Capítulo 02

202 35 1
                                    

Usar el microondas resultó una tarea más complicada de lo que había previsto.

Ni siquiera estaba seguro de cuál de todos los aparatos que había en su cocina era el microondas.

Rendido, colocó la olla sobre la estufa para dejarla calentar un rato y tomó una cuchara para comer directamente de ella.

Lavó sus utensilios mientras tarareaba tranquilamente una canción que había escuchado por ahí, y de dispuso a ir a la cama, no sin antes darle un rápido recorrido a su casa.

La había extrañado tanto.

Pasó por su estudio, librería, sala de estar y cuarto de entretenimiento encontrándolos en completo orden.

Estuvo tentado a nadar en la piscina interior, pero tenía que atravesar el gimnasio y eso era algo en lo que no quería pensar todavía.

Recordó con entusiasmo la reciente primavera, por lo que quiso visitar su jardín para sentarse un rato a oler las flores.

Perfectamente normal, si se lo preguntaban.

Pudo ver, a través de la puerta de cristal, la luna iluminando la noche a lo alto del cielo.

Salió para ser recibido por la fresca brisa nocturna y suspiró profundamente.

Un momento.

Inhaló nuevamente y frunció el ceño.

Comenzó a olfatear insistentemente para rastrear de dónde provenía ese distintivo aroma y lo encontró.

Un muchacho que por cierto, no conocía, estaba sentado en una de las bancas del jardín, con los ojos cerrados, sosteniendo firmemente un cigarrillo.

- ¿Disculpa? –

El joven abrió los ojos, notablemente irritado, y lo miró.

- ¿Sí? –

- ¿Qué estás haciendo? –

- Trato de disfrutar de mi descanso – obvió.

- Eso veo – asintió – pero ¿no sabes que no está permitido fumar aquí? –

- ¿Las plantas no limpian el aire? –

- No es por las plantas – puso las manos en su cintura - ¿quién eres tú? –

- ¿A qué se refiere? –

- ¿Eres un empleado? –

- Soy el empleado de planta – se levantó para estrechar su mano – señor Jung –

- ¿Estás diciendo que eres tú quien cuida de mis hijos? -

- El mismo – dijo sentándose de nuevo.

- ¿Y estás fumando? Tan descarado – negó – no sé si alguien te lo dijo, pero no debes de fumar con niños en desarrollo alrededor –

- No fumo cuando están cerca –

- No deberías hacerlo en absoluto, son las reglas de la casa, y si no estás dispuesto a... -

- ¿Qué hora es? – interrumpió tranquilo.

- ¿Qué? –

- ¿Tiene la hora? –

Su jefe levantó la mano, molesto, y miró su reloj.

- 1:17 –

El joven lo meditó, asintió y cerró los ojos nuevamente, dándole una calada profunda al cigarrillo.

Sintiéndose ofendido como la mierda, caminó nuevamente adentro para buscar a su ama de llaves y ordenar que despidiera inmediatamente a ese malviviente.

Apenas dio un par de pasos cuando la puerta trasera se abrió frente a él.

Lo que sintió fue una extraña combinación de felicidad desbordante, y ganas de golpear algo por la ira.

El apuesto (pero en estado cuestionable) joven encontró sus ojos y abrió la boca impresionado.

- ¿Pa? –

- ¿Dónde estabas? – preguntó con voz dura.

- Hola – dijo con sarcasmo – a mí también me da gusto verte después de tanto tiempo –

- ¿Dónde estabas? – repitió.

- En una fiesta, ¿dónde más? –

- ¿Dónde está tu hermano? –

- No sé – se encogió de hombros – ¿por qué me preguntas a mí? –

- Jeno... -

- ¿Ya buscaste en su habitación? – rió - ¿ni siquiera pensaste en eso, verdad? ¿al menos sabes dónde está su cuarto o necesitas que te lleve? En serio, eres el padre del año... -

- Yo no voy a preguntártelo dos veces – interrumpió una suave voz, peligrosamente tranquila - ¿dónde está tu hermano? –

Jaehyun se giró a verlo, molesto.

Honestamente, ¿qué le hacía pensar que...?

- No sé – lloriqueó el asustado chico – dejó de contestarme los mensajes hace una hora y tampoco responde mis llamadas –

- ¿Te dijo a dónde iba? –

- No, pero no llegó al punto que acordamos –

- Tu teléfono – dijo extendiendo su mano.

El menor le entregó rápidamente el aparato, mirándolo expectante.

El empleado marcó y esperó en la línea, manteniendo su expresión aburrida.

- Hola, buenas noches, habla el miembro número 4917 – esperó – así es. Llamaba para preguntar si hoy se hizo uso de la membresía para acceso a cualquiera de los bares del club. Por favor –

Jaehyun lo miraba confundido, sin entender lo que estaba pasando.

- Claro, permítame – cubrió el micrófono – no des un paso más – ordenó.

Entonces el castaño notó como su hijo había tratado de escabullirse sin lograrlo.

- ¿En serio? ¿Puede ponerlo al teléfono? – la expresión de su mirada cambió luego de un par de segundos – escúchame bien, tienes dos minutos para llegar a casa o te despides para siempre de la luz del sol – sonrió – ¿en serio? entonces tienes que apurarte – cortó la llamada.

...

The trainerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora