XX - Estar Donde Tu Estés

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"Ese maldito hijo de puta, si lo veo, lo golpearé hasta convertirlo en pulpa y se lo daré a las gaviotas". El navegante de pelo blanco maldijo mientras levantaba su peso colgando del marco de la puerta.

Le gustaba hacer ejercicio cuando estaba enfurecido, la ira era como combustible para él y escuchar del capitán rubio que había encontrado al hombre de ojos azules con el nuevo recluta en su cama le había dejado un sabor amargo y una furia aparentemente interminable.

"No puedo imaginarlo haciendo algo así, parecía amar mucho a Kyo, debe haber algo mal". El hermano menor de Shinazugawa suspiró mientras seguía pintando un paisaje en su lienzo, como si embarrar la pintura sobre el papel en blanco pudiera responder a sus preguntas.

"Regla número uno de la vida, Genya, el amor no es real. Las mujeres son imposibles de entender y los hombres son estúpidos". El hombre se quejó con resentimiento mientras volvía a flexionar.

"Estás siendo amargado, si no fueras tan rencoroso no estarías discutiendo con Sabito cada tres días". El adolescente mohawk suspiró mientras fruncía el ceño.

"Así soy yo y no cambiaré". Él escupió.

"Seguro que no". Genya puso los ojos en blanco, la actitud de su hermano lo estaba cansando.

"¡Oigan! ¡Era una trampa! ¡Necesitamos encontrar a Kyojuro ahora!" Apareció un hombre de pelo color salmón; su cabello estaba tan desordenado como un nido de pájaro por haber corrido desde el barco hasta la casa de Uta.

El grito repentino hizo que el hombre de cabello blanco diera un brinco de sorpresa, aplicando más peso a su tirón y rompiendo el marco de la puerta, dando un santo ranazo contra el suelo. Genya contuvo la risa, pero un bufido escapó de sus labios.

"¿Quién diablos hizo esa mierda? ¡¿Fuiste tú, idiota?!" Sanemi le rugió a Sabito mientras se levantaba, su rostro se puso rojo como una remolacha por la ira y la vergüenza.

"¡¿Eh?! ¡Ese fuiste tú, imbécil! " El teniente se burló con fastidio.

"Por supuesto, debí haber sido yo, olvidé que eres el inútil de la familia". El navegante se burló de él con sarcasmo, aludiendo a que él había sido el que hacía todos los trabajos de carpintería porque Sabito no era bueno en ellos.

"Oye." Genya intervino y tragó saliva por la repentina tensión en la habitación.

Sabito lo fulminó con la mirada, eso le había dolido pero no iba a mostrarle debilidad.

"No sé por qué me molesté en venir aquí, yo mismo buscaré a Kyojuro". Estaba harto de que el otro no reconociera sus propios defectos y, en cambio, los empujara hacia él.

Siempre que el navegante se enfurecía, lo atacaba y no escuchaba, emberrinchándose como un niño engreído que no quiere ser responsable de limpiar su desastre.

Tiempos como estos hacían que Sabito aceptara que eran demasiado inmaduros para su propio bien.

El intendente bajó las escaleras que necesitaba para hablar con Senjuro.

"¿Está todo bien?" La gentil anciana preguntó con preocupación.

"Oh, mamá, ¿sabes dónde está Senjuro?" El hombre de ojos lavanda ocultó su ira de hace unos segundos frente a la mujer.

"Iba a tener una clase intensiva con algunos niños, podría regresar hasta la cena. ¿Por qué? Escuché algunos gritos, ¿está todo bien? " No había forma de que pudieran engañar a Uta para que pensara que no pasaba nada, pero Sabito no tenía mucho tiempo para explicar la situación.

Mares de Inferno - RenGiyuu  - KNY -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora