✟ 4 ✟

256 40 48
                                    

"Si alguien afirma <<Yo amo a Dios>>, pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto".
1 Juan 4:20

Harry subió los escalones al pequeño altar de la capilla, bajo la atenta mirada de todos los presentes. Había hombres y mujeres de todas las edades, pero sin duda predominaban las mujeres ancianas, con su cabello plateado y lentes de montura delgada, que lo miraban desde los primeros asientos de cada fila.

Llamó su atención una joven de cabello castaño que no dejaba de ver hacia la puerta, moviendo su pie en señal de estrés, había una silla vacía a su lado, aguardando a otra persona. Era la chica de aquella boda para la que decoraron la iglesia con flores azul cielo.

Creía saber a quien estaba esperando y de verdad quería no equivocarse.

Finalmente él entró, ésta vez con una playera de cuello color crema y jeans, y su cabello un poco alborotado. Se sentó en la silla vacía junto a su esposa y miró hacia el pequeño altar. Sus miradas se encontraron y de repente sintió un pequeño dolor en el corazón, algo extrañamente cálido que se veía reflejado en el rubor de sus mejillas. 

-Ya puede empezar Padre, estamos completos. - le susurró la hermana Marta detrás de él.

-Buenas tardes, quiero darles la bienvenida a éste ciclo de la Escuela Pastoral. Veo algunas caras conocidas por aquí. ¿Señora Rodríguez? - la anciana de la segunda fila sonrió y asintió - nos acompaña de nuevo, muchas gracias. Y veo a María y Armando por allá atrás - la pajera lo saludó sonriendo desde el fondo de la capilla - gracias por acompañarnos en éste ciclo. Igualmente, gracias a todos los presentes por formar parte de nuestra comunidad...

Harry continúo dando su discurso de bienvenida y cuando terminó le cedió la palabra a la hermana Marta. Se sentó en la silla designada para él al lado del altar. En realidad ésa sería una de las pocas sesiones en las que estaría presente y se sentía un poco triste por ello. Le gustaba mucho la escuela pastoral, cuando hablaba frente a los grupos notaba que le podían genuina atención, todo lo contrario a cuando hablaba frente a la multitud que acudía a la iglesia cada domingo.

Si era sincero, no era lo que había esperado. Trataba de no sentirse decepcionado, pero a veces era bastante difícil ver a algunas personas que se quedaban dormidas mientras él hablaba. Y de hecho, los entendía, a veces las misas podía ser muy tediosas y poco interesantes, pero él estaba poniendo su máximo esfuerzo para cambiar ese concepto y sentía que no lo estaba logrando.

Suspiró y disimuladamente comenzó a observar a todos los presentes que escuchaban a la hermana Marta, algunos incluso tenía un pequeño cuaderno donde tomaban notas y su corazón saltó de gusto al ver el interés de esas personas. Entonces llegó al chico de ojos azules.

"Louis"

Estaba parpadeando más de lo normal y su carita reflejaba cansancio, su mentón apoyado en su mano mientras luchaba por dejar de parpadear.

Para su sorpresa, no sintió esa molestia que normalmente se apoderaba de él cuando veía a personas tratando de mantenerse despiertos durante la misa. Sintió ternura porque sus ojitos se veía adormilados y sus pestañas revoloteaban todo el tiempo, como mariposas enmarcando sus ojos color de cielo.

La clase terminó y Louis tuvo el descaro de estirarse apenas les dijeron que podía retirarse.

Harry aguantó una carcajada al verlo y se encaminó a la salida también, siendo saludado por muchas personas, algunas le preguntaban si él iba a dar algunas sesiones futuras, a lo que contestaba que sí y que estaba emocionado por hacerlo.

Take me to churchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora