Florencia se encontraba en el aeropuerto de Córdoba, recién había desembarcado y buscaba con la mirada a sus padres que irían por ella, su antiguo hogar quedaba a unas 2 horas en auto desde la capital Cordobesa por lo tanto sus padres irían por ella y sus cosas serían enviadas con un flete.
Luego de unos minutos logró divisar a Mario y Teresa que, con lágrimas en los ojos, tenían los brazos levantados en forma de saludo, se quedó quieta como observando la situación desde afuera. Hacia casi un año que no veía a sus padres, la ultima vez había sido para las fiestas cuando ellos viajaron a Buenos Aires para recibir el nuevo año junto a su hija y su pareja. Debido al trabajo y la reputación que tenía Florencia en la gran capital se le hacía muy difícil poder compartir muchos momentos con sus padres, y si bien ella no viajaba hacia años a su pueblo, sus padres trataban de visitarla siempre que tenía vacaciones o algunos días, pero las visitas no eran mas que 1 o 2 semanas al año, la morocha se emocionó al pensar que a partir de ahora podría compartir prácticamente todos los días con su familia, si bien tenía un gran desafío por delante, no era lo mismo estar a cientos de kilómetros que estar a solo unas cuadras de sus padres, cuando reacciono corrió hacia ellos con lágrimas en los ojos y se fundió en un abrazo tan fuerte que pudo sentir tronar todos los huesos de su columna.
-F: mamá, papá, los extrañé un montón, no puedo creer estar en casa otra vez.
-M: mi chiquita, no sabes lo ansiosos que estuvimos estos días sabiendo que llegabas.
-T: si hijita, tu padre caminaba por las paredes, ya sabes que vos siempre vas a ser su chiquita. -comentaba Teresa mirando con un amor inmenso a su marido y su hija-
-F: Dios, soy un torbellino de emociones, es tan raro estar de vuelta, y eso que todavía no llegamos a casa.
-T: entendemos por todo lo que tuviste que pasar para hacer esto, y no te imaginas lo orgullosos que estamos de vos por haber aceptado venir, todo el pueblo está esperando tu llegada.
-F: ufff -suspiro con cierta nostalgia- no me pongan la vara tan alta que todavía no hice nada y hay mucho trabajo por delante, todavía no hay que apresurar las cosas, no quiero desilusionar a nadie.
-M: pero que decís Florcita, no hay nadie mejor que vos para sacar esto adelante, y no lo digo porque sea tu padre, sino porque todos sabemos el tipo de profesional que sos, todos lo saben.
-T: bueno que les parece si tomamos las maletas y emprendemos camino, nos queda un trecho todavía para estar oficialmente en casa.
-F: me parece la mejor idea de todas -dice abrazando a su madre-, igual como les dije, voy a quedarme en casa por un tiempo, después me gustaría alquilarme algo para mi, tantos años viviendo sola me generaron ciertas mañas y no quiero que la convivencia con ustedes haga que me arrepienta de haber venido -comenta a sus padres de forma graciosa-
-M: no digas eso hija, en casa siempre vas a tener tu lugar y tu espacio, pero si seguís con la idea de buscarte algo para vos ninguno de nosotros se va a oponer.
-F: era un chiste papá, jamás podría arrepentirme, pero si, me gustaría tener mi lugar, mis cosas, organizar mi rutina, es un cambio grande y quisiera acostumbrarme lo más rápido posible.
-M: está bien Florcita, vamos a respetar tus decisiones, ahora vayamos a casa.
Mario abrazo a sus dos mujeres por los hombros y emprendieron camino hasta el auto, cargaron las maletas que Florencia tenía a mano, ya que el resto de su ropa y demás pertenencias iban a ir en el flete que habían contratado. El viaje hasta la casa de la familia Estrella fue bastante ligero, Mario y Teresa le comentaban un poco de todo lo que había pasado en el pueblo esos últimos años, como algunas cosas cambiaron y otras no, Florencia seguía teniendo contacto con algunas de sus viejas amistades, cada tanto hablaba con Virginia o Carla que era con la que más relación tenía, se saludaban para las fechas especiales como cumpleaños o para las fiestas, a pesar del tiempo y la distancia guardaba un cariño especial por todas esas personas con las que compartió su vida hasta que se mudó definitivamente a Buenos Aires. Florencia era de esas personas que una vez que la empiezas a querer es imposible olvidarla, tenía algo especial en su forma de ser, una especie de "luz" decían algunos, y no estaban equivocados, todos los que la conocían estaban muy feliz por su regreso, sobre todo sus dos amigas que desde que se enteraron de la posibilidad de la vuelta de la morocha no dejaron de organizar planes de todo lo que harían para ponerse al día después de tanto tiempo, la castaña y la rubia tenían ya su vida armada pero el regreso de Florencia era como volver a su adolescencia, tenían tanto por charlar y contarse.
Luego de casi 2 horas de viaje y charlas, Mario estaciona el auto enfrente de la casa de la familia Estrella, Florencia vio por la ventana su antiguo hogar y no pudo evitar emocionarse nuevamente, tenía los ojos húmedos a causa de las lágrimas, poco a poco iba cayendo que se encontraba nuevamente en su casa, con su familia, las emociones eran difíciles de controlar, tampoco pensaba hacerlo, sentía un tsunami dentro suyo, y no sentía vergüenza de emocionarse o llorar delante de sus padres.
-T: llegamos hijita, estamos en casa, todos juntos de nuevo -Teresa tampoco podía contener su emoción, y ver a su hija así no ayudaba mucho-
-M: así es, juntos de nuevo.
-F: acá estamos, después de tanto tiempo -lo dijo mas para si misma que para sus padres-
-M: ¿estás lista, Florcita?
-F: siempre lista papá.
Bajaron del auto los tres, Mario tomó las maletas de su hija y se dirigió a la puerta de la casa, una vez dentro los tres se miraron y se sonrieron, Florencia al entrar sintió que el tiempo no había pasado, todo estaba tal cual la última vez que ella estuvo allí, los muebles, los adornos, las fotos (aunque había algunas nuevas y más recientes), el aroma característico de su hogar, todo era exactamente igual a la última vez, se paseaba por la sala recorriendo todo con sus ojos, pasando la yema de sus dedos por los portarretratos, estaba muy emocionada, Mario al notar esto decide romper un poco el clima nostálgico que se había formado.
-M: ¿Qué te parece si subís a tu cuarto y descansas un poco? Casi es la hora de la cena y seguro con tanto viaje debes estar un poco cansada, date una ducha y acostate un rato, te despertamos cuando esté la comida.
-F: Tenes razón, tanto viaje y tanto cambio me dejo un poco agotada mental y físicamente.
-M: bueno hijita, subí que ahora te llevo tus cosas, aprovecha a relajarte un poquito
-F: gracias, pá.
Florencia subió al que había sido su cuarto durante casi 18 años, ni bien abrió la puerta miles de recuerdos e imágenes se le cruzaron por la mente, dentro de esas cuatro paredes había pasado los mejores y los peores momentos de su adolescencia, si las cuatro paredes de su cuarto hablaran podrían dar testimonio de todo lo que había vivido la morocha hasta su partida a la gran ciudad. Al igual que el resto de la casa, su cuarto seguía exactamente igual a como ella lo recordaba, solo que ese lugar guardaba muchas mas emociones de las que podía soportar en ese momento, sus ojos volvieron a llenarse de lagrimas ante los recuerdos que se le cruzaban como si de una película se tratase, cerró los ojos con fuerza, suspiro y cerró la puerta con la idea de recostarse 5 minutos para calmarse y esperar que su padre le suba las maletas y así poder darse una ducha. Una vez que Mario dejó las maletas en su habitación, eligió una muda cómoda para ponerse luego de bañarse y se puso a acomodar el resto de su ropa en el armario.
Había terminado de acomodar su ropa y se dispuso a guardar sus objetos personales en la mesa de noche, pero lo que no esperaba la morocha era que, en el fondo de ese cajón, que parecía que no lo habían abierto en mucho tiempo, se encontraba uno de los recuerdos que más le pesaba en la cabeza, con sus manos un poco temblando, tomo la foto entre sus dedos, le sacudió un poco el polvo que tenía y en un suspiro se dijo para sí misma.
-F: ¿Qué será de tu vida, colorada?
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El hilo rojo del destino. Flozmin
FanficUn hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, el lugar o la circunstancia. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca puede romperse. Así como lo dice una leyenda oriental, todos estamos c...