𝘋𝘪𝘦𝘻: 𝘉𝘪𝘦𝘯𝘷𝘦𝘯𝘪𝘥𝘢 𝘢 𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘯𝘴𝘪𝘰𝘯 𝘔𝘢𝘭𝘧𝘰𝘺

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"Estás ahí, entre lo que duele
y lo que amo."

Si la profesora Trelawney hubiera previsto esto en su clase, me habría quedado en Hogwarts a pasar Navidad. Ahora, debo pasar una noche entera en esa mansión, pretendiendo estar de acuerdo con todo lo que pase ahí.

Nos encontramos en el jardín principal, esperando a que abran la puerta. Mi mirada viaja por cada mainel, por ese angosto pasillo de un alto arbusto a cada lado el cual acabamos de atravesar, hasta detenerse en los pavo reales blancos que se pasean entre el césped cubierto por nieve. Astoria junto con mis padres ni se inmutan de encontrarse aquí —quizá no es su primera vez—.
Un elfo doméstico es quién nos abre y hace pasar al recibidor a esperar a los anfitriones; quedo pasmada ante la inmensidad del lugar mientras que ellos murmuran entre sí. Construida en un solo eje, su interior revela lo exquisito de la arquitectura isabelina; el inmobiliario data de los siglos dieciséis y diecisiete. Sin embargo, todo esto se ve opacado por los tonos pálidos de las paredes y lo gélido del ambiente.

El sonido de unos tacones, resuena en la duela de madera oscura, haciendo que los cuatro nos paremos recto y en mi caso, respire con dificultad.

—Señora Malfoy, los Greengrass. —anuncia el elfo.

—¡Thalia, Philip! —dice con tono suave—. Me alegro de verlos otra vez. ¿Cómo ha sido el viaje?

—Excelente Narcissa. Gracias por habernos invitado. —responde mi madre, melosa.

—¡Astoria! Deseaba verte otra vez. —ellas se abrazan.

Sin importar que ahora no sea el momento, dejo impregnarme de las emociones de mi hermana. Arrogancia. Desde un inicio, sabía de esto y se da la libertad de dejarse mimar por ella. Sabe que esta noche, es el centro de atención.

—¡Ahí estas! —chilla una voz—. La mismísima Daphne Greengrass.

Omite presentarse pero sé exactamente quién es, Bellatrix Lestrange. Camina hacia nosotros, contoneándose de una forma inusual; saluda primero a mis padres y luego a Astoria.

—Es un placer conocerte al fin, Daphne —secunda Narcissa a su hermana—. Bien, pasemos al gran salón. Lucius y Draco se reunirán con nosotros en un momento.

Avanzan primero, yo prefiero mantenerme rezagada para darme oportunidad de procesar todo. Cuando decido hacerlo, Bellatrix coloca una mano sobre mi hombro, deteniéndome.

—Mírate —sujeta mi rostro con cierta rudeza—, luces igual que una Malfoy. Mi sobrino se equivocó en su decisión...

Suelta una risita que me causa un estremecimiento desagradable. Hace un ademán para indicar que camine por delante de ella y lo hago, sintiéndome incómoda. Me detengo en seco para poder admirar la belleza del lugar. En medio ya está puesta una mesa tallada de madera con sus respectivas sillas y la cena se encuentra servida. La escasa iluminación es brindada por un ostentoso candil en forma de araña con acabado metálico; hay diez velas situadas en cada soporte, situado en el techo. Por delante de la mesa, está ubicada una chimenea encendida hecha de mármol blanco que nos brinda calor. Sillones, lámparas postradas en cada rincón, cuadros familiares, un tapiz en la parte más superior de las paredes y finalmente, una gran sinuosa escalera de piedra que conduce a los pisos superiores... todo esto comienza a asfixiarme.

—Necesito ir al baño. —digo casi como un suplicio.

—Subiendo las escaleras a la derecha. —contesta Bellatrix.

Asiento lentamente. Si pudiera correr, lo haría sin dudarlo pero me abstengo. Camino procurando no caer debido a lo largo del vestido; ahora me doy cuenta de la pésima idea que fue haberlo escogido. Porto uno verde con largo hasta por debajo de los tobillos, con una abertura encima de la rodilla izquierda para mostrar esta, ajustado por el abdomen y tirantes cruzados y rectos, mostrando un escote no tan pronunciado. Zapatillas color beige que pasan desapercibidas.

𝗣𝗮𝗽𝗲𝗿 𝗽𝗿𝗶𝗻𝗰𝗲𝘀𝘀 | 𝘋𝘳𝘢𝘤𝘰 𝘔𝘢𝘭𝘧𝘰𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora