Por placer

18 1 0
                                    

Una enorme masa de carne con cabello oscuro, ojos verdes y piel morena lleva veinte minutos observándome y la pequeña copa de mi paciencia no es capaz de aguatar una gota más.

—¿Cúanto tiempo llevas aquí? —rompe el silencio con una voz cortante y una mirada insegura.

—Pues hoy hace un año que vi estas paredes por primera vez —le contesto.

—Quisiera que me contaras tu historia desde el principio —añade con un tono más suave y relajado.

—Lo haré solo si me regalas esa chaqueta negra que llevas puesta, si se van a lucrar con la historia de mi vida y no voy a poder recibir ni un solo dólar porque este sitio no me lo permite, por lo menos quiero tener esa hermosa piel de cuero abrazándome todos los días.

No se ve muy convencida con la idea, seguro piensa que la quiero para abarrotarla de mala suerte o hacerle algún tipo de maldición, la verdad es que ya estaba acostumbrada a que todas las personas me tuvieran miedo. Con un ágil, pero dudoso movimiento, se quita aquella prenda y la pone en mis manos.

—Bueno ahora podemos empezar, cuénteme con lujo de detalles todos los sucesos que la trajeron aquí.

Junto a esas palabras saca un bolígrafo y una carpeta con muchos papeles en blanco.

—Todo comenzó cuando mi boca soltó un gran globo de aire para desaparecer el fuego de aquellas quince velas en ese delicioso pastel de chocolate y almendras, mi favorito, estábamos todos reunidos, mi familia, mis amistades, éramos unas veinte y ocho personas en total, me sentía muy cómoda entre toda aquella aglomeración, supongo que cuando tu mayor miedo es la soledad  sientes una gran sensación de alivio cuando te encuentras rodeada de personas que te quieren. Cada uno me dio su regalo, se notaba que me conocían bien, converses negros, dulces, lencería roja, pero la joya de la corona fue un antiguo medallón de plata, mi madre me dijo que era una reliquia familiar, había pasado por casi todas las mujeres de nuestro árbol genealógico y mi obligación era cuidarlo y protegerlo para la siguiente generación. Al día siguiente mientras escuchaba la voz de Ricardo Arjona en mis oídos noté una extraña presencia en mi interior, mi corazón comenzó a palpitar más de lo normal y un tedioso dolor se alojó en mi cabeza, no le di tanta importancia y me ahogué en un profundo sueño con la esperanza de sentirme mejor al despertar. Cuchillos, garras ensangrentadas, sombras, dolor, esos fueron los protagonistas de mi sueño, di un brinco y aquel horrible mundo desapareció. Pasaron días, semanas y aún continuaban las pesadillas, cada vez eran más fuertes y sanguinarias. Era sábado, la luz de la luna bañaba los fríos cristales de mi ventana, mis ojos gritaban de miedo otra vez, estaba aterrorizada, sabía que aquella realidad abstracta y terrorífica iba a visitarme de nuevo, agarré el colgante y lo apreté contra mi pecho, necesitaba algún tipo de refugio, un pequeño relieve rozó la capa de mi piel canela, tenía un diminuto mensaje tatuado en la parte de atrás “et malum tenebris venit ad me”, algo o alguien me empujó a decirla y a repetirla una, dos y a la tercera me quedé dormida. Eran las tres y media de la madrugada cuando mis ojos vieron las manecillas del reloj, una extraña sensación de sed interrumpió mi agradable y plácido sueño, estaba tan tranquila de no haber tenido esas pesadillas otra vez. Agua, agua y más agua, pero era inútil, aquella sequía  continuaba en mi garganta, pero ella me dijo lo que tenía que hacer. Fui hacia la habitación de arriba, empecé por mi padre, era tan satisfactorio oír sus gritos, suplicando por su vida, empecé por invadir el filo del cuchillo en sus ojos, luego fui a por sus dientes, me tomé la molestia de separar uno por uno de sus rojizas encías, corté cada dedo de sus manos y pies y el toque final, un profundo corte en el cuello, lo suficiente para dejar a la vista sus huesos cervicales, mi madre estaba tan asustada que su evidente estado de shock la dejó inmóvil, con un leve hilo de voz me dijo que por qué lo había hecho.

Cuentos para unos cuantos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora