[ 68* ]

1.6K 125 23
                                    

antes que nada, me quiero ahorrar quejas o comentarios innecesarios sobre el tema, así que si no les gusta lo cursi, no lean todo el cap, sólo hasta unas partes.
ahora, sin más que decir, adelante, lean.

(. ❛ ᴗ ❛.)

"Epílogo".
Broma Indecente.

Mis manos se movían sobre el volante al estar manejando por las tranquilas calles nocturnas de Seúl. Todo estaba tan sereno que me aburría.
Iba en dirección a mi solitario departamento. Bastante lujoso a decir verdad, pero más silencioso y solo de lo que me gustaría.

Apenas había salido del trabajo, era bastante tarde; casi las once en punto de la noche. Hoy había sido un día pesado en la empresa donde trabajo y tuve que esforzarme el doble que otras veces debido a lo mismo. Papeles por aquí y por allá, solicitudes pasaron y volvieron. De solo recordarlo me da un dolor cabeza muy fuerte.

El clima tampoco ayudaba mucho, pues el sol había estado muy fuerte y no hubo mucho viento. En las noticias se dijo que llovería por la noche y que por eso hoy estaría así de molesto el día. Tuvieron razón, estaba lloviendo y eso solo hacía que mi ambiente se deteriorara aún más. Bostecé al ver que un semáforo se había puesto en rojo justo antes de irme. Que pereza esperar, fue lo que sonó en mi cabeza.
Tomé mi celular y entré a revisar mis mensajes, notando que Tae me había escrito de nuevo, al igual que todos mis amigos. Una mueca involuntaria salió y fue entonces que tiré mi celular al sillón para seguir manejando. Estaba tan de mal humor.

—Día de mierda—murmuré viendo cómo el parabrisas removía las frías gotas de lluvia una y otra vez sin parar.

El cielo estaba igual de oscuro que el color negro, cosa que solo ayudaba a hacerme sentir más exhausto. Obviamente me fascinaban los días de lluvias, pero no las lluvias en días basuras, porque exclusivamente me hacía sentir peor. Mordiéndome el labio tuve un alivio al pensar que ya había llegado.

Aparqué mi carro en el estacionamiento y me apresuré en entrar al elevador. Presioné el botón del piso siete sin pensarlo mucho. Estaba desesperado por llegar y tirarme a la cama. Mi pie se levantaba y caía en el piso una y otra vez sin cesar por la ansiedad que sentía al solo estar pensando en descansar.
Estaba tan ensimismado en mi cabeza y entre mis pensamientos que ni siquiera vi a la otra persona que entraba al ascensor, por eso cuando este mismo me habló, solté un pequeño grito más parecido a un chillido del susto.

—JiMinnie—me volvió a llamar, removiendo ahora su mano de mi hombro.

Este señor se había convertido mi amigo poco después de haber llegado a este edificio. Todo empezó porque casi siempre nos encontrábamos (y seguimos) en el elevador todo el tiempo. Él era parte de la limpieza y mantenimiento, entonces se la llevaba de un lado a otro. Era el preferido entre todos los demás trabajadores por ser tan eficaz incluso a esta edad. Y por no hablar de la buena y serena vibra que desprendía siempre. Él era como mi segundo papá, porque me transmitía tranquilidad cada que hablaba con él en el ascensor.

—Lo lamento, señor Cha, me tomó desprevenido. ¿Pasa o necesita algo?— pasé mis manos por mi atuendo para limpiarlo levemente para volver a mi pose de siempre; firme.

—Simplemente te vi en otro mundo y me preocupé un poco—rió un poco el anciano y volvió a lo suyo de mirar sus materiales— ¿Otra vez te están exprimiendo hasta la última gota de jugo en tu trabajo?

broma indecente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora