CAPÍTULO 16

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La luz del amanecer se cuela entre los resquicios de las cortinas opacas

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La luz del amanecer se cuela entre los resquicios de las cortinas opacas. Estoy tumbada y despierta en mi cama mientras observo cómo la habitación se centra poco a poco.

Hubo un tiempo, no hace tanto, que la oscuridad de esta escuela y la falta de electricidad me ponía de los nervios. Me sentía muy aislada en este internado en medio del bosque de dónde coño quiera que esté, tan lejos de lo que creía conocer y amaba. Ahora me doy cuenta de que no sé cuándo cambió esa percepción, cuándo cambié yo, pero ya no me siento atrapada. Ya no me siento tan fuera de lugar como antes, y ya no quiero escapar de aquí. 

Este es mi nuevo hogar.

Abro las cortinas y dejo entrar la luz neblinosa. La habitación está especialmente fría, y ni los calcetines ni la alfombra mantienen a raya el helado suelo de piedra.

Quedará una hora para que suene la sirena, y Ludo duerme plácidamente en su cama todavía. Me dirijo a mi tocador, que tiene un recipiente con agua y una toalla limpia. Me echo agua en la cara y me observo al espejo. Tengo rasguños en la cara y los cortes de los golpes se han convertido en moretones, pero empiezan a curarse poco a poco.

Entro al baño a ducharme, hasta que la alarma que indica la hora de despertarse me da un susto.

Escucho un golpe en la puerta del dormitorio, y me rodeo el cuerpo con la toalla.

–Pasa.

Ludo entra con unas ojeras más marcadas que nunca.

–Buenos días. –dice a la vez que bosteza. –¿Qué hacías despierta tan pronto?

–Nada, que me desperté y aproveché para ducharme.

Salgo del baño y me visto, me pongo el uniforme y los leggings de gimnasia, que no debería llevarlos nada más que para gimnasia, pero mucha gente se pasa esta norma por el arco del triunfo, puesto que la mayoría se los ponen ya que son más cómodos.

Sigo la fila de alumnas calladas hasta llegar al comedor, donde lo primero que hago es encontrarme con los ojos azules de Bruno Caccini. Aparto la mirada, pero se que él sigue mirándome, así que trato de evitarle de la mejor manera posible.

Para mi sorpresa, Félix aun no ha llegado, por lo que puedo respirar tranquila, después de lo que pasó ayer en su habitación.

...

Tomo asiento en clase de venenos, junto a Axel, ya que Ludo se sentó con Luka. 

–Ya la preguntaré que se traen entre manos esos dos. –pienso.

La clase parece una versión medieval del laboratorio de química de un instituto. Cuenta con una chimenea enorme que caldea la clase, cuyas llamas se usan para calentar y preparar las sustancias venenosas, y también hay un caldero de piedra lleno de agua.

Las estanterías de la clase están llenas de frascos de cristal y viales con ingredientes, tanto letales como curativos. 

Aquí no nos dan ni gafas ni protección para protegerte en caso de accidentes explosivos con veneno, pero extinguirían el fuego si eres tú el que se está quemando. No está mal. Lo verdaderamente sorprendente, en realidad, no es la falta de medidas de seguridad de este sitio, sino que de alguna manera me he acostumbrado a un programa que alienta el peligro.

En el punto de mira©️ (ongoing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora