Capítulo 04

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Jaehyun despertó sintiéndose tan relajado como no se había sentido en meses.

Incluso había dormido más de ocho horas.

Estiró su cuerpo satisfactoriamente y se levantó para tomar una ducha.

Bajó luego de un rato, esperando encontrar a sus pequeños en el comedor para intentar pasar su sábado con ellos.

Ninguno estaba ahí.

Distinguió voces provenir de la cocina, y pudo ver a uno de sus hijos tomando su desayuno tranquilamente.

Estaba sonriendo.

Su hijo sonreía tan hermoso como lo recordaba.

Su corazón se estrujó al darse cuenta de que la última vez que le había visto sonreír para él fue cuando tenía poco más de diez años, y ya había pasado mucho tiempo de eso.

Entró completamente al lugar, notando que el motivo de la felicidad de su hijo era el joven malviviente que parloteaba sobre algo mientras cocinaba frente a él.

- Te juro que pensé que no dormiría en toda la noche –

- ¿Por qué ver una película de terror en medio de la madrugada? –

- Pensé que sería valiente – probó la comida – esto está muy bueno -

- ¿Puedo probar? –

El mayor le extendió la cuchara y lo dejó tomar un poco.

Inmediatamente después, tomó una servilleta y limpió la comisura de sus labios.

- Buenos días – saludó Jaehyun, interrumpiendo la escena.

- Que bueno que nos acompaña, señor Jung – respondió el empleado, extendiéndole una hoja de papel – ¿puede hacerme el favor de anotar su dieta aquí? –

El mayor lo miró extrañado.

- ¿No comeremos lo mismo? –

- Claro que no – negó alarmado – los chicos tienen que comer de acuerdo a sus actividades, al igual que usted –

- Por supuesto – asintió.

Por supuesto que sí.

Podía tener eso en cuenta por cualquiera de sus jugadores, fueran titulares o no, pero no podía pensar en sus hijos en absoluto.

- ¿Una pluma? –

- Debe haber alguna en la alacena, junto a la lista de víveres – señaló el chico.

Jaehyun abrió la puerta de la pequeña bodega y observó casi embelesado como cada cosa se encontraba en su lugar.

Estuvo tentado a hacer un berrinche al notar que se había quitado la sección de golosinas, pero tenía que ser un adulto frente a sus hijos.

Entró completamente y se apoyó en el pequeño escritorio para comenzar a escribir un montón de cosas que seguramente comería si algún día comenzaba a ejercitarse de nuevo.

¿Podía pedir galletas?

Jodidamente sí.

Tú eres el jefe, maldita sea.

- Buenos días – saludó una voz enronquecida.

- Te ves horrible – bromeó el mayor de los hermanos.

- Me siento horrible – admitió – tuve el sueño más extraño –

- No me digas –

- Soñé que papá estaba con Jungwoo esperándome en la lavandería. Casi vomito de la impresión –

- El bastardo –

- Sí, mierda – bufó – como si en algún momento mi papá... -

- Jisung, toma tu batido – ordenó Jungwoo, interrumpiendo cualquier cosa que fuera a decir.

- ¿Le quitaste la menta? –

- Sí –

- ¿Agregaste más toronja? –

- Te dije que no. Tu reflujo puede empeorar –

- Pero sabe mejor –

- Siéntate – ordenó sin admitir reproche.

- Buenos días, hijo – saludó Jaehyun, saliendo de la alacena.

Jisung palideció.

- Pa... - tragó duro - ¿qué estás haciendo aquí? –

- Estoy de vacaciones –

- ¿Y no pudiste ir a las Bahamas? – reclamó Jeno, levantándose de su lugar.

- Termina tu comida – habló Jungwoo sin mirarlo.

El azabache se sentó nuevamente y comenzó a comer en silencio.

¿Sería estúpido preguntar? Tal vez.

¿Le importaba? En absoluto.

- Y, ¿qué van a hacer hoy? –

- Yo te diré lo que va a pasar – respondió el niñero – este de aquí, va a charlar por teléfono en voz muy alta diciendo cuanto me odia y lo horrible que soy por encerrarlo como a un criminal – dijo señalando a Jeno – y este otro, va a pasar todo el fin de semana practicando en la piscina interior, si es que no tiene que correr a vomitar –

Jaehyun asintió pensativo.

- ¿Quieren salir un rato? –

Jungwoo lo miró lo que seguía de furioso

- ¿Acaso no escuchó nada de lo que dije? – frunció el ceño – están castigados, los dos –

- Pero soy su papá –

El menor alzó las cejas, se cruzó de brazos, y asintió.

- Ah, ¿sí? –

- Sí – se sentó en la barra.

- Bien – apagó la estufa – a partir de hoy, hasta el lunes en la mañana, son problema de su papá – dijo antes de salir de la cocina.

Los tres se miraron alarmados.

¿Por qué eso sonaba como una amenaza?

The trainerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora