Best Friends [Jotakak]

VIII: Mi nombre

Aquí llegó la caballota 😎

(Después de varios breakdown, ponerse al día con las materias, gripe y muchas cosas más).

Este capítulo es especial para mí, pues lo escribí en un momento en el cual mi estado de ánimo no era el mejor, fue más un desahogo, asi que muchas reflexiones son cosas que pienso en realidad.

Espero que lo disfruten ♥️

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Despierto y abro mis ojos, hoy no soñé nada, todo en negro una vez más. Veo la hora y noto que son alrededor de las 9 de la mañana, mamá ya debería estar en el trabajo y yo levantándome para tomar el desayuno, pero no quiero.

Giro mi cabeza para mirar al lado mío. Esta cama de 2 plazas se siente tan vacía si solo yo estoy acostado en ella.
Automáticamente reviso mi celular con la esperanza de ver si hay alguna noticia de Jotaro, pero no, no hay nada. No hemos hablado desde ese día que nos tomamos las manos, sé que me dijo que tenía que pensar unas cosas, pero ya han pasado 3 días y no sé nada de él.

Voy a hacer una retrospectiva de qué pasó ese día para saber si hice algo mal. Él me dijo que quería tomar del meñique para caminar conmigo y yo le ofrecí mi mano completa. Quizás no debí haberle pasado la mano, a él le gusta alguien, no sé quién, pero si me da la mano y ella lo ve, creerá que somos pareja y se le arruinarán todas las posibilidades. Fui realmente tonto cuando le dije que sí, pensé en mi propio bienestar y no en el suyo.
Es cierto, debo pensar en él primero antes que en mí. Estos pensamientos son productos de mis propias inseguridades. Jotaro sí necesita un tiempo a solas, pero para reflexionar y pasar un momento de duelo como a él le acomode más. De seguro cuando se sienta mejor me llamará o vendrá a verme.

Me doy ánimos suficientes para levantarme de la cama y comenzar mi día como siempre. Comienzo con el desayuno, algo simple, tostadas, té y un cuenco de cerezas. Lavo la loza, me devuelvo a mi habitación y me visto. Ahora toca ir al baño, lavo mi rostro y peino mi cabello.

Al mirarme al espejo me doy cuenta de algo, soy tan… feo. Comienzo a observar lo más notorio de todo, mi cabello, llama la atención por el color rojo, en un país donde la mayoría de las personas lo llevan negro o a lo más castaño, me hace sentir tan raro.
Pero no acaba aquí, mis ojos son aún más extraños, aparte de mamá, no he conocido a nadie más con los ojos morados. Hay gente que los lleva negros, cafés, azules, verdes o hasta rojos… ¿pero morados? Creo que se podrían contar con los dedos de las manos a las personas con este tono tan particular.

¿Qué sigue? Mis pecas, rasgos asiáticos, las cicatrices de mis ojos que atraviesan mis cejas y párpados, las espinillas en mi frente y mentón. Toda esa combinación me ha hecho parecer un fenómeno. Pero esto no acaba solo en mi cara, basta con mirarme el resto del cuerpo, estoy pálido como un papel, un poco más flaco de lo normal, con nada de musculatura y estrías, muchas estrías en piernas, brazos y abdomen.
Me acuerdo que cuando era niño me molestaban principalmente por mi color de pelo, ojos, pecas y por mi sobrepeso.

Me llamaban fenómeno y me golpearon un par de veces, por suerte Hierophant Green fue capaz de defenderme en todas las ocasiones, pero las cosas no acabaron ahí. No estaba dispuesto a seguir siendo víctima de burlas, al llegar a la secundaria teñí mi cabello de negro, me puse lentillas negras y aprendí a maquillar mis pecas, además hacer varias dietas para adelgazar, pero la pérdida abrupta de masa corporal me dejó lleno de estrías.  El problema estaba en que uno de los abusones terminó en la misma escuela que yo y volvieron las burlas, pero esta vez era solo él, nadie más lo siguió.

Un día, ya harto de todo, le estampé un puño en la cara, fue la primera y la única vez que me llevaron a dirección por algo que había hecho. Nunca más volví a recibir una burla de nadie, mi confianza aumentó al punto que un día me decidí a ser yo mismo, dejé de teñirme el pelo y que solo crecieran mis raíces, las lentillas no las ocupé más y el maquillaje tampoco. Volví a ser yo de nuevo.