Capítulo V: La Catedral Silenciada (2/2)

19 1 0
                                    

Una rectangular muralla de piedra separa a la población de lo que haya del otro lado. El Ignis Fatuus ilumina el espeluznante umbral: dos cuerpos humanos esposados de pies y manos en cada lado de la arqueada entrada, custodiados entre tres barrotes horizontales. Sobre sus cabezas hay una línea de sangre seca que parece haber salido del hueco ─la entrada también cuenta con uno─, como imitando a unas de las tantas cascadas que alimentan al Lago de los Muertos. En el centro de la plataforma se encuentra una ensangrentada fuente circular, y se abre paso en medio de los trece escalones... también manchados con el mismo carmesí, como su fuese una alfombra.

Tres estatuas adornan la corona del muro, dos de ellas no se alejan mucho de la ubicación de la única puerta de hierro que hay en el umbral. Un cuerpo femenino, arrodillado, tiene las manos entrelazadas y de la cabeza nace dos brazos estirándose hacia arriba, como queriendo sujetar algo del cielo, y dos cuerpos andróginos, del pecho hasta la cabeza, observando direcciones contrarias, dándose la espalda: el de la derecha extiende sus manos a los de una mujer, y el de la izquierda, a los de un hombre. Ambos están de rodillas. ¿Será esta la representación de los humanos adorando a los vampiros?

Llevo mi mano al manijón de acero de la puerta, ansioso por descubrir aquello que protege...

Lo primero que me deja boquiabierto, en sentido figurado, son las extensas tuberías de acero que actúan como soporte del techo, de diferentes tamaños, conectadas al cuerpo de una gran torre de cemento. Una labor inenarrable...

«Puede que eso sea el pináculo, o parte de», intuyo sin un ápice de duda.

Esta área también cuenta con residencias, y en mayor cantidad, unas pegadas a las otras; unas arriba de las otras; algunas instaladas en una de colina de piedra, rodeando a la torre de hierro.

Ante la falta de luz natural y por el Ignis Fatuus, el tono del ambiente es negro y verde, contrario a la ciudad, que presenta colores más cálidos. Esta zona del edificio sí está terminada y distingo otras cuatro torres levantando la fechada; habré pasado por alto las demás. Es imposible que solamente haya ocho en total la sosteniéndola.

Explorando la nueva zona, además de encontrar más telaraña y capullos, veo otra porción sin acabar de la construcción, cerca de la gran torre... del mismo tamaño y forma que el que vi en la ciudad... No es coincidencia, ¿o sí? Los humanos no pudieron ser tan negligentes con esto...

Oh, la noche ya ha caído. Una verdadera lástima, que las estrellas no puedan hechizar a los habitantes de Nosgoth como en el pasado. A la luna tampoco se le permite maravillar su precioso y resplandeciente vestido blanco en el azulado cielo.

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que desperté?

Dos figuras dirigirse hacia la de la parroquia, que soporta a la gran torre, me expulsan de mis pensamientos. Un hombre y una mujer, ambos jóvenes y vistiendo túnicas blancas, ocultando sus cabezas debajo de una capucha. El primero abre la puerta gótica de dos hojas y le cede el paso a su compañera. Uno de los cazadores mencionó a unos adoradores de vampiros. ¿La pareja será uno de ellos? De ser así, la ceremonia, o lo que fuere, debe llevarse a cabo en aquel edificio... ¿O sólo ingresaron para hacer llegar sus posibles últimas oraciones a su Dios, si es que cuentan con uno? ¿Y por qué la entrada no es custodiada por los Zephonim?

Hablando de ellos, ¿dónde demonios podrían estar ahora? ¿Ocultos en los techos de las casas? ¿En los oscuros callejones? ¿En el cuerpo de la torre, aprovechando las tuberías y su altura? El silencio jamás será buen aliado.

«Y Zephon. ¿Dónde gobernaría un patriarca como él?»

En cuanto la pregunta brota en mi mente, mis ojos se fijan en el supuesto pináculo de la Catedral Silenciada y descienden hacia la capilla, donde ha de estar la pareja. Conociendo la penosa naturaleza de mi hermano, no suena descabellado.

Legacy of Kain: Soul ReaverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora