𝘋𝘰𝘤𝘦: 𝘚𝘦𝘤𝘳𝘦𝘵𝘰𝘴

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"Cada palabra tiene consecuencias.
Cada silencio, también."

Nuevamente esas paredes de piedra, me rodeaban junto con una oscuridad ya no tan densa como las ocasiones anteriores. Ahora puedo visualizar perfectamente a una persona vestida con un vestido negro de encaje y máscara con matices negros. Delante se encuentra Draco hincado, portando los pantalones y camisa blanca del uniforme.
Él o ella, lo apunta con su varita y sin formular ese maleficio imperdonable, Draco cae al suelo inconsciente.

Abro los ojos abruptamente sintiendo una tristeza inmensa; adormilada me levanto de la cama para tomar la esfera. Susurro <<muéstrame a Draco>>, en una fracción de segundo, aparece su constelación brillando a ritmo lento pero constante.

[...]

En la mañana del lunes, ya nos encontramos desayunando en el Gran Comedor a la par de leer El Quisquilloso. Muerdo de mi tostada con mermelada mientras leo sorprendida la entrevista que dio Harry sobre quién-tú-sabes.

—Hola, Zabini. ¿Puedo? —escucho la voz de Terrence. Sin embargo, no interrumpo mi acción.

Siento el rechinar de la madera debajo; una cabeza va acercándose a mi para lograr alcanzar a leer lo que yo. Volteo y me encuentro con un perfil bien delineado.

—Hola Daphne, buenos días —me observa con sus ojos color miel—. ¿Descansaste?

Asiento, sonriendo lánguida. Bajo un poco el periódico y cuando regreso mi atención a este, veo a Draco mirando a Terrence ceñudo. Pansy se percata de esto, suelta un codazo a su amigo en sus costillas que ambos terminando discutiendo por lo bajo.

Son un par de tontos.

Prosigo a seguir leyendo otros acontecimientos del mundo mágico, como el que una bruja convirtió a su esposo en una tetera de cerámica o sobre una nueva colección de escobas para Quidditch. De repente, un dolor agudo se esparce en el flanco derecho de mi abdomen, llevo una mano hasta esa área para hacer presión y siento húmedo el suéter del uniforme.
Me levanto asustada atrayendo la mirada de los chicos, Draco ya se encuentra rodeando la mesa para llegar a mi en un santiamén. Higgs también lo hace.

—Debo llevarte a...

—¡Hermana! —Astoria se pone de pie, pálida—. ¿Qué te ha pasado?

—Ya la acompaño yo Malfoy, no te preocupes. Vamos Daphne. —rodea mi cuerpo con su brazo ejerciendo tracción, ayudando a llevarme con facilidad a Enfermería.

Durante el camino, agradecía enormemente a Higgs por ofrecerse a traerme y mientras nos quedábamos en silencio, intentaba averiguar qué rayos había ocurrido momentos atrás. Una vez llegados al ala, Madame Pomfrey revisa la herida para limpiarla con un líquido purpura y posterior usar otra para cerrarla. Pide a que espere mínimo una hora recostada en la camilla donde estoy.

—¿Cómo te lastimaste? —pregunta él confundido.

—No lo sé.

A pesar de estar en desacuerdo con mi respuesta, no vuelve a insistir. Yo ni siquiera sé qué sucedió, sería muy tonto culpar al cuchillo cuando nunca se me cayó de las manos.
Vi a Draco entrar a pasos agigantados; no le importa que Higgs se encuentre aquí para hablarme como si estuviéramos los dos únicamente.

—¿Cómo te sientes? —posa una mano sobre la mía—. Me asusté mucho cuando te vi sangrar.

—Mejor y descuida. Madame Pomfrey usó pociones para sanar mi herida. —sonrío forzadamente.

𝗣𝗮𝗽𝗲𝗿 𝗽𝗿𝗶𝗻𝗰𝗲𝘀𝘀 | 𝘋𝘳𝘢𝘤𝘰 𝘔𝘢𝘭𝘧𝘰𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora