Semanas atrás.
- Lo digo en serio – alardeó.
- Claro que no. Estás ebrio – regañó su hermano.
Estaban en la fila del elevador de alguna pequeña plaza comercial.
El horario de servicio había terminado ya, por lo que un montón de clientes habían sido desalojados al mismo tiempo, y ahora esperaban pacientemente su turno para ir al sótano a recoger sus autos.
- Lo juro – miró la fila - ¿ves algún empleado esperando? –
- No voy a ver nada – dijo en voz baja – tú realmente no piensas así –
- Claro que sí – retó, volteando al frente - ¡tú! Chico –
- Jeno, por favor no hagas esto –
- Espera –
- ¿Sí? – preguntó el joven al que acababa de llamar.
- Ven – tomó su brazo - ¿puedes por favor explicarle a mi hermano que ni tú ni la gente de tu clase usan el elevador porque, muy en el fondo, saben que son algo inferiores que los comensales del lugar? –
El rostro del chico reflejaba una mezcla de sorpresa e indignación.
- ¿Disculpa? –
- No te preocupes, bonito. Estamos en confianza –
El furioso joven se zafó del agarre y lo empujó antes de alejarse de él.
- ¿Cuál es tu puto problema? – enfrentó su hermano.
- ¿Qué? Sí estaba bonito – hipó.
- Por favor, cierra la boca – exigió empujándolo dentro del elevador – cierra la boca y nunca vuelvas a hablar –
Debió seguir ese consejo.
No tardó mucho en ser consciente de sus palabras por lo que, en las siguientes semanas, había visitado una y otra vez el bar donde atendía el muchacho para aclararle que todo había sido un error y que no eran más que las habladurías de un ebrio idiota.
Claramente, el chico no quería escucharlo.
Lo peor pasó cuando Jeno se dio cuenta de lo mucho que le gustaba.
El mesero era increíblemente atractivo y gentil.
Lo había escuchado bromear con otros clientes y empleados, y miraba con adoración como sonreía para todas las personas a las que veía.
Excepto para él.
Su amor platónico lo odiaba.
Ahora.
Jaehyun como que quería golpearlo.
Su hijo realmente había ofendido a un desconocido cualquiera que solamente pasaba por ahí después de un arduo día de tratar de ganarse la vida dignamente.
- Y – aclaró su garganta - ¿qué pasó hoy? – preguntó sin estar convencido de querer escucharlo.
- ¿Qué pasó hoy? – rió sin ganas – hoy logré que me hablara –
- ¿En serio? –
- Sí – apretó los labios – apenas me había dado la oportunidad de explicarme cuando, en un movimiento digno de un imbécil como yo, tiré todas las bebidas que llevaba consigo –
- No puede ser tan horrible –
- Eran alcohólicas – negó decepcionado – las más caras del menú –
- Está bien... -
- Tú no escuchaste a su gerente gritarle frente a todos y decirle que tenía que cubrir los daños –
- Mierda –
- Sí – lo miró – obviamente ya no quiso escuchar una palabra de lo que tenía para decirle –
- ¿Qué hiciste entonces? –
- Nada – se encogió de hombros - ¿qué podía hacer? Dejé las bebidas pagadas y el 100% de propina para el pobre chico –
- Eso fue algo bueno, hijo –
- ¿Tú crees? –
- Sí – trató de animar – lo peor que puede pasarte es que el muchacho piense que se trata de una obra de caridad y enfurezca más –
El menor lo miró alarmado antes de enterrar nuevamente la cara en su almohada y comenzar a sollozar.
- No, Jeno... -
- Jeno – llamó Jungwoo, entrando en la habitación - ¿qué le sucede a mi bebé? –
- Lo arruiné – balbuceó.
- Claro que no – dejó una bandeja sobre la mesada – ese chico tonto no sabe de lo que se pierde –
- No es un tonto, yo lo soy –
- Ven aquí – susurró levantándolo para envolverlo en un abrazo – todo estará bien –
- No es cierto –
- Eso no lo sabes – limpió su mejilla con cuidado – estoy seguro de que podrás enamorar a ese muchacho y, entonces, no sabrá qué lo golpeó –
- Probablemente Jeno – bromeó Jaehyun.
Jungwoo lo miró con desaprobación mientras el menor levantaba su puño para chocarlo con el suyo.
- Te traje chocolate con bombones – canturreó – eso siempre te hace sentir mejor –
- ¿Por qué no respetas mi dieta? – recriminó.
- Es sólo por hoy –
- No quiero –
- Jeno... -
- Está bien – interrumpió Jaehyun – sírveme a mí un poco, se ve bueno –
El empleado lo miró extrañado y le entregó una taza.
- Mierda – murmuró – esto está delicioso ¿quieres probar? –
Jungwoo sonrió con complicidad y se acercó a beber un sorbo.
- ¿Qué tal? –
- Una maravilla –
- Yo también quiero un traguito – pidió el menor, acomodándose contra su cuidador.
- Aquí tienes – dijo entregándole una taza antes de mirar orgulloso al hombre frente a él.
Jaehyun ya lo estaba entendiendo.
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The trainer
FanfictionJung Jaehyun era el reconocido entrenador para un equipo de baloncesto de primera división. Todos lo amaban. Excepto en el único lugar en que debían amarlo. Ahora, había vuelto, y lo hacía para quedarse. El problema era que había otro hombre int...