𝘋𝘪𝘦𝘤𝘪𝘴𝘦𝘪𝘴: 𝘔𝘪𝘯𝘪𝘴𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘔𝘢𝘨𝘪𝘢

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"El problema de querer, es que nos
vuelve débiles."

Me aferro al Thestral invisible ante mis ojos, debo admitir que la vista es espléndida, jamás había tenido la oportunidad de presenciar algo parecido y las vistas de todo Hogwarts mientras juego a Quidditch, no se compara.
La cabeza del animal apunta hacia abajo, comenzando a descender. En esos momentos, unas brillantes luces de color naranja se hacen cada vez más grandes y redondas por todas partes; veo los tejados de los edificios, las hileras de los faros y las luces de las ventanas. Mi Thestral se posa sobre el suelo con sutileza y yo bajo un poco torpe. Los demás también lo hicieron.

—¿Y ahora qué hacemos? —pregunta Luna.

—Por aquí —indica Harry. Nos guía rápidamente hasta una desvencijada cabina telefónica y abre la puerta—. ¡Vamos!

Primero entraron Ronald y Ginny; Hermione, Neville, Luna se apretujaron para dejarme espacio, hago lo mismo para que Harry también pueda entrar.

—El que esté más cerca del teléfono, marque seis, dos, cuatro, dos. —ordena

Ronald levanta un brazo y lo inclina con un gesto forzado para llegar al disco del teléfono. Cuando el disco recupera la posición inicial, una voz fría resuena dentro de la cabina.

—Bienvenidos al Ministerio de Magia. Por favor, diga su nombre y el motivo de su visita.

—Harry Potter, Ron Weasley, Hermione Granger, Neville Longbottom, Luna Lovegood, Daphne Greengrass... Hemos venido a salvar a una persona, a no ser que el Ministerio se nos haya adelantado. —dice Harry muy deprisa.

—Gracias —replica la voz—. Visitantes, recojan las chapas y colóquenselas en un lugar visible de la ropa.

Varias chapas se deslizaron por la rampa metálica donde normalmente caen las monedas. Hermione hace el favor de brindarnos una a cada quien. En estas se puede leer claro: <<Daphne Greengrass, Misión de Rescate.>>

Papá va a castigarte si se entera de esto Daphne...

—Visitantes del Ministerio, tendrán que someterse a un chequeo y entregar sus varitas mágicas para que queden registradas en el mostrador de seguridad, que está situado al fondo del Atrio.

—¡Muy bien! —responde Harry en voz alta demasiado cerca de mi oído—. ¿Ya podemos pasar?

El suelo de la cabina telefónica se estremece y la acerca empieza a ascender detrás de las ventanas de cristal. La cabina se queda a oscuras y, con un chirrido sordo, empieza a hundirse en el Ministerio de Magia. Una franja de luz débil dorada ilumina nuestros pies y, tras ensancharse, va subiendo por nuestros cuerpos.

—El Ministerio de Magia les desea buenas noches. —recita la voz.

La puerta se abre y salimos tropezándonos, evitando no caer sobre el frío suelo. El único sonido que se puede oír es el de nuestras respiraciones y el agua de la fuente dorada. Desde mi perspectiva, esta vista me resulta muy familiar.

—Daphne, estoy muy seguro que conoces este lugar mejor que yo —dice Harry, mirándome atento—. Eres nuestra guía.

Asiento. Tomo su mano y echamos a correr a través del gigantesco vestíbulo hasta llegar a los elevadores. Harry pulsa el botón y un ascensor aparece ante nosotros de inmediato. La reja dorada se abre produciendo un fuerte chirrido y entramos rápido. Él pulsa el botón con el número nueve; la reja vuelve a cerrarse y el ascensor desciende.
Traigo a mi mente la imagen del croquis que papá tiene en su oficina, sin embargo, el verdadero problema son las distintas puertas. Al detenerse el ascensor, nuevamente escuchamos a aquella mujer anunciando: <<Departamento de Misterios>>, y la puerta se abre. Ellos salen dejándome ahí, Harry voltea mirándome confundido.

𝗣𝗮𝗽𝗲𝗿 𝗽𝗿𝗶𝗻𝗰𝗲𝘀𝘀 | 𝘋𝘳𝘢𝘤𝘰 𝘔𝘢𝘭𝘧𝘰𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora