Capítulo 8. Crueldad y bondad.

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Annie Leonhardt

Un aura de inquietud se extiende por todo el instituto, todos los alumnos, incluyéndome, portamos un semblante cargado de angustia y temor digno de una película apocalíptica, el profesor Brossard se sienta en su escritorio, poniendo la pila de papeles que cargaba en manos sobre la madera y con una sonrisa que me resulta agonizante dice:

— Aquí está el resultado de sus exámenes bimestrales.

Y son esas ocho palabras las que le quitan el aliento a cada presencia sentada en un pupitre.

Mi corazón late con intranquilidad, un pequeño golpeteo a mi derecha se une rítmicamente a mis latidos y puedo observar a una Sasha completamente aterrorizada golpeando su lápiz contra el pupitre de metal frente a ella con una mirada expectante y un temblor en su labio inferior. A su lado, Connie permanece distraído, sus ojos están perdidos en algún punto del techo mientras su boca se mantiene abierta amenazando con expulsar baba de ella.

Existen dos tipos de personas en el mundo.

Pienso mientras los observo y llego a la conclusión de que a veces me gustaría ser como Connie, un idiota despreocupado de la vida.

— Conforme los vaya nombrando se levantarán para recoger sus resultados, bastante patéticos por cierto.

Su último comentario aumenta la tensión y el nerviosismo en el aula, el golpeteo que emite el lápiz de Sasha acelera su ritmo, Jean que se encuentra sentado justo delante de ella, aparta su mirada de Mikasa y se gira hacia la castaña, emitiendo con disgusto:

— ¿Podrías dejar de hacer eso de una maldita vez?

Sasha parece entender justo lo contrario, porque continúa moviendo su lápiz de arriba hacia abajo, pero con mayor fuerza y rapidez que antes. Jean se levanta, dispuesto a arrebatarselo, pero la voz del profesor lo paraliza en el acto.

— Armin Arlert.

La mención de su nombre provoca un pequeño sobresalto en el rubio, que con voz temblorosa pronuncia un "Aquí", se levanta con rapidez de su lugar y con pasos inseguros se dirige al profesor.

— Cien —. Es todo lo que el profesor dice cuando le entrega la hoja al chico que está frente a él, la clase entera emite un sorprendido "oh", qué colorea los pómulos de Armin de color rojo brillante; avergonzado por la atención rasca su nuca con su mano libre y sonríe completamente apenado. — Ya, ve a sentarte, no es para tanto —. Tras esas palabras el color rojo en las mejillas de Armin se propaga por todo su rostro y él regresa azorado a su lugar.

Sus dos amigos lo reciben con una expresión de orgullo que provoca un brillo en sus ojos color celeste, el castaño da una palmada en su espalda en lo que parece una felicitación y la pelinegra murmura unas palabras que soy incapaz de escuchar, pero que dibuja una amplia sonrisa en el rostro de Armin. Desvío mi atención de ellos, incomoda por esa última escena cursi.

— Mikasa Ackerman, noventa y seis.

Debí suponerlo... el desgraciado del señor Brossard se va a encargar de decir todas las calificaciones para humillarnos públicamente. Lo peor es que los dos resultados más altos fueron los de Armin y su amiga a la que todo le sale bien.

Suelto un suspiro desalentador.

Este promete ser un día muy largo...

Justo cuando mis ojos están a punto de cerrarse debido al aburrimiento, una agitación en mis hombros me hace abrirlos abruptamente.

Doy una mirada cargada de fastidio a Bertholdt, que se encoge ligeramente tras mi reacción, con su dedo índice me apunta hacia el profesor y es entonces cuando caigo en cuenta que es mi turno para ponerme de pie.

Lejos de reconocerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora