Capítulo 8

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Steve.

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"Los labios de Steve, literalmente, se estaban comiendo su boca. Sus labios eran succionados, su lengua igual, los dientes se colaron en el acto, al igual que la caliente lengua del capitán que no dejaba ningún rincón sin explorar.

—Stev... ¡Ah! —Anthony trato de ahogar un gemido. Sentía el pene de Steve entrar en su cuerpo de manera abrupta para después sentir el grosor del falo salir lentamente.

Su cuerpo rebotaba al ritmo que Steve imponia.

—Maldición, Tony... —Gruñó el soldado pegado a su boca.

Estaba amaneciendo y Tony no veía señales de que esto pararía.

¿Quién imaginaria que el sexo con Steve Rogers sería tan bueno?

Lamentablemente, el alcohol en sus venas, la poca resistencia y el sueño que lo embargaban, lo harían perder la conciencia en poco.

—Steve, yo... —Jadeo cuando sintió su pene rozar con el abdomen del rubio.

Rogers lo había abrazado, poniendo las manos en su trasero y pegándolo más a él. Los embistes se tornaron desordenados, rápidos y sensuales.

Anthony se abrazo al cuello del soldado y soltó escandalosos gemidos. Le dio igual si quedaba en ridículo, Tony sólo quería liberar de alguna forma el placer que estaba sintiendo.

—Joder. —Steve mordió su hombro sacándole un pequeño grito de dolor—. Termina para mí, amor.

Tony alcanzó el clímax... ¿Y después qué? "

🔹🔹🔹

El castaño se dejó caer (con cuidado) en el sofá de la sala.

Gruñó mientras acariciaba su vientre.

—¿Escuchaste lo que dijo, donita? —El hombre suspiro—. Pensé que me odiaba...

—Me atrevo a decir, y sin error a equivocarme, que eres el único que piensa de esa manera. —Bruce apareció de la nada, sobresaltando al genio—. Hola, Tony.

—¿Acaso quieres que muera? —Anthony se tocó el pecho-. Dios, hasta donita se asusto.

—Lo siento, donita. —Bruce rio. El científico se sentó a un lado de Tony y espero en silencio.

—¿Escuchaste lo que dije? —Preguntó Tony siendo sabedor de la respuesta.

—Algo, pero no se debe ser un genio para saber que se trata del capitán. —Bruce lo miró comprensivo—. Puedo escucharte, si quieres.

Anthony se tocó de nuevo el vientre. Comenzaba a ser una mañia.

—El doctor dijo que teníamos que enlazarnos. —El omega soltó un largo suspiro—. ¿Y sabes? Estaba de acuerdo con eso. Mi bebé no tendría que correr ningún riesgo, Steve es la persona más buena que conozco y... —Tony quedo callado.

—¿Y?

—Hace mucho pensé que... —El castaño sonrio triste—, donita no tendría que ver a sus padres separados. —Anthony miró sus manos—. Mis padres nunca lo estuvieron, pero se notaba la indiferencia con la que se trataban. Yo no quiero eso para donita.

Bruce asintió.

—¿Steve no quiso?

—Al contrario. —Siguió Tony—. No me dijo que no. Pero ese es el problema.

—Creo que no estoy entendiendo. —Dijo un confundido, Bruce.

—Steve no quiere que sea un enlace vacío. —Explicó—. Él quiere una relación real.

—¿Y te sorprende eso del capitán? —Casi se burló, Banner.

—No me estas entendiendo. —Tony lo miró escandalizado—. Él me pidió que lo amará. Él no quiere que sea una simple convivencia, me pidió todo, Bruce, todo. —Anthony se dejó caer en el sofa—. ¿Cómo se supone que le entregue todo de mí, si él no me ama?

La risa de Bruce lo sacó de sus tormentosos pensamientos.

Lo miró con molestia.

—Lo siento, lo siento... —Bruce se cubrió la boca—, pero Tony, ¿de verdad no te has dado cuenta?

—¿Cuenta de qué? —Tony comenzaba a irritarse.

—Para ser un genio, eres bastante lento. —El doctor Banner puso una mano en su hombro—. El capitán Rogers se desvive por ti.

Stark lo miro exaltado.

🔹🔹🔹

Steve miraba por la vitrina los pequeños mamelucos.

Habían de todos colores. Miró los neutros, tratando de decidir cuales comprar.

—Si te gustan los dos, pedimos los dos. —Natasha se paro a su lado.

—¿Se puede? —Preguntó Steve con una sonrisa en los labios.

—Claro, no te contengas. —La pelirroja apuntó el mameluco blanco—. Pero ese yo se lo compro. Su madrina también lo consentira.

Steve rio. Ambos pidieron tres mamelucos, dos el capitán, uno la pelirroja.

—¿Será muy pronto para comprarle la cuna? —Preguntó Steve.

—Deberías decirle a Stark. —Su amiga lo codeo—. Vengan juntos y compren lo necesario para mi sobrino.

Steve asintio.

Ambos siguieron caminando por el centro mirando algunos zapatitos, cobijas, ropita.

—¿Debería declararme abiertamente? —Se preguntó el rubio.

Natasha sonrio entendiendo lo que Steve quería decir.

—A mi perspectiva, creo que debiste hacerlo desde el inicio.

Steve suspiro.

Bebé a bordo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora