasa hacia mí, completamente desorientado.

—Nada —. Me apresuro a responder. — Será mejor que entremos pronto, no tarda en sonar el timbre.

Sus ojos se entrecierran y en un movimiento rápido e inesperado me arrebata la libreta.

—¿Qué tienes aquí y por qué te preocupaba tanto que Bertholdt lo viera?

Mi rostro se calienta y mi corazón se vuelve a intranquilizar.

— No sé de qué estás hablando.

Su ceja derecha se eleva.

— Entonces tal vez tú si sepas ¿No, Mikasa?

La cuestión parece tomarla desprevenida, pero parece recuperarse de inmediato para contestar:

— Simplemente me apresure a tomarlo porque sé que su libreta de bocetos es algo íntimo y privado para él, le estás dando muchas vueltas al asunto, Eren.

— Tienes razón, Mikasa, como sus amigos debemos cuidar la privacidad de Armin.

Suspiro aliviado ante su sensatez y espero a que me entregue mi cuaderno, pero no lo hace, al contrario, cuando me acerco a él para recuperarla, se aleja un par de metros y sube la mano con la que lo sujeta para mantenerme aun más alejado de él.

— Y supongo que una buena persona te entregaría la libreta sin hojearla, ¿Verdad? — Asiento temeroso, estira la libreta hacia mi y cuando estoy a punto de tomarla, la aleja nuevamente. — Pero ¿Quién dijo que yo era una buena persona? — Suelta mientras corre lejos de nosotros con lo que es básicamente mi diario ilustrativo.

Lejos de reconocerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora