III - Estrella fugaz

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Quizá la gente ya se va a empezar a enojar conmigo. A ver qué pasa.

Here we go again.

III – Estrella fugaz

El camino de regreso fue silencioso. Por un lado, Serena se sentía sumamente apenada de que Neflyte pasara tantas horas esperándola en el auto y, por otro lado, no paraba de pensar en lo que Rei le había dicho.

Alguien te va a quitar todo.

No podía negarlo, a veces se sentía aún como una chiquilla y tener miedo de esas predicciones era un ejemplo de ello.

De pronto, Neflyte carraspeó sin apartar la vista del camino y preguntó – ¿La pasaste bien con tus amigas? Estás muy callada.

Era curioso. Ni siquiera Darien tendía a preguntarle sobre su visita a sus amigas, normalmente era ella quien se soltaba a contarle como una tarabilla sobre lo que habían platicado.

– Sí, todo en orden – respondió con una sonrisa.

– Ah... – y entonces preguntó con timidez – ¿Y vienes frecuentemente a visitar a la señorita Kino?

Serena creía que Neflyte era un muchacho muy amable y quizá estaba preocupado por verla tan callada que empezó a hacerle la plática. Sin embargo, todo el trayecto estuvo tan distraída que no había notado el ligero aroma que había en el ambiente: un exquisito pastel de chocolate, muy parecido al que Lita les había ofrecido esa tarde. Y también había en el auto un termo de café que no estaba cuando él la llevó al lugar.

Y ahora que lo pensaba, ¿acaso Lita no se había desaparecido un momento de su propia casa? Además, había un detalle muy importante: cómo sabía el nombre de Lita.

Todo empezaba a encajar de alguna forma y Serena tuvo otro de esos destellos adolescentosos para empezar a elucubrar cosas en su cabeza.

– No tanto como quisiera – y lanzó un pequeño anzuelo para cerciorarse de la situación – ¿Te gustaría que viniéramos más seguido a ver a Lita?

Era una suerte que transitaban a baja velocidad, porque Neflyte volteó a verla con desconcierto, aunque al momento reaccionó y volvió la vista al camino, para Serena ya estaba más claro todo y eso alimentaba su emoción.

– Bueno... yo... – intentaba explicar – No sé.

Ella consideraba un poco injusto que, mientras ella estaba muy feliz junto a Darien, sus amigas no habían encontrado alguien con quien compartir su tiempo. Y Neflyte parecía un buen muchacho que se mostraba interesado en Lita.

Hubo un silencio el resto del camino, pero no era como el del principio, ahora más bien Serena imaginaba por qué Lita decidió ir a ver a Neflyte para ofrecerle un postre, cómo reaccionó él y qué conversaron.

Cuando llegaron, ella bajó del auto y él le recordó que cualquier cosa que necesitara, no dudara en llamarle. Ambos estaban a punto de irse, cuando Serena se volvió hacia él.

– Por cierto, a Lita le gustan mucho las flores.

No fue necesario que él aclarara algo, sólo se puso rojo y agregó por lo bajo un "Gracias".

La rubia subió al departamento y de nuevo se sintió abrumada por la soledad del lugar. Era difícil pensar que por ahora Darien no estaría ahí para acompañarla. Sin embargo, antes de que pensar en su ausencia le hiciera romper en llanto, vio la luz parpadeante de la contestadora. Alguien había llamado y dejó un mensaje.

Ilusionada de que fuera su amado Darien, casi corrió hacia el aparato y puso el mensaje.

– ¿Hola?... ¿Serena?, ¿estás ahí? – decía la voz de Darien Chiba – Supongo que estás en tu estudio. Sólo quería decirte que hablé con Setsuna y mañana mismo puede empezar tus trámites; por favor, envíale con Neflyte tus papeles para que todo quede listo lo más pronto posible y podamos estar juntos de nuevo. Bueno, tengo que colgar, en unas horas tengo una reunión muy importante. Te mando un beso princesa, adiós.

El destino se equivocóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora