Capítulo 45: Ciudad esmeralda

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Capítulo 45: Ciudad esmeralda

Cuando Patrick Wilson me informó sobre su interés en tenerme en su programa radial en la J.W., sabía perfectamente a lo que se refería. No era difícil tener invitados por el teléfono, una práctica más que común dentro del ambiente.

No obstante, yo lo vi como una ventana de oportunidad y, sin pensármelo dos veces, compré el boleto de avión, uno de Nueva York a Washington, y otro de Washington a Ridgewell.

—Estás loca —me había dicho Morgan por el teléfono, mientras yo hacía mi bolso y repasaba en mi mente una y otra vez la lista de cosas que no debía olvidar.

—Tal vez, pero de verdad me merezco unas vacaciones.

—Entonces deberías sacar boletos para quedarte unos cuantos días más en Seattle —argumentó ella. Se estaba pintando las uñas de color amarillo neón, y había marcado para preguntarme dónde había conseguido mi esmalte. Cuando le atendí, le comenté mi improvisado plan, el cuál no había tardado más que dos segundos en desacreditar.

No me sorprendía. Morgan era una persona más bien práctica, y no hace nada sin antes hacer cuarenta listas de pros y contras.

—Ya, pero le prometí a Heather que estaría en Ridgewell al día siguiente —le conté—, y ella está tan emocionada. Además, ya tendré mis vacaciones cuando llegue a casa, en unas semanas. Mi padre me prometió que iríamos a acampar unos días, como en los viejos tiempos.

—No te entiendo —se carcajeó.

Por mi parte, estaba emocionada. No soy una persona espontanea, y creo que no hace falta que explique por qué, pero este viaje improvisado me hacía sentir viva, me hacía creer que todo era posible. Después de meses y meses en una apretada agenda, en la que mi día se resumía en intentar descansar hasta que tuviese que ir al teatro Alastor, en donde cantaba y bailaba hasta el cansancio, finalmente tenía tiempo libre para hacer lo que quería.

Ahora, Patrick manejaba rumbo a su lugar favorito en Seattle, argumentando que debía conocerlo antes de volver.

—No soy una persona de naturaleza —explicó, mientras aparcaba el automóvil en el estacionamiento de lo que parecía ser un museo—, pero encontré este lugar la primera vez que tuve una verdadera crisis. Summer y yo habíamos peleado, creo que fue nuestro primer rompimiento, y sentía que no podía respirar en mi departamento. Era uno de esos días en los que sentía como si la ciudad estuviese ardiendo, que el concreto quemaba mis pies aún a través de mis zapatos, y lo primero que se me vino a la mente fue la plaza de la pantera en Ridgewell.

Lo miré con interés. Él me tomó del brazo y comenzó a caminar a paso decidido por el estacionamiento, y entonces fue cuando los árboles se abrieron y pude observar el edificio que crecía delante de nuestros ojos. Hecho por completo de cristal, los enormes ventanales dejaban entrever una variedad de plantas de diferentes colores y tamaños.

—¿Un museo, Patrick?

—Tú me dijiste que, cuando Summer se sentía abrumada con NYU, se tomaba un taxi y se dirigía a Central Park. Imaginé que ella se encontraba allí en esos momentos, así que conduje y conduje hasta encontrar lo más parecido posible, porque aquí no tenemos Central Park.

—Es hermoso —acoté, llegando finalmente a la entrada. Patrick desapareció mientras yo miraba, con curiosidad, en todas direcciones, y reapareció minutos más tarde con dos boletos para entrar.

En la entrada había un sendero color amarillo que se extendía hasta la eternidad, y a medida que avanzábamos, nos adentrábamos más en lo que parecía ser un sueño colorido, algo así como despertar dentro de una historia de Dr. Seuss.

Drama Kings (DQ #2) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora