Capítulo III: La Necrópolis (1/3)

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La narración está en Tiempo Presente. El capítulo 2 se encuentra en proceso de corrección. Este aviso será eliminado una vez que haya sido editado y actualizado.

Disfruten de la lectura.


─Más allá de las ruinas de tu antiguo fuerte y sobre los jardines de los muertos ─informa el Dios Antiguo, compasivo─, tu hermano Melchiah aguarda.

¿Por qué no me sorprende que mi hermanito haya escogido un lugar tan acogedor y putrefacto como la Necrópolis? ¿Vio encanto en ese lugar, uno que estuviera ligado con su fealdad y podredumbre?

La Necrópolis se encuentra al oeste de mi clan y al sur del Retiro de Nupraptor, y en entre donde una vez hubo dos peculiares ciudades como Vasserbünde y Steinchencröe: La primera, con la gloria estancada y apagada, y eclipsada en la sombra inminente del Retiro de Nupraptor; la segunda, gracias a la ignorancia y odio injustificado de los campesinos contra los nobles, perfumaron con un inolvidable e inconfundible infame aroma, capaz de dejarte fuera de juego al respirarlo, a la ciudad, y su mala higiene generaba rechazo al contacto incluso entre ellos mismos.

Eso nos contó Kain poco después de nuestro nacimiento, cuando aún éramos como esos infantes que comienzan a conocer el mundo una vez dado sus primeros pasos. El cementerio aún no existía y nuestra hazaña no era muy grande por aquellos años.

En el pasado, solía ser dos lamentables ciudades cuyos habitantes padecían las consecuencias de su falta de raciocinio; otros, la locura y dolor de uno de los guardianes de los Pilares. Con la llegada del imperio de Kain, y éste cobrando más fuerza, los humanos que las habitaban huyeron a la Ciudadela Humana, otros hacia la Abadía. Desoladas, tuvimos que aprovechar dos zonas: Tomé Vasserbünde para convertirla en una granja humana; Melchiah sacó provecho en la Necrópolis y la visitaba con frecuencia no considerándola para una futura mudanza sino por las pieles de los muertos, hasta ahora. Steinchencröe no tenía dueño, al menos no en esos tiempos, y que esté cerca de la Abadía la hace más valiosa.

La Necrópolis fue utilizada por los humanos durante un tiempo, para enterrar a sus difuntos, protegidos por cazadores, en ese entonces, dispuestos a luchar por su propia especie y recuperar las tierras de Nosgoth. ¡Una pena que los vampiros logramos deshumanizarlos recurriendo a métodos de tortura psicológica y convertirlos en nuestras marionetas! Los que consiguieron escapar, que pueden contarse con los dedos, decidieron custodiar la entrada y las entrañas de la Ciudadela Humana.

¡Otra pena es que los Melchahim actuaron de una manera tan egoísta como lo es el quitarles a las pobres almas el único lugar de descanso profanando sus tumbas y robarles la piel, o reanimar sus putrefactos cadáveres como uno de los nuestros!

La descendencia de mi hermano vigila y controla cada zona de la Necrópolis, preparados para sorprender los visitantes.

Con las piernas temblorosas, insensatos intentando verse valientes ponen un pie en este jardín de los muertos. Se excusan con el reencuentro con la persona que aún aman y descansa bajo tierra... Quizás no debo tratar aquel acto suicida como un berrinche. Un desahogo o una ruta de escape sería lo ¿correcto? La raza humana es la más desafortunada de Nosgoth, la que más ha perdido por culpa de los vampiros. Aún viven en la desgracia con el imperio de Kain, que, a estas alturas, es incomparable: El miedo, la angustia y la desesperación dominan sus emociones y sus pensamientos, son los que toman las riendas de sus vidas. Extrañan melancólicos el pasado, sufren el presente y observan aterrados el futuro.

Ruge en mí ser el intenso apetito de la venganza.

Las ardientes llamas de la cólera envuelven mi marchito y triste corazón.

Legacy of Kain: Soul ReaverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora