Por unos momentos, nadie dijo algo. Rei fue la primera en reaccionar y casi salió corriendo hacia la casa de su amiga.
¿Era un movimiento exagerado? Quizá no, todas tenían el mismo instinto de proteger a Serena.
Ese mismo instinto impulsó a Lita a ir detrás de la sacerdotisa, le siguió Mina (ambas con la agilidad de unas deportistas). Ami fue la última en emprender el camino, no tuvo tiempo ni siquiera de tratar de ser la sensata del grupo, y cuando llegó con el resto, ellas tocaban la puerta como si hubiera un incendio adentro.
Todo eso ocurrió, tal vez, en menos de dos minutos y no tuvieron tiempo de sacar conclusiones sobre lo que habían hablado de camino o pensar si y cómo abordarían el tema con Serena.
Tal vez ya no importaba tanto. Las cuatro entendían lo que significaba la presencia del automóvil de Darien; sí, ese mismo vehículo del que Serena les platicó tanto cuando su novio lo compró (convencida de que era para que viajara segura), ese que él cuidó tan celosamente en su partida y pidió expresamente que sólo Neflyte lo usara para llevar a la chica a donde necesitara, el que su amiga chocó y tuvo pánico de decirle que había dañado.
La puerta por fin se abrió y fue la propia Serena quien apareció, sorprendida de la manera casi desesperada con la que sus amigas llamaban.
– ¡Chicas! – expresó cuando el cuarteto se adentró en la casa al mismo tiempo y miraba a todos lados como si se tratara de un operativo SWAT – ¿Qué sucede?
– ¿Dónde está? – preguntó Lita.
– Mis papás salieron. Sólo estoy yo – contestó Serena confundida.
De pronto la tensión en las amigas se fue con una respiración honda. Se miraron una a la otra, como si buscaran quién debía hablar primero.
Sin embargo, fue Serena la que pareció entender tanta confusión – Ah, eso – dijo mirando hacia afuera – Yo lo traje.
– ¡¿Tú!? – preguntaron al unísono.
La rubia frotó suavemente su pulgar con el resto de sus dedos y dijo casi tímida – Sólo pensé que por una primera vez que me equivoqué, no debía darme por vencida y debía volverlo a intentar.
o-o-o-o-o-o-o-o
Al soltar la frase no pudo evitar sonreír.
Cuando sintió que no podía lograr terminar la pintura ideal para el disco de los Three Lights, Seiya la había motivado a no dejarse vencer. Tenía muy presente la charla que tuvieron en el salón de Michiru, que no sólo le ayudó a terminar el arte sino que le hizo reflexionar sobre otras cosas.
Incluso tenía tan grabado el momento que cada vez que pensaba en ello frotaba su pulgar con el resto de sus dedos, recordando la textura de la mano de su amigo.
En los días siguientes a su charla (cuando estuvo en casa con sus padres), decidió pedirle a su papá que reanudaran las clases de manejo. Las palabras de Seiya le hicieron pensar que no debía dejarlo sólo porque una vez tuvo un incidente.
Bajo el consejo de su amigo y con la asesoría de su padre al volante, se sintió segura de volver a conducir sola. Y debía reconocer que le estaba tomando gusto, pues era un momento en el que se sentía autosuficiente y responsable.
Lo único que no le gustaba tanto era el hecho de conducir el auto de Darien. No porque tuviera miedo de que se enterara que lo traía ella o volviera a pasarle algo, sino que le parecía que era algo muy de él, tenía tan impregnado su olor y su esencia que parecía extraño... incómodo.
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El destino se equivocó
Fiksi PenggemarPara Serena, su destino estaba más que escrito. Su novio perfecto era todo lo que había soñado alguna vez; pero un poco distancia entre ellos, sumado a nuevas personas en su vida, le hará dudar sobre lo que siempre creyó su destino. ¡VOLVÍ A LOS AU...