CAPÍTULO 2

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Estábamos en una especie de internado viejo gigante, la puerta de este cuarto era de rejas, como la de una celda de una cárcel, y tras la puerta había un señor de tez oscura que iba vestido igual que el hombre que me secuestró la noche anterior

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Estábamos en una especie de internado viejo gigante, la puerta de este cuarto era de rejas, como la de una celda de una cárcel, y tras la puerta había un señor de tez oscura que iba vestido igual que el hombre que me secuestró la noche anterior.

Vestía de traje negro y llevaba puestas unas gafas de sol, además de un pinganillo en la oreja para recibir órdenes.

Ludo estaba tumbada en una cama observándome mientras mascaba un chicle. Era como si le hubiera dejado de importar que no estaba en su casa.

–Disculpe, ¿Dónde coño estamos? –pregunto cortante y cabreada.

–No tengo órdenes para contestarla señorita, así que aléjese de la puerta y estése calladita como su compañera hasta que suene la señal para salir de la celda e ir a cenar. –contesta sin mirarme a la cara y bien recto mirando al frente.

–Me cago en tu vida desgraciado. –respondo dando una patada a las rejas de la puerta de la habitación.

Pero éste ni se inmutó. No pareció importarle en absoluto.

Miré a Ludo, que vi como puso los ojos en blanco al igual que yo. Me senté encima de la cama que se quedó libre, la que supongo que a partir de ahora sería la mía.

–Cass. –susurra Ludo. –Necesito salir de aquí cuanto antes.

–Yo también quiero salir de aquí, hoy por la noche me piro, aunque sea clavándole la daga a todo aquello que respire.

–No, así no podremos. Si queremos salir de aquí necesitaremos idear un plan, pero antes debemos analizar la situación de este sitio y saber donde estamos. –decía Ludo segura de si misma.

–Esta bien, pero antes de nada hay que pasar desapercibidas.

...

Pensándolo bien hay muchas razones por las cuales me quieran raptar. A mi padre se la tiene jurada mucha gente, y vienen a por mi porque yo soy el blanco fácil.

Al igual que mi padre es narcotraficante y mata, yo también, por diversión y para defenderme, así que ya se yo que no soy como los demás, soy una especie de sociópata, en cambio, mi padre es un psicópata, no siente aprecio por nada ni por nadie.

Desde los tres años, para estar entretenida, me ha gustado matar y despellejar a conejos y ardillas, y empezando por ahí, acabé haciendo lo mismo con personas.

Mi infancia no ha sido buena, de lo poco que me acuerdo, es que a mi madre la mataron, y desde ese día me borraron la memoria y me quedé viviendo con mi padre.

.

Me cambié la ropa.

Había dos armarios no muy grandes a cada lado de las camas. En ellos había un uniforme de colegio pijo, compuesto por una camisa blanca de botones dorados, una corbata roja y una falda de tablas negra. Ludo y yo nos vestimos con lo que había y nos pusimos una gabardina con capucha, que nos llegaba hasta la mitad del gemelo, de color negra.

En el punto de mira©️ (ongoing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora