Lo veía todos los días sentado en el mismo escalón, de la misma escalera, del mismo Instituto. Estaba siempre sólo. Estaba siempre en silencio. Estaba siempre lastimado. Y sin embargo emanaba un sentimiento de tranquilidad y paz, que nadie, en ningún lugar de esa escuela, había logrado tener antes.
Ana estaba en un instituto internado bastante peculiar: allí iban las personas más especiales de todo el mundo. Desde personas dotadas de una inteligencia superior, hasta fisicamente más capaces. El internado buscaba los talentos alrededor de todo el mundo, y llamaba solo 100 personas por año. Los talentos de aquellos que asistían, iban a ser explotados para desarrollar lo mejor de los seres humanos. Todo lo que pudieses imaginar, estaba dispuesto en este instituto para que sus alumnos tuviesen hasta la más extraña de las herramientas necesarias para desarrollarse.
Y ahí estaba ella. Una chiquilla rubia, tímida, criada por sus dos mamás en un bosquecillo de Alemania. Ellas vivian en una cabaña, donde todo sintonizaba en verde, y la musica era compuesta por pajaros y ríos. Ana había aprendido el idioma de las plantas desde muy chica, y sabía cuál servía para cada cosa, incluso sin saber exactamente que planta era. Un dia había llegado Isabela: una agente del instituto Neverland. Se habian enterado de Ana, y querían que asistiera allí. Ella habia aceptado, igual de orgullosa que sus madres, quienes saltaban de alegría.
Pero días como ese, parecía preferir el tranquilo bosque, a los concurridos pasillos del internado. Todos eran muy amables, y realmente amaba sus clases, y las oportunidades que le estaban brindando. Pero a veces, los colores parecian muy saturados, las voces muy fuertes, las clases muy complicadas y los libros demasiado largos; y sólo quería sentarse en su viejo bosquecito a leer, o a cantar, o simplemente a mirar los árboles.
Era un día de esos, cuando Ana bajó por las escaleras y lo encontró a él. En el mismo escalon. De la misma escalera. Con nuevos cortes. Se sentó al lado suyo. Él la miró, y luego volvió a mirar hacia adelante.
- ¿Como es que siempre te lastimas...?- preguntó tímidamente. El chico se quedó un rato el silencio, como si la pregunta significara mil cosas más.
- Los animales pueden ser muy agresivos cuando uno trata de curarlos...
Ana pensó miles de preguntas que deseaba hacerle a ese peculiar chico de pelo negro.
- ¿Te ayudo con eso...?- preguntó señalandole un rasguño que tenia en el brazo. Él volvió a mirarla. Luego accedió, se paró, y tendió su mano para ayudarla a pararse también. Asi, juntos, se dirigieron a la enfermería.
Ese día, Ana se enteró que el chico se llamaba Zack, que todos los cortes y golpes, los obtenía cuidando de distintos animales lastimados que traían al instituto para curarlos y devolverlos a su abitad natural. También se enteró que iba dos años arriba que ella, y que venía de Brazil.
Ella y Zack se volvieron buenos amigos. Ana solía ayudarlo con sus multiples lastimaduras. Y Zack disfrutaba orientandola en distintos medicamentos útiles. Ella lo cuidaba de los animales Y él la cuidaba de las personas.
Un día, Zack se encontró con Ana en uno de sus días feos. Ella estaba sentada abajo de un arbol, entre unos arbustos, llorando porque extrañaba su casa. Por supuesto, eso nunca se lo dijo a Zack, y el lo primero que pensó, es que su rubia se iba a morir. Cuando ella lo tranquilizó en ese sentido, él decidió llevarla a su lugar. Le secó las lágrimas, la ayudó a levantarse, y de la mano, la guió hacia un lugar que luego se convertiría en una guarida eterna.
Ambos caminaron hacia los jardines y el invernadero, y luego más allá, hacia una gran extensión. Era una especie de prado, pero con muchos arboles. No llegaba a ser un bosque, pero tampoco una llanura. No tuvieron que caminar mucho hasta llegar a su destino: en el medio de un valle que se formaba entre los arboles, florecia un pequeño invernadero, anticuado y raido por el tiempo. Tenia una horma de metal, y era todo de vidrio. La mayoria de estos estaban rotos, o al menos rajados, y todos estaban muy sucios como para ver hacia adentro. Pero a Ana le pareció mágico.
- Y todavía no lo viste por adentro..- Zack parecia haberle leído la mente.
Entraron por una pequeña puertita de hierro, al costado del lugar, y Ana parecio ver un paraíso. Todo eran flores y plantas exóticas, de todos los colores imaginables, con las formas más extrañas. En el centro, había un enorme árbol, que habia roto el techo del lugar, y seguía hacia arriba. Tenía enormes ramas, y Ana distinguió unas maderas, clavadas al costado del tronco que subían hasta la rama más cercana, sobre la que había una pequeña plataforma.
Zack le sonrió- Vamos- le indicó las maderas como si fueran las escaleras de un antiguo palacio, y ella fuera la más hermosa de las princesas. Ana se sintió así.
Subió con experiencia digna de una infancia en el bosque, y llegó a la primera rama con los cachetes colorados de felicidad. Allí se sentó cómodamente, al lado de Zack. Él la miró, y sus ojos dijeron más que mil poemas de amor, pero ella no los vio, tan concentrada estaba en su alrededor.
- Sabes?? Yo vivo en un bosque, con mis mamás. Una de ellas trabaja en la farmacia del pueblo, la otra siembra. Siempre me encantaron estos lugares...
- Como se llaman?
- Blume y Silke... no son mis madres biológicas, me adoparon cuando yo era una bebé, pero para mi sí lo son. No siento la necesidad de saber quienes son mis padres, sabes?? Con ellas me alcanza...
Zack hizo una mueca.
- No digo que esté mal que vos quieras- se excusó rápidamente-, cada situacion es distinta, y yo te entiendo perfectamentr pero...
- Está bien, te entiendo- la interrumpió, risueño.
Ambos se miraron.
Zack se acercó levemente y depositó un suave beso en los pálidos labios de la rubia. Ella cerró los ojos, y el pasó su mano por atrás de su nuca.
El tiempo se detuvo.
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Hooooolaaaa, cuanto tiempo. No esperaba volver, pero acá estoy. Espero que les haya gustado esta historia, algo cortita, pero dulce.Gracias a denjigf por este hermoso ship. Sigan comentandooooo,
Y GRACIAS POR LEER!!!
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One-shots (The Promised Neverland)
Hayran KurguNo es muy difícil saber a qué me refiero con sólo leer el título... . . . . . . . . . . Los personajes obviamente no son míos, voy a hacer mi mejor intento porque sea una buena historia, gracias por leer.