12. Rencor

262 25 11
                                    

El Hospital Central de Ciudad Pentagrama, era un lugar peculiar.

¿Qué clase de loco trabajaría de medico en un lugar como el infierno?

El lugar, sin embargo, era enorme y refrescante. ¿Por qué?, por la sencilla razón de que, entre la iluminación artificial y el personal; demonios con sus caracteres animales ocultos, por higiene, que caminaban por los pasillos con toda la tranquilidad del mundo, daban al lugar un flashback a la vida en la tierra.

La tensión en el lugar, a diferencia de otros días, había alcanzado niveles alarmantes.

Con la princesa Magne en coma y con una herida en su cuello que no dejaba de sangrar y los reyes del infierno en la recepción.

Lucifer Magne vociferaba en la cara del medico en jefe. Un demonio con nariz de cánido llamado Lowell, que intentaba calmarlo.

- ¡¡No les tengo este sitio como un santuario para que dejen morir a mi hija!! – Lucifer no podía dejar de jalonear el cuello de la bata color rojo que los médicos usaban en el infierno.

--Majestad, tengo a una experta en heridas trabajando en esto. -- La voz de Lowell apenas se escuchaba por el jaloneo.

La puerta de la recepción se abrió y Lucifer finalmente soltó la tela.

Los Von Eldritch habían llegado.

Hellsa y sus padres lucían preocupados y tristes. Pero Seviathan, que había ido directo al ministerio a interrogar a los Overlords, parecía contrariado.

Lilith y Bethesda se sentaron juntas y charlaron en voz baja, mientras Lucifer tiraba de Frederick para que le ayudara a intimidar al doctor.

Hellsa intentaba sacarle algo de información a su hermano, pero Seviathan caminaba en círculos intentando recordar algo por encima de la euforia de estar en el escenario con Charlotte.

- ¿Alguno de ustedes sabe si la princesa está bajo algún tipo de contrato infernal? – todos se pusieron de pie de inmediato y se acercaron.

La demonio con nariz de canido, caracteres animales ocultos y bata roja que había salido del ala de urgencias los miraba de uno en uno.

-¿Y bien? – preguntó, luego de darles unos momentos para hacer memoria.

Por alguna razón, todos miraron a Seviathan y el levantó las manos frente a su cuerpo.

-¡No! Yo jamás habría hecho algo así. Nuestro compromiso es de palabra, como es la costumbre. – La pequeña doctora se acercó a el y le mostro un liquido negro en una jeringa.

Seviathan odiaba las agujas y retrocedió, crispando su expresión y mirando retador a la chica y a la jeringa.

Pero la mirada de la chica estaba fija en el suelo, estudiando algo que había captado su atención.

El liquido de la jeringa, se parecía mucho al que impregnaba toda la levita del príncipe. Después de todo, él la había levantado del suelo y la había llevado ahí, antes de volver por los Overlords responsables para evitar que el demonio de la radio los hiciera trizas.

La pequeña doctora levantó la vista y reparó en ese detalle.

- Hemos intentado cerrar la herida de la princesa. Pero se trata de un contrato demoniaco roto. – Lucifer estaba pálido.

- Si no logramos que el demonio con quien hizo el contrato la...perdone. –La chica hizo una pausa dramática y los miró a todos y luego al suelo, entre las sombras que proyectaban todos. -La princesa morirá en pocas horas...--

ParadiseWhere stories live. Discover now