XIII

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- Hola cariño - dijo la voz de un hombre al otro lado de la puerta - Vaya, Helena también está aquí -

- ¿Helena está aquí? - preguntó otra voz emocionada. Todos empezaron a hablar mientras Dante seguía en la cocina, sin saber muy bien lo que hacer.

- Voy a dejar esto en la cocina - dijo la primera voz.

Mierda, pensó Dante. Miró a su alrededor en busca de algún sitio donde esconderse o por el que salir - No puedes, acabo de fregar - dijo la madre de Helena. Dante recorrió la cocina hasta que sobre una silla encontró un montón de ropa que se le hizo familiar. Encima de sus pantalones de camuflaje y su sudadera negra, la cual acabó destrozada en la pelea con la Quimera, había una nota en papel rosa claro.

- De parte de Afrodita. Besos querido - leyó el semidiós. Tiró la nota a la papelera y se cambió lo más rápido que pudo, rezando porque no le pillaran en calzoncillos. Cuando ya estaba completamente vestido vio que debajo de la silla estaban sus queridas botas, las cuales parecían nuevas. Se las puso y salió de la cocina intentando parecer lo más casual posible. En el pasillo solo quedaban Helena y otro chico el cual debía tener la misma edad que ellos.

- ¿Quién es él? - preguntaron los dos a la vez. Ambos chicos se miraron de arriba abajo intentando saber de que los conocía Helena. Dante y el otro chico eran como la noche y el día, mientras que el primero tenía el pelo negro como el carbón, con los ojos claros; el otro tenía el pelo rubio y bien peinado con los ojos verdes. Dante llevaba ropa de deporte, listo para su misión. Mientras que el otro iba bastante arreglado, con un jersey y un abrigo largo.

- Dante, este es Scott. Scott, este es Dante - les presentó la chica.

- Encantado...

- ¿Qué te ha pasado? - preguntó Scott señalándose el ojo.

Dante no entendió a lo que se refería - Anda, agáchate un poco - dijo Helena. Este hizo lo que le decía y la chica empezó a quitarle la venda de la cabeza, la cual literalmente le tapaba la mitad del rostro. ¿Cómo se me ha olvidado?, pensó mientras la chica acababa de quitársela - De verdad, no pierdes la cabeza porque la llevas sujeta al cuerpo - dijo ella mientras se reía.

Dante se lo agradeció con un gesto de la cabeza para volver a ver al chico nuevo. Sin embargo este solamente miraba a Helena y como esta iba por el pasillo buscando donde dejar las vendas - Así que Scott, ¿de qué conoces a Helena? - preguntó Dante de malas maneras. Este le miró molesto sin responder. No nos vamos a llevar bien, pensó Dante.

- Scott y yo nos conocemos desde pequeños... Es un amigo de la familia - contestó la chica.

- Un momento. Me acabo de acordar de algo... - intervino Dante llamando la atención de los dos - No me importa - dijo con seriedad volviendo a entrar en la cocina y dejando a los chicos solos fuera. Se sentó en una de las sillas de la cocina mientras empezaba a mascar unas galletas que encontró en la encimera.

A pesar de sus palabras no pudo evitar prestar atención a la conversación de los chicos - Discúlpale, está un poco cansado. El viaje hasta aquí ha sido largo - dijo Helena.

- No pasa nada... - respondió Scott aunque no sonaba muy convincente - Podrías haber avisado si ibas a venir -

- La cosa es que no tenía pensado venir... - respondió Helena.

- Y ese chico... ¿Es tu novio? - preguntó Scott.

- No, no. Solo somos amigos - contestó Helena. A pesar de que era la verdad Dante no pudo evitar romper la galleta que estaba a punto de comer.

- Me alegra oír eso... Es decir, no es que me alegre que no tengas novio... - dijo le otro chico nervioso.

Dante quiso seguir escuchando la conversación pero la voz de Percy le distrajo - Dante, aquí arriba - dijo el chico. Dante alzó la vista para encontrarse con el rostro del hijo de Poseidón a través de un mensaje de Iris.

ARES #1 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora