Paradise

13. Mala Suerte

Las piernas de Charlie aún temblaban.

Las heridas en su cuerpo sanaban de nuevo con rapidez. Alastor no quería separarse de ella. Algo le gritaba que debía hacerlo, pero el rubor y los quejidos agotados de Charlie lo tenían cautivado.

La mirada del demonio de la radio derrochaba confusión. ¿No quería matarla hace un momento?

En su lugar ahora la besaba con dulzura, completamente perdido en la cara de Charlie, con una hermosa sonrisa de satisfacción.

Un momento tan mágico que se apago en segundos, cuando el carraspeo de Seviathan llamo su atención.

La pequeña Demonio doctor estaba golpeándose la frente con la puerta de la habitación.

—Oh no...— murmuró.

Seviathan  resopló y la miró de reojo.

—Charlie ha gustado de este demonio desde que lo vio por primera vez... incluso antes de que me descubriera con Octavia, antes de que yo lo echara todo a perder.—

Todos guardaban silencio, parecía que Seviathan llegaba a una conclusión.
La sombra de Alastor se arremolinó alrededor de la del príncipe, lista para frenar cualquier ataque al menos por unos segundos.

—Con permiso...—.

Seviathan se perdió de vista en el umbral de la puerta y la pequeña doctora se apresuró a cerrarla.

Se hizo un silencio largo.

Charlie no sabía si debía aportar algo a la conversación. Seviathan acababa de delatarla, todo el trabajo que le había costado parecer indiferente al demonio de la radio se había esfumado.

En su lugar, ahora Alastor la miraba como un cretino presumido.

—Con que... desde el principio...— murmuró emitiendo estática de radio.

—Eh... ¿que? Yo...— Charlie balbuceaba avergonzada y se pegaba al respaldo de la camilla.

Alastor se cernía sobre ella, fascinado con la actitud sumisa de Charlie y con su nuevo descubrimiento.

—¿Te gusto Charlie? ¿Me deseas?—

Charlie ya había girado su cabeza y le había ofrecido su cuello pálido en recompensa.

—¿Que tanto me deseas Charlie...?— ronroneó Alastor pasando la lengua en su cuello hasta su vientre.

La puerta volvió a abrirse y Alastor se desapareció.

—Manzanita ....—. Lucifer encendió las luces y miró a su hija con los ojos bañados en lágrimas.

—Estas despierta... creí... creí que tendría que ir con Satanás para traerte de vuelta...— corrió a abrazarla y ella apretó los labios para sonreír forzada.

Lucifer estuvo parloteando un buen rato, hizo que entraran todos a verla. Lilith, Hellsa, hasta sus amigos plebeyos del hotel.

Luego, se marchó a dar unas palabras a los medios y volvió. Charlie no sabía interpretar la mirada de su padre, pero al ver el mismo gesto en la cara de Lilith, supo que era mejor no preguntar por el momento.

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La misteriosa recuperación de la Princesa Charlie, trajo un momento de revuelo en la corte y en el Rey Lucifer, el cual, inmediatamente después de ofrecer las buenas nuevas a su sequito, se recluyó con su familia en la finca de los Magne en el segundo círculo.

Después de eso, todo fue absoluto silencio. Muchos medios de comunicación acudieron a la finca a montar guardia fuera, pero el lugar no daba indicios de que el rey de los infiernos estuviese ahí.