ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 8

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Zelda trato de ser lo más eficiente que podía respecto al papeleo en la academia, ya que estaba algo apurada, no debían verla así, cuando trato de quitarse las marcas que Lilith le hizo con algo de su magia se dió cuenta que la morena uso magia en ello.
Quizás Hilda podría tener algo para cubrirlas, ya que quitarlas era imposible.

Al llegar a casa rápidamente comenzó a buscar a su hermana, en casa no estaba, miro por la ventana de la cocina para ver si Hilda estaba afuera pero tampoco lo estaba.
Una buena idea era teletransportar a su hermana hasta ella, pero si estaba con el doctor C, no sería una buena idea.

Suspiró y comenzó a buscar la solución a sus problemas, de pura casualidad entre sus cajones encontró algo de maquillaje, pues, en la mortuaria habían distintos tonos, y encontró de su color.

-perfecto- se dijo a si misma cuando comenzó a esparcir la crema sobre su cuello, dejando ver qué si funcionaba- Como nueva.

La mujer sonrió para si misma en el espejo, guardo muy cerca suyo la crema y en un abrir y cerrar de ojos ya no estaba en la mortuaria, alguien la había llevado a otro lado.

-Chérie- escuchó la voz de Marie- Hasta que te encuentro- sonrió feliz por tener a la bella mujer frente a ella.

-¡Marie!- suspiró algo agotada, no podía ser cierto, menos ahora. La mujer moría de hambre y estaba muy adolorida por aquel encuentro tan repentino con Madam Santan- ¿Por qué...

- No te enojes Zelda, lo que pasa es que te busque todo el día y me quedé algo angustiada...y decidí preparar algo de cenar...- dijo inocentemente mientras le daba paso a mirar el ambiente en el cual se encontraban.

Una mesa en medio de la sala de una vieja cabaña, pétalos de rosas rojas y blancas sobre el suelo y velas. Era la velada perfecta... O eso creía.

-oh Marie, es mucho... No debiste- dijo sorprendida, se sentía muy rara pues no podía seguir ocultando mucho tiempo que no sentía lo mismo por Marie.

- por favor, siéntate...

Zelda decidió dejarlo para después de ella cena, no quería arruinar su sorpresa, pero Ella debía saberlo, no podía dañar a una persona inocente.
Trato de ser lo menos invasiva respecto a el porqué Marie se tomó la molestia de hacer todo eso, hasta que llegó el momento en el cual la mujer se arrodilló frente a ella, sin esperar que Zelda dijera algo que arruinara sus planes

- Eres una persona muy especial para mí, Zelda.- dijo con su voz algo ronca, mirándola de manera intensa- Está noche decidí preparar está cena solamente porque he tomado una decisión respecto a nosotras.

Fue allí cuando Zelda salió de su nube de tranquilidad, su desesperación por no saber que decir fue algo que se le notó en la cara cuando Marie la miró confundida por sus actitudes.

-Marie... Antes que hagas todo esto... Yo debo decirte algo- dijo evitando su mirada- Esto...

-¿Qué pasa, Zelda? Solo dilo- dijo preparándose para cualquier cosa, la cara de Zelda podía hacerla pensar lo que se venía.

-Esto debe acabar- dijo firmemente y dejando de lado sus nervios- Y-yo...

-Tú no me amas.

Sin más palabras Marie se levantó y se retiró, ignoró las súplicas de Zelda, pues ella ya la había perdonado, no era una obligación para Zelda amarla como ella lo hacía.

-Zelda- sin mirarla y dándole la espalda- Yo no tengo nada que perdonarte. Tú eres libre de sentir lo que te dé la gana, no podría enojarme contigo solo porque no sientes lo mismo que yo.

Sin más Marie desapareció dejándola con sus pensamientos en paz y sin remordimiento alguno.

°°°

Madam Satan estaba algo atontada, desde aquel encuentro con Zelda estaba más que feliz y atónita, pues no pensó que Zelda cedería así de fácil a sus provocaciones.
Se miró una vez más al espejo, miró algunas marcas que le provocaron aquel momento con Zelda, que la hicieron volver a viajar en el pasado.
Fue allí cuando recordó a Marie, sintió la furia apoderarse de ella, el fuego del mismísimo infierno corría por sus venas al recordar cómo Marie acorralaba a Zelda en la oficina de la academia. Fue allí cuando quiso destripar a la mujer, aunque ya lo había echo muchos veces con muchos hombres, está vez, los celos le daban pie a la mujer para deshacerse de la morena.

𝕸𝖆𝖉𝖆𝖒 𝕾𝖕𝖊𝖑𝖑𝖒𝖆𝖓p I 《TERMINADA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora