Capítulo 57: La dama de honor perfecta

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Capítulo 57: La dama de honor perfecta

Los días en casa de los Becker estaban pasando rápido. La mayoría del tiempo me la pasaba con Chanel yendo de aquí para allá con preparativos de la boda, o cuidando de Claire.

Ese día en particular teníamos dos tareas cruciales. Buscar el vestido de Chanel, y definir cuestiones relacionados a la comida.

Ahora, estábamos entrando en la pastelería que se hacía cargo del pastel de bodas y de los demás postres para los invitados.

—Ya aprobamos el pastel —me explicó ella—. El diseño, los sabores, todo. Ahora faltan los postres.

—¿Postres? Creí que sólo sería pastel.

—Claro que no —corrigió, como si fuera tonta—. Vamos a tener cannolis, cupcakes, macarons, tartas frutales y de chocolates, y masas.

—Por lo menos mi vestido es suelto —comenté en voz baja, y la vi sonreír.

—Hola, señora Becker —saludó el hombre de la caja.

—Hola, Steve. Ella es Scarlett, mi dama de honor —dijo, señalándome. Yo le saludé con la mano—. Vengo a ordenar el pedido de los postres.

—Pasen por aquí.

Pasamos por los clientes que estaban siendo atendidos y seguimos al hombre hacia un costado, donde atravesamos unas puertas que nos condujeron a la cocina. Veíamos a los reposteros ir y venir con todos tipos de masas y pasteles, y nos sentamos a una mesa que tenía cuatro sillas rojas.

—Nos comentaste que te interesaba tener tartas —le dijo, poniendo un cuaderno encima de la mesa.

—Así es, cuatro tartas. Dos frutales, dos de chocolate —replicó Chanel—, del tamaño más grande. También queremos unas cinco cajas de cannolis y cinco cajas de masas. Las masas van a ser bombas de cremas, bombones de chocolates y trufas. ¿De qué me estoy olvidando?

—Cupcakes —dije yo.

—¡Ah, sí! Dos docenas de cupcakes, de los que me mostraste, quiero que el frosting convine con las flores. Quiero que una docena sea color blanco perla, y que el otro color sea del mismo color azul claro que te mostré.

—¿De qué sabor? —Preguntó él, anotando todo en el cuaderno.

—Mitad de chocolate con crema de avellana, y la otra mitad de limón.

—Y los macaroons del mismo color —finalizó él—. ¿Dos docenas?

—Así es. Muchas gracias, Steve, eres el mejor.

El hombre estrechó la mano de Chanel con una sonrisa, y nos marchamos de la pastelería a los minutos. Ella se sentía conforme y tranquila al saber que ellos se harían cargo de todos los postres, y es que Chanel ha comprado de esa pastelería desde que se mudaron a Nueva Jersey. No hay cumpleaños o festividad en la que no haya comida como para alimentar a todo un batallón.

El vestido de Chanel era otro tema. A días de la boda, tenía que ir a buscarla después de haberlo pedido con meses de anterioridad y ella tenía miedo de que no le quedara o que no le gustara el resultado. Estábamos sentadas en el automóvil, y el silencio era sólo interrumpido por el débil sonido de la música de la radio.

—¿Estás nerviosa?

—Mucho —me contestó, moviendo un poco la cabeza—. Bajé de peso y no quiero que me quede flojo, o tener que retocarlo a último momento.

—No creo que sea un problema —dije, tratando de reconfortarla.

—¿Y tú estás nerviosa?

—No, ¿debería?

Drama Kings (DQ #2) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora