– ¡Serena! – gritó la chica apenas llegó a la casa de la familia Tsukino – ¡Serena! – volvió a llamar Mina sin poder controlar mucho su efusividad de aquella tarde.
Quizá si Rei la hubiera acompañado ya la estaría regañando por armar escándalo en la calle cuando sería más sencillo tocar la puerta y esperar como cualquier persona civilizada. Esa escena la vivió muchas veces en su adolescencia, pero ahora no tenía mucha paciencia para esperar a que Serena estuviera lista. Mina estaba casi eufórica y deseosa de contarle lo que había pasado desde la última vez que platicaron.
Tomó aire para gritar una vez más cuando fue la mamá de su amiga quien se asomó – Hola Mina, no te desgastes, está por salir de la ducha; se le hizo un poco tarde, pero pasa.
– Buenas tardes señora T. Gracias – le saludó y, como casi una costumbre, le permitió pasar hasta la habitación de su hija.
La rubia subió y al entrar a la habitación de su amiga no pudo evitar ensanchar su sonrisa. Ahí había conocido a Kunzi cuando fue a cuestionarle a Serena sobre el dichoso accidente. Mina no lo negaba, le había encantado ese hombre desde que lo vio; pero ya no era un simple flechazo o atracción instantánea, él ya era su increíble y flamante novio.
La chica seguía sin poder creerlo. Kunzite no sólo tenía todo lo que le atraía físicamente de un hombre, también era un caballero y aunque era en exceso serio, con ella se mostraba muy lindo y condescendiente. Además parecía muy atento y comprensivo de todo lo que ella pensaba y deseaba.
Era la primera vez que Mina se sentía en una relación de verdad y deseaba que sus amigas estuvieran disfrutando de lo mismo que Kunzite le hacía sentir. Aunque muy particularmente en el caso de Serena lo dudaba.
Kunzi le estaba mostrando que en una buena relación había algo más que sólo un chico guapo o buen rato en la intimidad, sino que era más importante cómo ese chico le hacía sentir especial. Algo que dudaba mucho que Darien Chiba le ofreciera a Serena.
Para muestra estaba cómo reaccionó cuando le pagó por su trabajo y se dio cuenta que era valioso. Mina no sabía qué rumbo pensaba tomar su amiga, si estaba convencida de irse tras Darien, pero ella estaba dispuesta a seguir haciéndole ver a Serena que podía hacer su propio camino sin girar alrededor de Darien.
Ella no podía agarrarla a bofetadas como Rei, pero quería hacer un último esfuerzo antes de que se marchara. Y tenía la oportunidad perfecta para jugarse su última carta. Todo dependía de que Serena aceptara.
Mina bien podría pedirle ayuda a Seiya, pero la verdad es que no quería seguir presionando las cosas entre esos dos. Ni siquiera les había preguntado qué se habían dicho aquella noche lluviosa.
Con Seiya se había limitado a preguntarle si todo estaba bien y él sólo había respondido que sí. Después de eso lo veía un poco callado, aunque como todo un profesional sacaba adelante su trabajo, por lo que el lanzamiento del disco seguía marchando a muy buen ritmo.
Apenas habían pasado unos días de aquello y tampoco había tenido oportunidades de hablar con Serena. Sus dos trabajos, su nuevo novio y el no saber cómo abordar el tema, habían alejado a Mina de cuestionarle algo a su amiga y, si tanto Serena como Seiya seguían como si nada, lo más seguro es que seguían siendo sólo dos buenos amigos.
La puerta de la habitación de su amiga se abrió y la rubia entraba ya vestida y secándose el cabello. Apenas dio un brinco de sorpresa al verla en su habitación.
No era algo extraordinario que estuviera ahí, su mamá las dejaba entrar sin problemas y no era raro que entre ellas pasaran a la casa de otra a recogerlas.
Aquella tarde, Ami las había citado a todas para contarles algo importante y de paso pedirles un consejo sobre el tema. La estudiante de medicina había llamado a la casa de Serena y le había pedido que estuviera presente, su opinión le era muy importante.
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El destino se equivocó
FanfictionPara Serena, su destino estaba más que escrito. Su novio perfecto era todo lo que había soñado alguna vez; pero un poco distancia entre ellos, sumado a nuevas personas en su vida, le hará dudar sobre lo que siempre creyó su destino. ¡VOLVÍ A LOS AU...