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Harry estaba corriendo aún. Jodidamente cansando, deseando estar en una pesadilla y despertar pronto.

"Eres un marica" "Puto afeminado" "Rarito" "Miren como chilla, como una niñita boba"

Y Harry solamente podía correr, con los murmullos de esas voces resonando en su cerebro, gritándole esos y más insultos, cada uno más degradante que el anterior.

Y Harry intentaba correr más rápido y más lejos, pero las garras de los árboles secos a su alrededor se atrapaban en su ropa, impidiéndole huir, obligándolo a escuchar

Obligándolo a quedarse ahí y sentir el peso de las palabras.

"Deberíamos meter el borrador en su trasero, seguro le gustará"

Bruma, viento, oscuridad.

Caída al vacío.

Despertó en su cama, sudando y con un grito ahogado en su garganta.

Y automáticamente comenzó a llorar.

Eran sollozos descontrolados entre hipidos y respiraciones erráticas, las lágrimas bajaban por sus mejillas y se perdían en la sábana, mientras se abrazaba a si mismo en posición fetal.  No podía controlarlo, no lograba calmarse, seguía llorando emitiendo esos ruidos ahogados que hacían que su cuerpo temblara fuertemente.

Tenía mucho que eso no le pasaba, por que sí, esas pesadillas eran algo comunes antes, en su adolescencia, mucho antes del la escuela sacerdotal. Y ahora estaban de vuelta, al parecer.

Ni siquiera podía rezar, solo lloraba, abrumado por el terror y el pánico. Recordó las recomendaciones de su instructor de yoga, intentó hacer respiraciones para calmarse, repitiendo una y otra vez en su mente que estaba a salvo, que nada podía hacerle daño en ese momento, que todo estaba bien.

"Todo está bien, todo está bien, todo está bien".

No, no era verdad, nada estaba bien, pero al menos logró calmarse lo suficiente como para abandonar su posición actual para incorporarse y mirar su reloj. 2:08 a.m.

Suspiró, limpiándose los restos de lágrimas, aun dando pequeños hipidos por la fuerza del llanto. Se acercó a su nuevo teléfono (el cual llegó en la mañana, justo un día después de su plática con Louis, con una nota que decía "Dios no tiene señal Wifi, pero yo sí ;).  -Louis T." Y Harry definitivamente sonrió con tantas ganas que podía sentir su hoyuelo) y lo encendió, dispuesto a ver videos de gatitos hasta poder dormirse. Por alguna razón, decidió entrar a su bandeja de mensajes, tal vez revisar sus pendientes le ayudaría a conciliar el sueño. 

El primer contacto de la lista era su madre, quien le había deseado buenas noches antes de irse a dormir apenas unas horas atrás, y que debería estar profundamente dormida, completamente ajena a los problemas de su hijo. Después venían la hermana Marta y la hermana Susana, con quienes conversaba regularmente sobre todos los pendientes en relación con la iglesia.

Y después estaba Louis T. Aún estaba agendado como la primera vez, cuando lo citó para arreglar su mes de beneficencia. Se preguntó si debía quitar la T (¿cómo se agenda a los amigos?). Decidió que no lo haría, finalmente, así lo podría diferenciar si tenía que agendar a otro Louis.

Abrió su conversación buscando reírse con alguna mala broma de Louis o un comentario sarcástico, pues Louis siempre lo hacía reír, incluso cuando no estaban juntos físicamente.

Vio que Louis estaba activo (¿a ésa hora de la noche?) y se preguntó si era correcto mandarle mensaje. Eso hacen los amigos, ¿no? ¿Hablar a altas horas de la madrugada? '

Take me to churchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora