Capítulo VII: La Abadía Inundada (1/2)

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En las horas de la soledad, mi corazón late con pesadez y mi atormentada alma llora a lágrima viva y grita; grita por consuelo, grita para ser escuchada, grita para ser rescatada de esta pesadilla. Un furor demoníaco toma posesión de mi quebrantada mente.

Aquel lugarteniente, de oscuros cabellos, pálido y bello, luchando al lado de su creador y clavando los colmillos en sus víctimas, ¿quién es? ¿Por qué su apariencia es humana? ¿Por qué es vil con los débiles? ¿Disfruta, acaso, infundir miedo? Este sarcófago, ¿por qué tiene mi nombre grabado en la piedra? ¿Por qué no hay un cuerpo momificado en su interior? ¿Quién fue esta persona? Y esta criatura azulada, demacrada y vengativa, ¡¿quién es?! Ya no me conozco, no tengo la menor idea de quién soy.

Que alguien me despierte de este mal sueño, porque eso es lo que es, ¿cierto? Un mal sueño. Esta travesía no existe, jamás existió. Mi cuerpo no está aquí. Debo estar en el interior del capullo, durmiendo profundamente. Mi subconsciente habrá creado esta historia influenciado por el miedo que me provoca la maldita evolución.

Mis amados hijos aguardan por su patriarca. Kain nunca me traicionó. Las aguas del Lago de los Muertos nunca tocaron mi cuerpo. El Dios Antiguo nunca me rescató de caer en el olvido..., puede que ni siquiera exista. Mis hermanos aún viven. ¡Nada de esto es real!

─Nada... nada es real, ¿verdad? ─musito con voz queda y arañando el suelo rocoso con mis garras cuando formo los puños, como si intentase aferrarme a algo─. Por favor ─le suplico a nadie en específico─, dime que estoy soñando, dime que nunca fui un Sarafan... Mis hijos están a salvo... Dime que estoy viviendo una mentira.

─Eres un Sarafan ─el Dios Antiguo contradice mi deseo, y cada una de sus palabras me golpean cual estaca en el corazón─. Kain profanó tu cadáver, te tomó como hijo y te destruyó. Tu descendencia fue borrada de Nosgoth.

─¡Mentiras! ─exclamo y tapo mis oídos con mis manos.

─Acepta la realidad, Raziel. Nada ganarás creyendo un cuento con final feliz. Y yo, nada ganaré ocultándote las cosas.

─¿Cómo sé que no me ocultas nada? ¿Puedo confiar en ti, siquiera?

─No olvides quién te salvó en la caída, Raziel.

─¿Ahora te consideras un salvador? ─indignado, me pongo de pie y observo los alrededores de la cámara, buscando, en el Mundo Físico, sus tantos ojos y tentáculos en las paredes─. Hasta donde soy consciente, tu trato no es diferente al del señor con su lacayo. Cuando desperté, tus palabras referían a unos personajes en específico: Kain y su estirpe. No he hecho más que darles caza. ¡Aprovechaste mi calvario y me utilizaste para cumplir tus caprichos!

─¡¡SILENCIO!!

Aquel poderoso bramido provoca un temblor en la tierra, un poco más fuerte que el sismo de la última vez. Me aferro a mi cripta en un intento por mantener el equilibrio. Escombros del tamaño de una piedra preciosa caen del techo del mausoleo y chocan contra el suelo agrietado, partiéndose en trozos más pequeños. Al cabo de unos segundos, el estremecimiento cesa y vuelve a la normalidad.

─No te atrevas a desahogar tus penas conmigo, muchacho. Kain y sólo Kain es el responsable de tu desgracia. Arregla tus diferencias con ese tumor maligno. Ayudarte es lo único que he estado haciendo desde tu llegada, y continuaré con ello, a pesar de tus insultos.

¿Manchar mis manos lo considera una clase de terapia? ¿Impulsarme a ir tras mi familia es una de ellas? ¡¿En qué estoy pensando?! No puedo continuar con esta masacre. ¿Por qué me torturo a mí mismo? Lo mejor sería ponerle fin a todo esto, debería clavar esta lanza plateada en mi corazón... No, será en vano. ¡No puedo morir! ¡Estoy maldito!

Legacy of Kain: Soul ReaverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora