All or nothing at all

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Ignatius se encontraba en el archivero del Departamento de Misterios. Su esposa insistía en averiguar que pasaba con Orion y Walburga.

Le intrigaba saber que había pasado con su cuñado, pero no lo suficiente como para querer averiguarlo por él mismo, todo esto lo hacia por su esposa.

Había escuchado infinidad de veces a Alphard decir que nada de eso estaba mal y que dejaran el tema por la paz, Cygnus por otra parte sentía curiosidad pero estaba tan entretenido en ser "el mejor abuelo del mundo" que ignoraba las suplicas de Lucretia para que todos intenten averiguar que sucedía con ellos dos.

Era entendible que a ellos no les molestara, la vida de Cygnus mejoraba cada día, sus hijas estaban felices, incluso Bellatrix sonreía mucho más y Alphard solo se sentía alegre de ver a sus hermanos y a sus sobrinos bien.

Sus suegros seguían igual, quitando el hecho de que todos aceptaban a Andromeda como si nada hubiera pasado, incluso Irma y Pollux presumían ser bisabuelos. Lucretia no quería parar de buscar una respuesta e Ignatius no estaba seguro si algún día la tendría.

Walburga no podía celebrar los cumpleaños de sus hijos en su día, las clases se interponen siempre, pero eso no la detenía para celebrar a Regulus en verano y a Sirius en invierno.

Era 5 de diciembre y el 12 de Grimmauld Place estaba lleno de comida, bebidas y adornos para la fiesta de Sirius. Su hijo había cumplido 15 años ya y Walburga estaba feliz de poder celebrar a sus hijos.

La ultima fiesta de Regulus en el verano aun tenia un toque infantil, pero en esta ocasión ya no era necesario, Sirius demostraba lo mucho que había crecido desde que volvieron con ellos y se podía notar a Regulus ligeramente más interesado en cosas nuevas.

El patio tenía un hechizo protector que no dejaba que la nieve llegara a ellos y el lugar se mantuviera caliente. Los amigos de Sirius y de Regulus ya habían llegado para festejar, en esta ocasión no habían invitado a los padres y Orion y Walburga los iban a dejar solos.

No era algo que a Orion le gustara, él quería festejar con Sirius, pero su esposa le hizo ver que sus bebés ya estaban creciendo y que tenía que dejarlos estar con sus amigos y ya en la noche podría estar con Sirius en la cena que Lucretia organizó.

Orion se asomó unos segundos por la ventana y pudo ver dos grupos, en uno estaba Sirius con sus amigos, los cuatro reían a carcajadas y jugaban cartas mientras que Regulus y sus amigos estaban un poco apartados platicando tranquilamente.

Tomó a Frank Sinatra y se lo llevó con él a su estudio, al menos podía pasar tiempo practicando los trucos que Regulus le enseñaba al crup.

- ¡Sirius está enamorado! — gritó Peter y James soltó una enorme risa burlona.

- ¡Cállense! no es cierto.

Ese chiste tenía cansado a Sirius. El día de su cumpleaños le había llegado una carta anónima donde alguien le confesaba lo mucho que lo admiraba como persona, entre otras cosas que a Sirius le parecieron muy lindas, alguien se fijaba en él, en el verdadero Sirius.

Se había puesto rojo al momento de leer esa carta, no reconocía la letra pero todo lo que contenía le había causado un revuelo en el estomago, James y Peter no tardaron en notarlo y desde entonces cualquiera de los dos gritaba "Sirius esta enamorado" para molestarlo, distraerlo o lo que sea que les divierta a esos dos. Se sentía agradecido con Remus que muchas veces había callado a sus amigos diciendo que no era gracioso molestar a alguien con sus sentimientos.

My WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora