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"Existe una ley, en algún lugar del mundo, que dice que cuando una persona está totalmente enamorada de otra, es inevitable que la otra lo esté también. Amor ch'a null'amato amar perdona. <<El amor no exime de amar a quien es amado>>"
André Aciman.

Ya era el último día de la peregrinación por Roma cuando Louis encontró la pequeña nota.

"Te veré a media noche, balcón norte"

La leyó una, dos, tres veces. La guardó con cuidado en su bolsillo, sonriendo, miles de flores y mariposas brillantes flotaban alrededor de Louis, llenando su corazón, sintiendo calor y felicidad. Se dijo que no debía sentirse tan emocionado, tan contento, la sonrisa probablemente debería desaparecer de sus labios. Su parte racional decía (gritaba) que eso podía ser tanto bueno como malo, y que había una alta probabilidad muy realista de que fueran malas noticias y que quizá Harry le rompiera el corazón por completo.

Pero no podía evitar estar feliz. Su parte emocional decía que todo saldría bien, que cualquier acercamiento significaba algo bueno y, sobre todo, le recordaba lo profundamente enamorado que estaba de Harry. Cuando lo miró a la hora del almuerzo, se sorprendió cuando Harry lo miró de vuelta, no aparando la mirada como había hecho desde aquellos besos y su platica, hace casi medio mes.

Eran tres besos que Louis guardaba con furor en sus labios, el recuerdo de la sensación guardada con candado en su memoria.

Las horas pasaron lentas. Louis solo podía pensar en la media noche. Se preguntaba si debía abrazarlo, besarlo, demostrarle lo desesperado que estaba y si eso iba a asustarlo. Entonces quizá debería ser solemne, lejano, pararse a una distancia prudente y ser cortés sin llegar a ser efusivo, para evitar que Harry saliera corriendo.

11:00 a.m. 12 p.m. 1 p.m.

Pasado el medio día, el reloj de Louis estaba harto de ver su cara cada cinco segundos, esperando a que mágicamente diera la media noche cuando el sol estaba en lo más alto del cielo. Su estúpido reloj no avanzaba, el tiempo no avanzaba y Louis los odiaba por mantenerlo lejos de su chico.

Su chico.

Louis sentía que algo definitivo pasaría esa noche, que sería un antes y un después en su relación, ya fuera un rechazo o un beso, habría un punto final, algo a lo que aferrarse, fuera bueno o malo. Eso se sentía bien porque ya no viviría en la incertidumbre de no saber que cosas pasaban por la mente de Harry, que sentimientos tenía y si el miedo había sido más fuerte que el amor que dijo sentir por Louis aquella mañana de sábado.

Sentado en el comedor a la hora del almuerzo, junto a Amelia y en secreto, le dijo sobre la nota.

-Entonces me dejó ir sola a la función nocturna de cine por ti - dijo, molesta.

-¿Qué?

-Pfff - bufó Amelia, recargándose en el asiento. - Lo invité a la función de media noche en la cineteca de la ciudad, pero me dijo que no podía porque "no es apropiado por el momento". Pero si es apropiado ir a besarse contigo, claro.

Louis se sonrojó fuertemente, evitando su mirada.

-Eso no pasara.

-Créeme Louis, conozco a mi primo. Si quisiera alejarse de ti de verdad no te daría una despedida. Él creció desapegado de sus padres desde el principio de su adolescencia. 

La curiosidad de Louis se hizo presente entonces.

-¿A qué te refieres?

Amelia alejó la mirada.

Take me to churchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora