Capítulo 01

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Jaehyun se consideraba un hombre afortunado en cuanto a su vida laboral.

Desde que estaba en la secundaria había empezado a jugar baloncesto en el equipo de la escuela.

Sus entrenadores no tardaron mucho en darse cuenta de que se trataba de talento natural, por lo que les recomendaron a sus padres que lo inscribieran en una academia especializada para que mejorara sus habilidades.

Fue en la preparatoria que decidió que quería dedicarse a ello de manera profesional, siendo reclutado por el equipo local que le daría la oportunidad de desarrollarse como base, obteniendo el mayor puntaje en anotaciones de su posición durante su primera temporada.

Más tarde, durante la universidad, recibió la oferta de formar parte de un equipo primera división iniciando su carrera y, con ello, la mención de su nombre en todos los canales deportivos junto al título de "joven promesa".

Decidió que se retiraría a una temprana edad para poder dedicarse a su familia, pero su ambición y amor por su trabajo lo llevaron a entrenar uno de los equipos de los que él había formado parte en su juventud.

Estaba viviendo en un sueño.

En cuanto a su vida personal, bueno, ese era otro tema.

Agradeció a todos los dioses haber encontrado un vuelo que llegara a su destino durante la madrugada.

No le avisó a nadie a dónde se dirigía, no sentía que tuviera que hacerlo.

Había desactivado los mensajes de sus redes sociales, apagado los teléfonos de su empresa, y le había pedido a su publicista desde hacía un par de meses que liberara su agenda para la pre temporada.

Aún así, no se sentía tranquilo.

Recogió su equipaje, se dirigió al estacionamiento, y subió al primer taxi que encontró vacío.

Mientras más se acercaba, más ansioso se sentía.

- Llegamos – anunció el conductor después de largos minutos.

Bajó del auto, tomó sus maletas y observó con desgano la residencia frente a él.

Suspiró.

Ya estaba en casa.








Decir que el baño le había servido para despejarse sería mentir.

No sabía si debía sentirse tan ofendido por prácticamente haberse escabullido en su residencia sin que ningún miembro de su personal lo notara, pero definitivamente lo resentía.

Se vistió con la primera pijama que encontró en su clóset y se dio cuenta de que había perdido peso.

Culpó a su ocupada agenda y a su falta de tiempo por ello, y comenzó a idear un plan de alimentación y ejercicio para recuperar la forma mientras bajaba las escaleras.

Escuchó a su ama de llaves caminando por el recibidor y se acercó para saludarla.

- Hola –

El grito asustado de la mujer le hizo retroceder violentamente y derribar un jarrón tras él.

Su jarrón de colección.

Casi se pone a llorar.

- ¡Señor Jung! – exclamó exaltada - ¿qué hace aquí? –

- Es mi casa – obvió, alejando a la empleada de la cerámica rota, colocándose de cuclillas para comenzar a juntar los pedazos grandes.

- Lo siento, me refiero a... -

- No sentí que tuviera que avisar – la miró - ¿es el de colección? –

- Es el regalo de su ex esposa –

- Ah – sonrió aliviado, volviendo a su tarea - ¿dónde están todos los empleados? –

- En casa, señor –

- ¿No tenemos gente viviendo aquí? – preguntó levantándose.

- Sólo uno. El de planta –

- Ya veo – se cruzó de brazos - ¿sabes si queda algo de comida? –

- Puedo calentarle la cena –

- No te preocupes – la tomó por los hombros – lo haré por mí mismo, gracias –

- No es nada, señor Jung – sonrió amablemente – vaya, yo limpiaré esto –

- Eres un encanto – bromeó.

La mujer rió divertida viéndole salir por la puerta.

- Oye – llamó asomando la cabeza.

- Dígame –

- ¿Dónde están mis hijos? –

- No puedo responder eso, señor Jung. Acabo de llegar de hacer la despensa –

- Está bien, deben estar dormidos – dijo caminando a la cocina.

Los vería por la mañana.

The trainerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora