Capítulo 5

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Como zombis tras una noche de insomnio, por la mañana ambos jóvenes abordaron el ómnibus de dos pisos a Sientelvainazo, un destino turístico conocido por poseer una Reserva ecológica de paisajes preciosos

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Como zombis tras una noche de insomnio, por la mañana ambos jóvenes abordaron el ómnibus de dos pisos a Sientelvainazo, un destino turístico conocido por poseer una Reserva ecológica de paisajes preciosos.

No dijeron una palabra durante las primeras horas de viaje. Exequiel observaba por la ventanilla mientras iban dejando atrás el paisaje metálico y se adentraban en zonas rurales.

El verde campo se fundía con el azul de un cielo despejado. Pasaron bosques de álamos y pinos, siguieron lagos resplandecientes como diamantes. Gradualmente, los cerros se fueron convirtiendo en montañas similares a gigantes dormidos boca arriba.

La temperatura fue descendiendo. Todo ruido o humo desapareció del aire.

¿Cuándo fue la última vez que escapó de la ciudad para volver a conectar con la naturaleza? No recordaba algún viaje familiar en un campamento, no era el estilo de su familia.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando su compañera le ofreció chocolate caliente de un termo que había cargado en su mochila de mano.

—¿Deberíamos casarnos? —soltó Aitana de repente.

Exequiel casi se ahogó con la bebida. Parte del líquido cayó en su muslo. La joven soltó un jadeo, se apresuró a sacar una servilleta y tratar de secárselo. Exe saltó de su asiento al sentirla tan cerca de su entrepierna.

—¡Quita tus dedos de ahí! —La detuvo con su mano libre.

—Pero está caliente... El chocolate, quiero decir.

El joven le devolvió la mirada a través de sus ojos entornados. Sacudió la cabeza y se limpió por sí mismo.

—Me sorprendiste.

—Lo siento, no fue mi intención meterte mano. Esas cosas se preguntan primero.

—¡No me refería a eso! —Respiró profundo para armarse de paciencia. Su mirada se volvió afilada—. ¿Mencionaste una boda?

—¡Cierto! —Le dio un sorbo a su taza de chocolate—. Cásate conmigo.

—¿Me estás proponiendo matrimonio?

—Uno breve.

—Como cualquier relación estándar.

—Y falso.

—Qué curioso, acabas de describir el amor de mis padres.

—Hablo en serio, Exe. —Se llevó la cucharita con la que revolvió su bebida a los labios—. Creo que la mejor forma de conectar y ganarnos la confianza de esa pareja sería fingiendo ser recién casados. Como ellos. ¿Qué opinas?

—Es la idea más... razonable que ha soltado tu enorme boca —concedió, enrollando uno de sus rizos en su índice—. Seguro completamos esta misión en dos días, puedo soportarlo.

Agentes del desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora