Capítulo Treinta y Cinco.

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A pesar de parecer siempre absorto en su propio mundo, Song Mingi notaba constantemente los cambios a su alrededor

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A pesar de parecer siempre absorto en su propio mundo, Song Mingi notaba constantemente los cambios a su alrededor. Durante los últimos días había notado, por ejemplo, el sutil corte de cabello de San, la alarmante cantidad de dulces que Yeosang comía, el nuevo tono rosita con el que Hongjoong pintaba sus uñas, -el cual era bastante lindo, por cierto- y un sin fin de cosas más.

Entre ellas, Mingi había notado que Wooyoung parecía más decaído que de costumbre. Y no era como si sólo estuviera callado en una esquina, porque él ya llevaba algún tiempo actuando de esa manera -desde lo de su madre, precisamente- y aún así se lo lograba ver tranquilo y sonriendo de vez en cuando. No. Era, más bien, como si alguno de sus problemas le pesara en el cuerpo al punto de transformar su carita en una máscara de preocupación constante.

En lo que iba de la tarde, Mingi había escuchado a San preguntarle cuatro veces si estaba bien, y las cuatro habían sido respondidas con un simple asentimiento de cabeza por parte del menor.

Y claro que Mingi sabía que San podía hablar con él en la intimidad de su casa, alejados de todo el barullo de la biblioteca, y ayudarlo con lo que sea que estuviera pasando, pero algo en Wooyoung le daba la -quizás falsa- impresión de que, de hecho, Choi San tenía bastante que ver en eso.

Y no puedes ser una solución cuando eres parte del problema, ¿O sí? Alguien más tendría que ayudarlo esta vez.

Pedirle que lo acompañara a comprar golosinas fue lo único que se le ocurrió, y al principio no pareció funcionar.

-Pero Yeosang tiene dulces, Hyung-murmuró Wooyoung, con la cabeza apoyada en el hombro de Seonghwa.

Yeosang los miró con ojos enormes mientras terminaba de meterse a la boca el último de sus caramelos.

-Me los he comido todos-confesó, apenado-lo siento.

Pero funcionó. Y Wooyoung no tuvo otra opción más que aceptar acompañarlo cuando Mingi puso esos ojitos de cachorro con los que conseguía absolutamente todo por parte de sus amigos y novio.

-¿Qué vas a comprar?-preguntó el menor, mientras caminaban por el campus hasta la tiendita más lejana a la biblioteca-¿Por qué no puedes comprar en la cafetería, que está más cerca?

Mingi se puso nervioso. Eso de armar planes para sacar información definitivamente no era lo suyo.

-Aquí es mas barato-mintió, entrando al pequeño local y eligiendo unas cuantas chucherías al azar-¿Qué vas a querer?

Wooyoung miró a su alrededor por un momento. Mingi lo vio titubear un poco antes de tomar una pequeña bolsa de papas fritas y ponerla en el mostrador. ¿Eso que había en sus ojos era culpa?

-Son quinientos wones.

La muchacha detrás del mostrador era bastante bonita, pensó Mingi, comenzando a distraerse con la idea de que -si tan sólo le gustaran las chicas- ella bien podría haber sido su tipo. Alta, de rostro amable y mejillas regordetas, con labios finos de un lindo tono cereza.

Blame The Rain.  ~Yungi~ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora