Capítulo Veintiocho.

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Los nervios de una primera cita eran la cosa más extrañamente agridulce que Yeosang y Jongho hubieran sentido alguna vez

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Los nervios de una primera cita eran la cosa más extrañamente agridulce que Yeosang y Jongho hubieran sentido alguna vez. Se sentía como si doliera, pero no dolía, como una especie de cosquilleo que comenzaba en sus pechos y se extendía hacia el resto de sus cuerpos a medida que la hora de encontrarse se acercaba.

Yeosang había salido con personas antes, pero nunca había tenido una cita como tal. Realmente nunca se había esforzado tanto en nada, porque no recordaba algo que fuera más importante que esa nueva tarea que tenía de hacer feliz a Jongho.

El muchacho no era tonto. Sabía muy bien que una relación era algo de dos, pero no podía sacarse de encima lo que San le había explicado por la mañana. El sería el primero para Jongho, y eso lo hacía sentirse especial al mismo tiempo que ponía sobre sus hombros una presión considerable. ¿Qué pasaría si él se sentía decepcionado al volver a casa?

Le había comprado flores. Ni siquiera sabía qué flores eran, o si le gustarían, pero eran tan hermosas que no pudo evitar llevárselas en alguna especie de capricho para sí mismo. También llevaba consigo suficiente dinero como para pagar los lugares a los que planeaba llevarlo, sin mencionar que se había esforzado de más en su apariencia, al punto de pedirle a Jongho que se encontraran una hora o dos más allá de lo previsto, porque se le había hecho demasiado tarde como para elegir un atuendo decente. Ahora que lo mencionaba, tenía bastante frío gracias a un mal cálculo del clima que lo llevó a usar ropa demasiado liviana, pero, al menos, lucía bien.

Cuando Jongho apareció, Yeosang tuvo problemas para dejar de sonreír.

Él se veía lindo. No se refería a lo atractivo que era siempre, sino a... lindo. No sabía describirlo de otra forma.

Por un instante, Yeosang olvidó cómo se saludaba.

-Son para ti-soltó, tomando el ramo de la banqueta en la que había estado sentado, y entregándoselo con una sonrisa pequeña. Jongho pareció confundido por un momento, pero su mano se cerró alrededor del ramo y dio una pequeña reverencia como agradecimiento.

-Ah, quién te viera-se mofó, hundiendo su nariz en el ramo de forma poco delicada-son bonitas, muchas gracias, Hyung.

Eran rosas, y Jongho se halló a sí mismo emocionado ante el hecho de que alguien le regalara flores. Recorrió el rostro apenado de su Hyung con la mirada y, después de sacar una fotografía mental de cómo se veía ese día, le tomó la mano. Yeosang se aferró a ella y entrelazó sus dedos, causándole un estremecimiento por lo helados que se sentían.

-Lo siento, mis manos están congeladas-el mayor se disculpaba como si eso fuera a arruinar la cita-hace más frío de lo que pensé.

-¿Por qué estás tan desabrigado?-se quejó Jongho, frotando su brazo, pensando que eso bastaría para darle algo de calor-vas a enfermarte.

Yeosang rio por ese gesto.

De un momento a otro, Jongho le soltó la mano, le dio las flores para que las sostuviera y comenzó a quitarse la chaqueta que tenía por encima de aquel suéter de algodón grueso. Inmediatamente después de quitársela, se la tendió a él como si nada, como si no estuvieran bajo cero, al aire libre.

Blame The Rain.  ~Yungi~ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora