XIX - Hacia el Nido de Arañas

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Giyuu no podía creer lo que estaba viendo, Kyojuro estaba profundamente dormido en sus brazos. Por primera vez, se había despertado antes que él. Pero siendo honesto, no era de  sorprenderse después de recordar anoche.

Después de dejar la cofa, Giyuu le pidió que se desahogara sobre lo que sucedió en la catedral. Guardarlo todo para sí mismo evitaría que siguiera adelante, así que allí estaban, Kyojuro llorando como un niño en los brazos de Giyuu mientras lo consolaba en la comodidad de su cama.

Los horrores que habló fueron peores que cualquier pesadilla que haya tenido, pero los escuchó a todos mientras acariciaba la espalda del otro con un relajante movimiento circular y susurraba dulces palabras cada vez que sentía que el mundo se derrumbaba debajo de él. Esas frustraciones estancadas lo estaban pudriendo por dentro.

Ahora el hombre yacía sobre su pecho, con los ojos cerrados, respirando lentamente y babeando sobre su piel desnuda pero no le importaba, quería congelar este momento y vivirlo para siempre. Se sentía tan tranquilo, tan bien. Como el final de un cuento de hadas.

Giyuu seguía jugando con los mechones cortos del rubio, su cabello crecía rápidamente, eso le gustaba, era una señal  de que gozaba de buena salud. Otra mano bajó hasta la mejilla del pirata, acariciándola con delicadeza, sintiendo la suavidad de la piel y los diminutos vellos, ahora que lo pensaba, nunca había visto afeitarse al rubio.

Masajeó la mandíbula del pirata, tratando de sentir la aspereza de una barba recién afeitada, pero solo pudo sentir vellos ligeramente más gruesos, casi imperceptibles por su color claro y pequeño tamaño. El delicado vello facial era un lindo detalle. Kyojuro era lindo.

El hombre de ojos azules se movió hacia enfrente ligeramente hasta que pudo besar la parte superior de la cabeza del rubio. Besándolo lentamente, moviéndose un centímetro a lado y besándolo una y otra vez. No sabía por qué tenía esta magnética necesidad de besar cada centímetro del rostro del pirata ahora mientras dormía, probablemente esa era su respuesta, ese rostro soñoliento y pacífico, quería protegerlo a toda costa.

La luz del sol que entraba por las ventanas se colaba hasta su cama, los rayos de luz iluminaban la melena rubia haciéndola brillar como fuego. Giyuu admiró la vista, acariciando el cabello de su amante con una mano mientras la otra descansaba en la mejilla del pirata, su pulgar acariciando los labios color mandarina.

Kyojuro se movió un poco, el sol le decía que se despertara pero no quería. En cambio, decidió fingir estar dormido para que Giyuu pudiera seguir mimándolo. Había estado deseoso de intimidad durante años y ahora que tenía un día libre, quería ser egoísta, acaparar al pelinegro para sí mismo y sentirse amado.

Continuaron así unos minutos más, complaciéndose con la presencia del otro. Hasta que el estómago del rubio lo traicionó, dejando escapar un gruñido bajo. Se estaba haciendo tarde para el desayuno.

Giyuu se rió entre dientes mientras se deslizaba suavemente del agarre del rubio, sin darse cuenta de que el otro estaba completamente despierto pero fingiendo estar dormido.

"Iré a buscar algo para comer". Puso una mano cálida en el hombro del capitán y susurró, ganándose un gemido en respuesta.

La respuesta hizo que los labios del pelinegro se curvaran en una pequeña sonrisa, el pirata siendo infantil y queriendo quedarse en la cama toda la mañana lo enterneció. Besó esa cabeza dorada antes de cambiarse de ropa y salir del dormitorio.

Una vez que la puerta se cerró y Giyuu salió de la habitación, el pirata suspiró profundamente y abrazó la almohada del otro, no le habría importado pasar hambre por un tiempo si eso significaba pasar más tiempo abrazado.

Mares de Inferno - RenGiyuu  - KNY -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora