Bases

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¿El hombre es bueno o malo por naturaleza? Esa es la pregunta que se han hecho grandes pensadores.

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La escuela Glandus, una de las más prestigiosas de todas las Islas Hirvientes, conocida por su sistema de Darwinismo Social, donde los más fuertes dominaban sobre los más débiles. Era la hora del almuerzo, una chica de cabello morado estaba dibujando sobre una servilleta pensativamente, su cara no mostraba expresión evidente, y de vez en cuando dejaba escapar un pequeño gruñido de molestia mientras movía sus orejas puntiagudas.

Apenas y había tocado su comida, había sido así durante ya algunos días. Si preguntaras, sus amigos dirían que había comenzado a partir de lo ocurrido en las ruinas del espejo; la chica parecía estar siempre perdida en su mundo y se guardaba el querer hablar sobre lo ocurrido ese día recelosamente.

—Te odio tanto, pero, al mismo tiempo no dejo de pensar en ti —habló para si la chica de cabello morado y ojos anaranjados, siendo observada compasivamente por su taliamigo pulpo.

Toda su concentración se hallaba en dibujar sobre esa servilleta con su pluma verde, por lo que no vio entrar a un grupo de chicos a la cafetería, que posicionaron sus miradas sobre ella y se le acercaron con viles intenciones y sonrisas maliciosas en sus rostros.

—¡¿Pero qué tenemos aquí?! —dijo una chica de cabello color negro claro, ojos verdes y tez blanca, más alta que ella por una cabeza y media y con un uniforme azul y marrón de los aquelarres de curación y construcción, la líder de ese grupo de sabandijas, como los llamaba la de pelo morado.

—Regrésamela Mia —ordenó la pelimorada intentando levantarse de su asiento, pero fue retenida por la pelinegra mencionada, quien puso una mano en su frente.

—¿Es tu novio? —preguntó burlonamente —. Jajaja, ternurita, parece ser que Tontria se ha enamorado —dijo pasándole la servilleta a un chico con características de un pez abisal, quien comenzó a observar la servilleta con sus enormes ojos negros brillantes, iluminándola con sus apéndices luminosos y pasándola entre sus dedos cubiertos de escamas de un azul abeto sucio y oscuro.

—Y de esa escuela de perdedores Hexside, no me sorprende, después de todo, la basura debe estar con la basura —se burló el chico pasándole la servilleta a la última chica con ayuda de una garra de baba, que pudo crear ya que era parte de las clases de abominables.

La última chica tenía un uniforme rojo, tomaba clases de bardo, pelo castaño con franjas rojas y unos enormes y viles ojos negros adornaban su cara. La chica tomó la servilleta y se sentó sobre la mesa, giró sobre si y con sus pies tiró la comida de la pelimorada que estaban molestando.

—¡Oye, ¿Qué te pasa?! —gritó la chica ya más enojada, su taliamigo se subió a su hombro con la misma fiereza que la bruja.

—Ups, perdón, pero quería acomodarme para ver bien los dibujos de tu novio —la chica examinó por un par de segundos la foto antes de reírse entre dientes —. Oh, y además es un ilusionista, parece que te buscaste al más inútil de los inútiles como media naranja.

—Solo déjenme tranquila torpes —ordenó la chica cerrando sus puños.

—¿O qué, Tontria?  —dijo Mia con un tono de superioridad, para sorpresa de ella, recibiendo un golpe en la cara por parte de una construcción de piedra cuya víctima había invocado, aterrizando a unos cuantos metros de su posición inicial, los alumnos de la cafetería jadearon de asombro —. Oh, jejeje, ¿Entonces así es como quieres jugar? —rio secándose la sangre de la boca. La chica de pelo morado se mostró preocupada.

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