Capítulo III: La Necrópolis (3/3)

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Estas ruinas cuentan la trágica historia del último guardián del Pilar de la Mente, personaje que decidió refugiarse en las entrañas de su guarida y coserse los ojos, para nunca más volver a contemplar aquel mundo que le arrebató a su amada, y la boca, para acallar su dolor. Su egoísmo condujo a la corrupción de los demás guardianes y a un recién nacido, y torturar a los sirvientes con quienes compartía un lamento que fueron incapaces de soportar. Un joven Kain, en su travesía por la restauración de los Pilares y motivado por una falsa cura para el vampirismo, lo liberó de su aflicción.

A pesar de la notoria ausencia de Nupraptor, aún puedo escuchar alaridos siendo arrastrados por el viento. Y los restos de la guarida vuelven a arrojar sobre Nosgoth el dolor y la miseria del nuevo residente.

Al igual que Kain con el guardián, persigo la vida de mi hermano adentrándome en el Retiro.

Con ayuda de las antorchas colgadas en las paredes y los pocos rayos del sol que se reúsan a liberarlo de su cálido abrazo, pudiendo ingresar por los escombros del edificio, distingo la desastrosa condición en la que se encuentra la guarida.

En mi última visita, admiré cómo el pasar de los años se encargó de marcar su deterioro y abandono. Valiosas escrituras y su hipnótico arte se perdieron. Los esqueletos de los sirvientes y de las criaturas que una vez lo custodiaron se unieron a las corrientes de aire que recorrían su desolación absoluta adentrándose por las fisuras.

Las huellas de manos invasoras y ajenas al respeto han apresurado lo inevitable y profanaron su cadáver.

Muchas de las habitaciones desaparecieron. En su lugar, se ha construido una ruta lineal cuyo tamaño intrigaría y atemorizaría a los intrusos; recordando las medidas de los Melchahim, de un humano promedio, esto está pensado para un ser mucho más grande e incapaz de trasladarse a determinadas áreas.

El recorrido finaliza donde hubo una vez una entrada que protegió a Nupraptor durante un corto periodo de tiempo. El mecanismo se activaba encendiendo cuatro antorchas que rodeaban un cerebro tallado en el suelo de guijarro que estoy pisando ahora mismo. Cuatro pilares, una plataforma de piedra y una palanca reemplazan los mencionados.

No me permito extrañar del ruidoso silencio que domina las entrañas del Retiro por parte de los lugartenientes de mi hermano. Luego de observar el actual sosiego de la Necrópolis y chocar con los viejos recuerdos de su reinado, se me ocurre un descabellado pero razonable motivo: Melchiah ha renunciado a su gloria exiliándose del mundo que aterrorizó por muchas décadas y haberles arrebatado la dignidad a los difuntos, y abandonado a sus hijos a la suerte de sus instintos. ¿Qué acontecimientos lo han conducido a este extremo? O, quizás, su conducta refleja la seguridad de que ni el más sensato se atrevería a poner un pie en su territorio.

Con la mente despejada de toda duda que pueda interferir en mi toma de decisiones, acciono la palanca tirándola hacia atrás. Oigo los chirridos de los engranajes y de las cadenas siendo forzados a trabajar una última vez.

El estremecimiento posee la misma intensidad que la estampida de una muchedumbre despavorida en el momento que la plataforma comienza a descender.

Aun con todo el escándalo producido por la máquina, ni un alma curiosa se asoma a comprobar lo que está ocurriendo. Espero a que alguien o algo intente detener mi llegada hasta el patriarca...

El temblor cesa.

Las piezas callan.

La palanca permanece en la dirección contraria.

Esta inquietud me molesta. No debo bajar la guardia ni por la insignificancia que pueda descubrir allá abajo.

Antes de proceder, reviso que no haya nada raro en el interior: Paredes de tierra, piedras dispersas, rastros de sangre coagulada y un sendero que guía al subterráneo es todo lo que alcanzo a divisar en la penumbra. Seguramente la función principal de esta maquinaria es transportar el ganado humano y alimentar a lo que sea que habite en las entrañas del pasadizo.

Legacy of Kain: Soul ReaverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora